martes, 29 de septiembre de 2015

¡Y A TI QUE TE ZURZAN…!



¡Y a ti que te zurzan…! y al resto, tres cuartos de lo mismo, en este país de cuyo nombre es difícil querer acordarse, según marchan las cosas.
Me alegra sobre manera que quieran encumbrar hasta las estrellas a Cervantes y a sus hijos literarios, ni que decir que para el que suscribe, desde siempre han estado en el estrellato del espíritu y el intelecto y si ahora mirando al cielo, piensas con orgullo mientras te das de patadas en los ojos para ver la Osa Mayor, imagínate para buscar a Ara con sus cuatro planetas y con los nuevos nombres en honor a tan excelso libro y autor.
El resto de la nación estudiantil y la que ya dejo literalmente los libros y sabe de Quijote por oídas, ahora lo seguirá teniendo igual de difícil y seguramente se la traerá al pairo, sencillamente porque Cervantes era español, Quijote hijo de la herencia de sus mayores y Sancho la radiografía de ese español segundón, eclipsado por la locura de su amigo y revitalizado por ese saber y buen juicio de quien tiene que sacarse las castañas del fuego diariamente y de cualquier forma peregrina.
No hemos avanzado tanto, que Quijotes siempre los ha habido en esta piel de toro y no solo de la Mancha sino de cualquier latitud de esta geografía nuestra. Y ahora que haremos, si ya hemos puesto a los personajes en tan alto escaparate, cuando ya andaban por las librerías y ni puñetero caso que se les hace, imaginen ustedes ahora que por fin viven en las estrellas, mientras nosotros andamos en la inopia. Pues más de lo mismo, y es que no aprendemos en este país de picaros, hemos leído a trancas y barrancas el Lazarillo de Tormes y conseguimos el objetivo porque era breve aunque lleno de lindezas y de una crudeza tal de la época, que hemos desarrollado la sana costumbre de reírnos de nosotros mismo y nuestras desgracias, porque somos un país que sigue anclado  en “las desgracias con pan son menos”. Hemos hecho por naturaleza propia acopio del Lazarillo y nos hemos convertido en un país de ciegos miopes con una amplia cohorte de lazarillos y hemos visto como los ciegos y miopes se comían tres uvas, tres derechos fundamentales, el pensamiento, la crítica el razonamiento, las libertades y el nivel cultural. Que nosotros lazarillos perdidos hemos ido a la zaga cogiendo dos de esas uvas, y no precisamente esas que hacen que un país. Sea culto y solidario consigo mismo y con sus ciudadanos, que se mire para adentro para poder evolucionar.

Pero en fin, les dejo con la buena nueva y les invito a participar en el voto para así por lo menos mientras lo hacen, pueden leer un breve comentario sobre Cervantes y Don Quijote, es breve y no les supondrá mucho esfuerzo http://estrellacervantes.es/

Y como siempre desearles, me sean ustedes moderadamente felices y unos muy buenos días

                                                                               Epi

viernes, 4 de septiembre de 2015

¡No entiendo...!



          De la mar en calma florecen por doquier, nenúfares marchitos antes de florecer. Crisálidas que dejaron marchar la luz, que mantiene la peregrina esperanza, en esa especie maldita, que va apestando la tierra.
          La vieja Parca, lee entre líneas y se frota las manos, nunca fue mejor el negocio, nunca hubo tanto trabajo, cosechadora de almas impenitente, no da abasto, mientras frota sus manos, no de gélido frío, pues ella es dueña y señora de aquello que nosotros desdeñamos, de aquello que debió de ser lo más importante y que por desidia desapareció del vocabulario. Un millar de cuencas vacías nos miran desde el silencio más ensordecedor y es que la barbarie del hombre no ha acabado aún, y no se a dónde acudir
          Las olas en un último viaje, mueven a su paso los cuerpos inertes de este mar de lágrimas. Demasiado lejos hemos llegado, pasando la frontera de lo indecible, en depredadores sin contención nos hemos convertido. Esto que nos fue otorgado en nacimiento, hoy convertido en moneda de cambio. Don,  prisionero de las fluctuaciones del mercado, de las grandes corporaciones, nido de buitres bulímicos, insaciables…     ¡Que las cosas se hacen mal, no se empieza arreglando desde arriba!, si no socorriendo al de abajo, sacando su cabeza del agua, levantando su rodilla del suelo, despejando el horizonte para que sus ojos vuelvan esperanzados a ver, si al final del camino hay algo de luz; bocas cosidas por el infortunio, que haber nacido cuesta lo suyo, pero el precio es excesivo, pues de volver al origen ha de ser lo natural, pero cuando toca no cuando la brutalidad del ser humano dicte.
          Sin entender del todo el porque estamos aquí, si es que hicimos algo mal y esto no es el paraíso,
No entiendo como, no, nos revelamos contra todo.
No entiendo como pretendemos mantener un sistema que nos devora poco a poco, que nos embrutece a marchas forzadas.
No entiendo que esos a los que llamamos grandes y mandatarios, no se pongan de acuerdo en algo tan sencillo.
No entiendo como se sigue financiando tan impúdicamente la muerte, mientras se solazan en sus castillos de cristal, mirando hacia otro lado, pues piensan que la cosa no va con ellos. ¡No lo entiendo!
          Y de Naciones Unidas… “Desunidas Decisiones”, interesadas no más en su propio bienestar aunque signifique el desplazamiento dolorosamente forzado de medio planeta, aunque la mar se tiña de noche oscura, aunque los campos se tiñan de rojo, aunque esos ojos grandes que nos miran desde el hambre y el sufrimiento nos taladren el alma, miembros seccionados, violaciones por doquier…
          ¡Dolor y solo dolor!, en el que parecemos cómodamente instalados, Holocausto que se extiende en el tiempo y no parece tener fin. Quizás todo empezó cuando el silencio creo al verbo, o cuando el verbo se convirtió en luz, no sé, no sé… si, cuando abrimos los ojos por primera vez, nos fue negado el don de ver, ni sé, si el verbo fluido otrora, hoy Babel ininteligible, gritando lo mismo pero sin enterarnos de nada. Pero hay gestos, que no han de pasar desapercibidos, lengua universal, hay falacias, hay abandono y odio, hay flores muertas, que emponzoñan el entendimiento del hombre y este no parece tener salida o no querer parar y reflexionar, que no somos nada, que por misteriosos vericuetos llegamos, con la memoria en blanco, y una carrera hacia,  adelante por estrenar.
          ¿Y que hacemos?, si nada más llegar, lo hacemos llorando y llenos de moco y excremento. ¿Quién ha de poner freno a esta trágica cadena, quién nos frenará de una vez y hará desaparecer a esta especie abyecta  ¿que tribunal nos ha de juzgar por tales crímenes?, ¡a todos sin excusa! pues somos juez y parte, de este vasto genocidio. Holocausto sin precedentes ofrecido al becerro de oro. Imperfección de la misma perfección, que nos programó defectuosos y la única manera de sobrevivir es exterminándonos unos a otros, para luego empezar un periodo de falsa paz, de falso arrepentimiento, con la ira  intacta, con la sangre invadiéndonos la boca, con la mirada opaca…
          ¿Nacer para luego embrutecernos, para ser estatuas de mármol frente a las desgracias que nosotros mismos alimentamos?...
                                                                     *Más nos valdría no haber nacido
Como dijo aquél…

          Todos hemos sido mecidos en los mismo cuentos, pero cada uno entendió de ellos lo que le vino en gana, todos escuchamos hablar de dioses vengativos y sangrantes, que propagan la guerra y el exterminio, y siempre lo mismo, cada uno entendimos de esa fábula lo que quisimos e interpretamos lo que nos interesó, santas guerras, santas violaciones como santo es el insaciable hambre del hombre por el hombre…

          Disculpen si se han perdido, no se culpen, no por favor, soy yo, que viendo esa instantánea, perdí el orden de las ideas, el meollo de la cuestión.
         
          Ahora soy tan de sal, que paciente espero a que la lluvia me disuelva, me haga desaparecer como si nunca hubiese existido. 
         
          Espero, a  que las estrellas no guíen más mis pasos, ni decir, que ya, mi eterna compañera la Luna ha de esperarme más, pues ella sabe que la vía Láctea  está sembrada de cadáveres, que no son estrellas sino la luz de esos cuerpos inertes, crisálida donde la Parca lee ávidamente, en  busca de algo parecido a la esperanza, pues la muerte también se harta de tanto desvarío, de tanta sinrazón…

                                                                     Epi