miércoles, 31 de octubre de 2018

No muere...


No muere, aquello que se ama

No muere, aquello que no se olvida

Muere el tacto, pero no la huella que provoco el deseo

de acariciar.

No muere eso que llamamos amor

solo marcha el continente, lo que nuestros abrazos abarcan,

no así el contenido.

Muere el vacío, se pierde de vista, pero no su esencia



Quizás las tardes largas nos sumen en la nostalgia,

sentados donde encarte,

en la calle, espalda apoyada en la pared.



Que el viandante  al pasar despistado, arroja alguna moneda

y no mira

… Que  tu miseria es de amor.



Sonríes y le devuelves la moneda

Mientras calle abajo, se marcha sin comprender



Muere quien quiere y no él que  ama,

Muere quien cambiarte quiere, pues es posesión

Muere quien no respeta la libertad que da el amor,

Muere quien posee

Quien cree tener el derecho sobre la otra persona.

Muere la propiedad, propiamente dicha.



Porque el que quiere y no ama,

Hace tiempo que murió

Hace tanto tiempo, que el viento cuando se poso no

le dejo los versos lejanos de un amor que partió sin enfados,

sin motivos y él o ella no lo entendieron.



Muere quien da, con el veneno de recibir,

ya sea pleitesía o agradecimiento desmesurado.



Más quien amor dio, vive y se alegra cuando ese amor es feliz

y sufre cuando ese mismo amor sufre.



Vive aquel amor, que regresa de tan largo viaje

y cuando te besa en un saludo

y te habla como si fuera ayer,

como si nunca hubiera marchado.



¡Ese amor vive! y lo atesoras como el avaro cuenta sus monedas,

Él o ella cuentan el tiempo y lo guardan.



Lo hacen para llenar el vacío que tu ausencia deja.

Y quien sabe si mañana, eres tú ese amor que marcha

y que eres feliz en otras latitudes

y eres tú quien dejas  nostalgia,

pues la ausencia siempre deja desolación.



Pero sabes que se alegra por ti.

Intuye que alguna vez regresaras

Espera impaciente la brisa vespertina que trae en su ulular

esos versos, que unas veces tus labios dejaron partir y las más

solo fueron tus pensamientos, que el sueño no logro retener en su mundo

y libres andan, como romeros por esos caminos perdidos de algún dios



y en las noches frías, de luna clara

levantan su copa y brindan por esa dicha

de haber amado una vez y sentirse correspondidos



Recuerda que no es lo mismo



Quien quiere, es por que fue querido…

¡Que no,  amado!

                                                           Quien te quiere

                                                                     No comprendió nunca  al amor
                     

                                                                                        Epi.

jueves, 25 de octubre de 2018

Me llevo los últimos Lirios...


Me llevo los últimos lirios,

el aterciopelado tacto de la amapola

Me llevo el último tramo de agua cristalina

y toda vida que subiste en ella

la plata de sus peces, las caracolas y sus ermitaños,

Me llevo la palabra…

Dejando la escrita para vosotros, quien quiera que seáis

 

No me despedido, no es mi deseo más inmediato,

pero un “a más ver” siempre deja esperanza

Dejare la maquina que me sustenta

…Es tributo obligado.

 

Pero el deseo…

el amor y las buenas causas

viajaran en mi parco equipaje.

 

No quiero plañideras ni hombres graves mesándo sus barbas

No quiero que me vean por última vez

No quiero escuchar las últimas mentiras

por piadosas que sean.

 

Es mi viaje y yo decido quien ha de acompañarme,

y siendo egoísta, solo acepto a la soledad por compañera,

amiga de mis soliloquios.

 

Cruzare las fronteras físicas y humanas

como las cruza el viento,

por pequeño que sea el resquicio.

Huida hacia adelante, recolectando la esencia misma de la tierra

recogiendo los ecos de historias olvidadas

serán mi lectura en este viaje

 

Mi aliento erizara las verdes aguas marinas

levantando a su paso, ondas blancas

que terminaran por desaparecer.

 

Ni huella dejare, aunque tenga que arrástrame,

no habrá vestigio de mi paso por los caminos,

no dejare nada en vuestra memoria.

y si algo quedase, será suficiente para llenar mi ausencia

y sí ha de  ser así,  recordadme  

 

Con una copa de vino, un cigarro y una charla distendida,

Y…

¡Bebed! hasta perder el sentido,

¡Bebed! hasta que se os confunda la lengua

¡Bebed! hasta que los pensamientos se dispersen,

¡Bebed! hasta que contéis las pocas verdades que de mi queden.

 

 

Me iré a sabiendas de que el paraíso queda con vosotros,

pues a ese lugar donde marcho, lo físico no tiene cabida,

tan solo un espasmo y un rayo de luz.

Desconectar será preciso,

soltar amarras todo será uno.

 

No habrá Ítacas que me esperen

ni Virgilio me hará de cicerón como al gran Dante,

obviaré al Cancerbero,

respetaré al emisario,

los talentos los dejare a buen recaudo,

tan solo la metafísica justificación de mis gastos viajara conmigo.

 

Os dejo el encargo, de seguir apurando la vida,

sacando todo lo mejor de vosotros

brindando por cada nuevo amanecer.



¡Enamoraos! nuevamente una y otra vez

y si tan solo buscáis el roce de vuestros cuerpos,

bienvenido sea…

 

Seré sombra en la luz, donde descansar  puedas

Seré uno más entre los astros

distante y anónimo

 

Tan solo ella sabrá de mis cuitas

con ella sobran las palabras, solo con la mirada basta

y descansare en su cara menos conocida, de espaldas al azul

 

Paciente esperare a aquellos a los que ame, a los que de verdad

merecen la pena.

A los que marcharon antes,

a los que se irán en mi presente

y a los que esperare con infinita paciencia a que colmen sus copas

 

Porque en este reino al que llegare,

no existe la prisa y el tiempo, ese invento nuestro

no cuenta.

No tendré hastió

pues saber que estáis bien colma los ciclos conocidos

y llegareis por distintos derroteros,

yo seré vuestro cicerón y suavizare vuestras cuitas

 

Ya marcado el camino,

en cualquier esquina de este cielo cuajado, me hallareis.


                                                                     Epi

 

viernes, 5 de octubre de 2018

Despierta el niño mimado...


Despierta el niño mimado…
Mira de reojo al astro rey y de la fina  honda sale disparada una piedra que esquiva el sol, cambiando el destino de sus rayos hacia la blanca dama, reflejadas en el alfiler de su pelo recogido. Las primeras ráfagas de luz.
Se melena cobriza, en red recogida, de sus finos nervios asemeja la plata bruñida.
Despacio…
El astro baja por su delicado cuerpo en colores de verde cobalto fundidos con su blanca piel, no hay más hermosura que rivalizar pueda con ella, al no ser la alta aguja.
Cetro que se dispara al infinito para dar cabida al nuevo día.
 
Del suelo brota cada mañana el viejo arte, siempre nuevo, que la limpieza de sus calles se ha de llevar, para volver con otro amanecer 




Y es en esa hora cuando las lágrimas del Vecchio se confunden en tornasolados colores con el verde apagado de sus tranquilas aguas, lagrimas que cuentan del floreciente pasado a un atribulado presente, donde se mezcla el llanto de los ausentes, con el llanto feliz de los nuevos transeúntes.
Que la noche loca dejo historias para oídos curiosos, pues en la mañana temprana cuando el día empieza a despuntar, corrillo  de gentes curiosas, van ha escuchar, y de la ondulación de sus aguas suben estás historias, unas de amor las otras de necesidad, y algunas más, que no por absurdas quedan relegadas, pues todo vale en esta mañana. Mientras en la colina donde dormita el niño mimado.
El astro rey va lamiendo lento su cuerpo,
Perdida queda la laureada cabeza
Antaño fue oro hoy, mármol sin corona,
Admira el astro tan gallarda postura,
Que mide en la distancia con cínica mirada,
A esa altiva señora que ahora se despereza.
Los curiosos se agolpan en serpenteante fila, dédalo de países, Babel de lenguas, conforman los primero sonidos.
Mis pasos se pierden, dejando la piedra a suntuosos jardines,
Donde invita a perderse al caminante.
El sol aploma al más pintado, lentos como lagartos, en la sombra quedan retratados,
Con pasos cortos midiendo las fuerzas,
El ojo se llena, paleta de colores, verdes campiñas, quedan a su espalda.

La tarde corre pareja junto al río, millar de almas transitan en la misma dirección, un mismo destino, solo rendir honores a la Dama.

Ráfagas de oro fino, ocres mezclados con un azul lapislázuli,
Dan paso a un verde esmeralda,
Verdes lágrimas saltan, cuando el barquero pasa
Y en lontananza su contorno desaparece en la negrura de su falda.

Son las mimas lágrimas que derraman los ojos del Vecchio
Sobre el eterno Arno.

Y he aquí y en esta hora, donde confluye pasado y presente,
Al calor de una decena de lenguas,
Con la licencia que da esa juventud que se perpetua,
Algunas misturas más avanzadas,
Nos hablan de un otoño  
De plateadas sienes que delatan el invierno.

Todo es vitalidad en tan frugal momento,
Donde las miradas se confunden y apremian los deseos.

El sol se inclina besando la noble frente de tan hermosa señora,
El Duomo  queda a oscuras,
Mientras otras luces más suaves van dejando pasó a esa turba soñadora,
Que primero se dirige al río…

Donde libre el amor, los sueños y el perderse en la mano que no mira e invita a desaparecer,
La vida prevalece sobre el día que señorialmente se despide,
Dando paso a la calida noche,
Bóveda celeste, cuajada de blancos cristales, donde los transeúntes
Que rendidos quedan,
Con un liviano beso y un guiño al Vecchio
Que descansa en la argenta plata,
Manto que presta la altiva señora,
Que lenta va recuperando su reino finito.

Saluda a su vieja amiga  
Besa y engalana al niño mimado,
Que solo queda, tras la marcha del astro rey.

Arriba todo duerme,
Abajo, junto al río y entre sus calles, el bullicio despierta.

La suave brisa levanta la falda a la vieja ciudad,
Dando salida a los sueños, haciendo posible lo imposible.

Yo me retiro a cenar y de nuestra mesa a la vecina mesa compartimos espacio con la vieja Medusa, ¡que miren ustedes! no llego a morir.
El joven Perseo se apiado de ella, y cortando las cabezas de serpiente de su tétrico pelo, le permitió vivir como dama mortal, tuvo un hijo al que puede mirar y él la mira, corta la pizza, mientras ella, anciana desdentada, mira arrebolada, triste por el tiempo que se le acaba pero feliz de no convertir en piedra a su amado vástago. Plisa el floreado vestido, sin mirar a nadie más, cabecea lentamente y sueña cuando ella fue joven y en el sueño llama a Perseo, se siente cansada y quiere partir pues ya es hora y en su corta estancia, siente que ha sido colmada.
Pero ya no quiere seguir, dormir que es lo mismo que morir, pero en brazos de Morfeo, le gusta soñar que es un merecido final.

Y un guiño de este caminante a la mujer que sirve su mesa, levanta su copa de grapa y brinda por ella, pues hoy el caminante cae rendido a sus pies… Y quién no cae rendido ante ella... 
                                         la bella Firenze.

                                                                     Epi

miércoles, 11 de julio de 2018

Tan solo es sueño, ficción…


Aroa,
Deliciosamente delgada,
Quilla de barco su pecho,
Delata las cuadernas que pujan por salir de debajo de su piel,
Pequeños senos, faros de una Alejandría presente,
Y es en el ritmo de sus caderas,
El contoneó leve, casi sutil,
Donde duerme la vida, hasta que ella desee. 

La luna besa su cabeza,
Derramando fina plata entre sus mechones oscuros,
No hay amanecer que no se la espere,
                                                                 Ni día que pueda justificar su ausencia.

Amor de uno…  ¡bala perdida!
Que siempre gustan los chicos malos,
Quizás porque son solo fachada,
Que por dentro destilan un gran corazón.
La vida los zarandea y ellos se dejan llevar,
Es el ritmo imparable, apenas perceptible.

Una querencia nueva le sale,
La tierra inicia su romance de atracción,
Tranquila espera que vuelva a su seno,
Los tiempos estan marcados e inútiles son los retrasos,
Ella dijo para dentro de un mes,
Y entre retrasos, huidas a ninguna parte,
Lleva comida la quincena.

Por la campiña se escucha al viejo bardo,
El último clamor de vida que se va apagando,
Ella inmutable ve la vida pasar,
La sucesión y el renacer de nuevas savias.
No es su tiempo, y como el tiempo es eterno,

…Tanto como una vida,
Este tiende a curar las viejas tropelías,
A quitarle el hierro, la gravedad, cicatriza lento
Dejando su impronta.
No piensa que algún día tendrá que partir,
Sola, sin amores, desnuda
Como el viajero que llega de las estrellas,
Tras una eternidad de espera.

En la esquina el vetusto jazmín, adolece de flores
En su lugar pequeñas mariposas blancas asemejan pétalos,
La mano torpe que mueve el sarmiento hace que las hojas se espabilen,
Caigan y antes de tocar suelo remonten el vuelo,
A la espera que el jazmín quede otra vez solo
Y vestir su desnudez…
El azahar, ese olor que llega no es propio,
Más parece dama de noche
Que pared con pared,
Se presta a este juego de prestidigitador
Completando el ciclo


Aroa es sueño, ficción
Cuento de cuentos que con distintos nombres habita
Perdida en Nunca Jamás,
Amiga del Sombrerero
Huye del Conejo que marca las horas
De la Reina Esmeralda es amiga
Dorada Campanilla, rivaliza con Wendy
Ella quiere a su Peter Pan
Como él, no quiere crecer, sabe que ella marchará.

Golosa como Hansel y Gretel
No quiere ser princesa en cuento absurdo
Prefiere la lucha, afín, a Tom Sawyer.

Caminar contigo que no llevas nada
Solo el alma cargada a la espalda, donde guardar los días aciagos
La soledad de las noches, las hermosas mañanas
No le gusta dejar rastro por los caminos, andar hacía adelante
Sin mirar atrás.
Sin desandar los pasos, que la vida es un brindis
Siempre  la misma copa, pero distinto vino

Dice que no hay pasado  
El presente es un futuro inmediato que envejece constantemente
Dejando sitio a más futuro.

                                                 Aroa, tan solo es sueño, ficción… Sin principio, sin fin

                                                                                                                  Epi

domingo, 27 de mayo de 2018

El Bautizo...


Llega tarde el tañido de la campana, bronce forjado en mil batallas y vuelto a forjar con fines más civilizados, suena lejana para reafirmar el lento pasar del tiempo, que las horas del hombre no son las del astro Rey.
Huye el viejo Andrés hacia sombras más protectoras, escasas en esa plaza desangelada, no huye de su luz que le fascina, sino de esos calores que trae el poniente al atravesar la sierra.

 Los viejos uniformes ondean en la cuerda floja, en el ambiente primaveral, ya se huele a pan recién orneado, a churros y chocolate caliente. El anís corre por las copas inundando el pequeño local de  su peculiar y almibarado perfume, son los jornaleros de la corcha, es domingo y hoy no se trabaja. Llegan con sus mejores galas, hoy bautizan a la hija de un compañero, algo tarde pero al fin se han decidido. Las mujeres lucen sencillos vestidos con estampados de flores unas y otras colores suaves y lisos que el sol realza y celebra, todas llevan pequeños detalles florales en el pelo y los hombres con su traje para cualquier ocasión, lucen en sus solapas ramitos de azahar los unos y otros el sencillo romero.

Dos niños corren tras un aro, la más pequeña, aún no se atreve a soltar la falda de su madre, desconfía de la gravedad, pues en lo que va de mañana lleva dos caídas, y la naturaleza que es sabia la ha sentado sobre sus posaderas en el albero de la plaza, va ha romper a llorar pues aun no distingue si la están dando dos azotes o la están limpiando el vestido, la madre amorosa la llama tontuela mientras la acerca a su pecho y le estampa dos besos, ahora dos círculos de carmín que la pequeña extiende inocente sobre las mejillas, ríe la madre y no la limpia, será su primer maquillaje la primera presentación en sociedad…

Ella no lo sabe, pero hoy es un día especial, por fin le van a poner su nombre, el mismo que la presentara, por el que llamaran para lo que sea y por el que la regañaran cuando no se comporte y tengan que nominar, para distinguirla de sus hermanas.
El viejo Andrés mete sin que se de cuenta un trozo de papel en el bolsillito de su vestido y se aparta.

Siete luceros tiene la noche
Noche de media Luna
Siete peldaños tiene la escala
Para subir a dormir en tan argenta cuna
Siete ósculos dan forma a la corona invisible de su frente

Por cerro Marcelo, recortadas siete sombras de mulos cansados
Vuelven ya  sin  sus pesadas cargas de corcho,
Que soñolientos miran
A la niña que duerme en brazos de la Luna

Siete hachazos   que desnudan al viejo alcornoque
Sonrojado cuerpo, llora y la brisa corre  ha refrescar tamaña afrenta
Mientras  llora desconsolado bajo la luz de esa Luna,
Llora en silencio
Que no quiere despertar a esa niña que dulce  duerme en tal argenta cuna

Cuando el párroco bendice con agua, la nuca de la niña un nombre resuena,
Lo trae el viento, lo trae la primavera, la niña sonríe y la madre acepta, que sea ese su bendito nombre.

Siete veces cuenta Andrés, las letras que contienen
Tu nombre
Con los dedos, cuatro vocales y tres consonantes

No quiere Andrés que le recorten el nombre, pues dice él que son de esos  que imprimen carácter, que llenan el espacio de musicalidad y colores. Que dan para soñar…

Permite que sea yo por esta vez quien pronuncie tú nombre
Manuela…  Manuela
Que seas tú, la que sueñe, que la vida te sea hermosa
Que los sueños son posibles
Sobre todo cuando te acuna la Luna
Mientras te cuenta un cuento que  habla de vida.

Andrés, se limpia una lagrima con pañuelo de seda, despacio abandona la escena y marcha por las sombras, que ya la fiesta es de los allegados y él no desea ser invitado. Que si algo tiene claro de esa fiesta, es que, es para Manuela, y los niños que corren tras el aro.

                                               Con cariño.
Del Buhonero o Epi.

Como siempre, que seas moderadamente feliz, pero hoy… sáltate la norma y se todo lo feliz que puedas.




miércoles, 23 de mayo de 2018

Tu nombre...

Susurrando, pasan las olas de un mar ya en calma
Susurrando van dejando entre algas y caracolas,
Tu nombre…

Impronta perecedera, sobre la arena tu nombre queda,
Para luego ser borrado por la espuma
Sudor salado, devenir de corona de una tierra yerma que ya no da nada

Susurrando va en el viento, a la vez que mis labios te pronuncian
Susurrando en fina lluvia, se va posando sobre altos cerros,
En verdes valles…

Y por surcos rotos viaja hasta formar charcas
Donde crecen berros y otras plantas

Susurrando queda la ira contenida,
Susurrando la vieja herida,

Gime pues…
Lengua de sangre diluida al mezclarse con la lluvia
Que sin querer te pronuncia,
Cambiando a su paso las blancas rosas en carmesíes
Piedra que cae y salpica el aire vistiendo a  la amapola

Cinturón blanco de engañosa pedrería,
Prendada la mirada, de ese ojo, que en la duerme vela
Vislumbra la inmensidad de un espacio,
Donde la noche argenta delata,
Las viejas piedras antidiluvianas que en el cielo flotan,

En loca carrera, luces de viejos mundos desaparecidos,
Titilantes, a más nerviosos,
En movimiento engañoso,
Mundos que ya no viajan
Pues estático queda, aquel que alguna vez albergó vida

Más es la matemática de tu nombre simple
Que celoso guarda las ecuaciones de mis cuitas,
La que mide la distancia,

Es  tiempo que tarda el viento en susurrar tu nombre
Y es cuando ya devuelta…
Casi inaudible el eco, en supremo esfuerzo te nombra

Si mi canto en algo ofende
En un susurrar, a tu perdón me acojo,
Setenta  veces siete
Todas mis  faltas, mis posibles ofensas, las salidas de tono
Los días locos, aquellos que por simple desidia de mi espíritu
No te nombro
Pero que el aire que expulsa mi boca
Traiciona en susurro tu nombre, que  lento escapa
Dejando un suave tacto  de seda que apenas mis labios atrapan

Y solo a finos oídos llega,
A quien en el corazón…
Guarda en el rumor de la primera ola,
La primera gota de agua,
El primer ínfimo rayo de luz,

Lámpara viajera en busca del la persona buena que tal honor ostenta,
Pues no hizo nada para ganarlo,
Tan solo boquear,
Llorar un poco con el primer golpe de oxigeno
Que viaja a tu delicada caverna,
Movimiento de nana que mece la vida
Y es, medida exacta del tiempo transcurrido
Manillas de un corazón
Segundero desbocado, por donde la vida fluye
Hacía los cuatro puntos cardinales de tu incipiente cuerpo

Con la mirada perdida en el horizonte tras esas nubes marcha
El susurro de tu nombre...

                                                           Mujer
                                                                                                      

                                                                                             Epi

viernes, 20 de abril de 2018

En Casa de Nadie...


 
En casa de nadie










* Se despereza la tarde y huye de un sol plomizo, en el patio el viejo naranjo despierta lentamente a la llamada de la primavera, los primeros aromas de jazmín no dan tregua envolviendo el aire con su aroma, los atolondrados pájaros bajo el sol plomizo caen en picado como aviones acrobáticos sobre el lecho plano del plato de la fuente, donde algún nenúfar descansa, en su parte menos honda el viejo tritón espera paciente a que su comida pase…


* Belinda, la mirada perdida entre el ayer y un posible presente, un desaire la trajo a este lugar, donde el tiempo concurre lento, del viejo piano unas notas nostálgicas, desgranan la dejadez con los recuerdos difusos. Desganados movimientos de espíritus errantes un desfile de camisones blancos y pijamas azules, no hay palabras, tan solo asentimientos de cabeza. Es el saludo de los que están próximos, esos que llegaron antes y tan solo los cuidados paliativos evitan, que el sufrimiento agónico los arrastre en un grito incontinente de dolor, caras embotadas por el exceso de opiáceo, pero quienes son los valientes de entre ellos que no se aferren al fármaco.
De tanto ponerse, las conversaciones se han convertido hace tiempo en monólogos, andan como el poeta, conversando con el hombre o mujer que siempre marcha con ellos. Temerosos de tener un atisbo de lucidez pues el dolor los enloquece y corriendo pasan por enfermería, hace tiempo que decidieron vivir en otra dimensión y la realidad ha terminado por volverse insoportable.


* La mano de Rosa se posa en el alfeizar de la ventana, tamborilea una vieja melodía que lenta va llenando en sus acordes el silencio de la tarde, Ramón sigue de siesta, el sol y el fuerte calor le producen jaquecas que es mejor dejar dormir en la penumbra, sin apenas ruidos, los ojos tapados con el embozo de una sabana para que la luz no les afecte…


* Los pasos llegan en un  repicar  flamenco, taconeo alegre que salta de losas blancas a negras, entramado de tablero donde se lidian las mejores batallas de la vida. Rosa espera impaciente verle torcer la esquina, sobre la mesa una jarra fresca de limonada, con una pizca de azúcar y una ramita de canela, como ella sabe que le gusta y unas yemas del convento que queda detrás de la plaza… Impenitente, que sin importar las inclemencias meteorológicas no falta a la cita como el viejo Cirano, que al igual que él, trae las crónicas de esta capital provinciana de calles estrechas y casas altas de muros gruesos de piedra, cal y arena, en una mezcla de culturas arquitectónicas, señorean por separado el arte romano que da la mano al mudéjar y este entrelazándose con un barroco que mira con envidia al churrigueresco retablo en la portada de Santa María…


* El viejo compacto, donde tiene el  giradiscos, arriba en la margen izquierda y al lado se encuentran los mandos del volumen y el balance, un botón para el grave y otro para el agudo, debajo a  la izquierda el sintonizador de radio y justo al lado la grabadora. Una vieja canción suena, es del siglo pasado la primera vez que tuvo la oportunidad de escucharla fue por el año 1960, cuando la canción llevaba una década sonando, le encanta el estribillo.
         
            * “Jazmines en el pelo y rosas en la cara
             airosa caminaba la flor de la Canela,
             derramaba lisura y a su paso dejaba
             aromas de mistura que en el pecho llevaba…
             

  La escucha tantas veces, que el día que se va la luz, la soledad toma asiento invadiendo cada espacio de su cuarto, cada recodo de su alma, hundiéndole en la más triste nostalgia. Pero es escuchar este estribillo y al pronto, en su cansado corazón vuelve a ser primavera,  la mirada luminosa sin importar quien observa, empieza tarareando para perderse en algo parecido a un   baile, los brazos rodeando el aire, los ojos entrecerrados, da vueltas de un lado hacia el otro con un ritmo y una cadencia olvidadas, pues hoy ya nadie baila así, más bien brincan como monos o parecen tullidos con los brazos en ángulo de 90º dedos abiertos declamando victoria y unos gestos de chalado, que pían más que cantan esos ritmos que para su gusto nunca deberían de haber llegado.


* Frisaba esa edad difícil, donde la risa es una mueca y las lágrimas siempre prestas a derramar en esta edad difícil donde uno se emociona con cosas que en su juventud pasaban desapercibidas, una extraña y doliente sensibilidad despierta al final de este largo viaje que es la vida…


* Recluido en un cuarto, sentado frente a la ventana, mira con intensidad pero solo consigue ver manchas de colores, el verde de los campos, la aguja que se alza en un extremo del pueblo que debe de ser la iglesia, un azul lechoso por cielo y un sol pálido que apenas consigue traspasar las cataratas que lentas se van formando en  sus ojos, nube que no deja penetrar y que le aíslan cada día un poco más. Él, que pinto las mejores puestas de sol, los suaves  atardeceres y el más hermoso de sus cuadros, el Amor de los Locos lo llamaba, una hermosa luna grande deliciosamente blanca con toques de vieja plata que asemejan un rostro. Si ha habido amores platónicos, esta altiva señora se ha llevado siempre la palma. Quien no le ha pedido, como romero penitente un favor o un deseo a esta Señora, que ya estaba en el cielo como hermana de la tierra, poderosa controladora de las mareas, dadora de vida por doquier, amada por el sol que derrama su luz sobre ella y detrás, oscuridad desconocimiento, cara que no se conoce, oculta por un misterio o eso le gusta a él pensar.


* Hay un viejo busto de mármol nacarado, que preside el centro del salón, la barbilla apoyada sobre el hombro en actitud taciturna, dando profundidad a esa mirada que el artista esculpió, lejana y distante, como si lo más cercano a ella no le interesara. Traspasando la habitación, la vidriera multiplica la escultura, creando un conjunto de matices y colores que a lo largo de la jornada tornan en distintos tonos, desde el blanco nacarado a un ámbar, tostado que en los pliegues deliciosamente esculpidos, dan esa nota del color miel, brillante y luminosa.


* Tomas no podía más, hace unos días que le desapareció su única vinculación con el pasado, la demostración de que había participado activamente en la construcción de este país y de su ya no tan joven democracia, afiliándose a la  izquierda en el año 88, en esa época y años anteriores había habido un revuelo de camisas, unos los más fieles siguieron aferrados a la vieja guardia, pero otros como Tomas, puso tierra de por medio, primero cambio su aspecto físico y luego adopto las maneras del nuevo espécimen de político que entre el y unos cuantos más (demasiados) han hecho de la política su medio de vida.
Como buen hidalgo, vio pronto los vacíos y los vicios por donde pudo medrar,  negocios con terceros para poder subvencionar de forma dudosa a su partido y de cómo llenarse los bolsillos, ser cosmopolita como a él le gustaba fardar. Todos sabían donde radicaba su cosmopolitismo. Cuenta en Suiza, cuenta en Andorra y algún que otro paraíso fiscal, como todos los piratas y corsarios de la     historia, le encantaba el caribe, las Caimanes… etc.
Cuando fue descubierto hubo que hacerle dimitir con paños de agua  caliente, pues no había manera de que el susodicho dejara el sillón y su fuente de ingresos, sin olvidar que desde el año 88 hasta el 2000 milito en la izquierda, para asombro de todos los vecinos de su terruño,  que sabían de         él demasiadas cosas. El típico destripa terrones y desertor del arado, que   arengaba en las plazas al personal al que tenia amedentrado, época difícil de olvidar, él estaba con los ganadores y no con la masa famélica de muertos de hambres, masones, rojos y maricones a los que había que reeducar, cuando se fue gestando el cambio político en el país y se vio claramente que tildaba la nueva estrategia de una seudo democracia      pactada con la vieja oligarquía a la que se sumarian los nuevos oligarcas de estos tiempos, él ya tomo puesto en la salida, puso pies en polvorosa saliendo con lo puesto de su pueblo y sin despedirse de nadie, no fuera a ser que no pasara de la plaza del pueblo, no sin antes haber recibido un repertorio de ostias por parte de la asociación “mis muertos por los tuyos”. A finales del año 2000 volvió a cambiarse de piel, ahora iba engominado, chalequito a la espalda, camisa aparente, náuticos y pantalón que lo mismo servia para ir de birras como para un acto oficial.
 Un lunes por la mañana, en el desayuno lo echaron en falta, el celador fue a buscarlo a su cuarto y lo encontró morado, se había tragado su propia lengua. Fue muy sonado el tema. Su familia no fue al entierro, pero pronto corrieron ha repartirse la herencia, lágrimas de cocodrilo, eso si dejaron todo pagado, para que no se les notara demasiado el plumero. A los tres días fue su entierro, se velo en el salón central, donde la última noche y cuando todo dormía, tres compañeros con linterna, llegaron hasta el cuerpo presente y como sabían que ya nadie abriría el ataúd, aprovecharon para dar la vuelta al finado y dejarlo boca abajo, por si le da por salir o  un ataque de catalepsia, y si es por arañar y escarbar para salir, que sea para abajo, que de cierta calaña es mejor asegurarse. Cuando fue metido en el nicho, le dijeron al enterrador que ellos se encargaban de poner la lapida de granito y la leyenda, que no se preocupara que era deseo explicito de este buen amigo. Al menos tuvo compañía en su último adiós aunque él hubiera preferido a los de su partido y no al comunista, al masón y al maricón, que a costa de él, se lo estaban pasando pipa. Rezaba en la lapida los datos de Tomas, su filiación política con  Fuerza Nueva y aquello que tanto buscaba con una foto, el carné de la Falange, pero con Paquito, no esa descafeinada de Primo de Ribera, faltaría más. Terminado el velorio, entierro y demás zarandejas los tres amigos se fueron de vinos, sin dedicarle siquiera un descanse en paz…



NOTA * El estribillo corresponde al vals peruano “La Flor de la Canela” compuesto en 1950 por Chabueca Granda  &Maria Isabel Granda y Larco & (Catabambas, Apirimac, Perú 1920-1993)