miércoles, 7 de marzo de 2018

Edelweiss



-¡Madre tenemos que hablar!
*Chiquilla, ¿que gritos son estos? Que se ha de enterar todo el vecindario a la vez
-Me he enamorado…. Le espeto por respuesta
*¿De quien, y como sabes que es amor y si él siente lo mismo, tienes una foto?
-Tranquila madre… reía Johana entrelazando su talle y obligándola a bailar mientras se explicaba.  
-Es trigo limpio, que digo, es primavera en mi corazón
*Niña no seas tonta, es amor o no lo es y ten cuidado que hay mucho desaprensivo suelto por ahí.

_ La verdad que viendo detenidamente a su hija se sorprendió, estaba más hermosa que nunca, alegre y pizpireta como una colegiala, decidió esperar a que se relajara y pudiera darle detalles de ese amor que traía a su Johana loquilla como los molinillos en una mañana soleada de viento, que lo mismo andaban rodando por el suelo para luego verlos volando hacía el sol, dividiendo la luz en un haz  de múltiples colores.

-Veras madre… tiene los ojos de un verde suave como los prados, un pelo oscuro azabache, la nariz recta y proporcionada como esas estatuas romanas. Es fuerte y grande, muy varonil, no como esos modernos de hoy que pasan más tiempo que las mujeres, acicalándose la piel y depilándose, mientras sus cerebros andan vacíos y no sabes si son hombres o andróginos.
Tiene ese aire descuidado de los viejos gángsteres de películas en blanco y negro y una barba de tres días que le hace más interesante aún. Cuando se relaja tiene ese mirar triste, como ausente pero tan solo tienes que llamarle y toda la dulzura aparece nuevamente en su rostro.
Cuando habla nunca alza la voz más de lo debido, no hay ira en su tono, pero sí pasión, no puedes dejar de escuchar, hasta lo más trivial en él, es mágico.

*Ya será menos niña, ¿Qué edad tiene? ¿Y, a que se dedica tu príncipe?
-Su nombre es Arturo, mamá y es marchante de obras de arte y tiene 27 años
* ¿No es mayor para ti?
- Papá era casi 10 años mayor que tú y no os fue tan mal
 *Si,  en eso tienes razón, eran otros tiempos
-déjate madre, de historias, hubo amor, y aquí estoy yo

_  Otros tiempos mi niña, pensaba la madre. El amor, era amor junto con la urgencia de salir de casa de los padres, respirar otros aires y ser tu propia dueña.
Aun recuerda la timidez de Antonio, su marido, como le era casi imposible rozarse con él, si se acercaba más de la cuenta, él como un junco que meciera el aíre se doblaba, en la dirección de ella, evitando el contacto. Cuantas veces la urgencia y  el secreto deseo de poder retenerla en sus brazos, de  romper esa timidez. Aun así era gracioso provocarlo, sabía que tarde o temprano esa cortedad tendría que desaparecer.
Hasta que un día al acercarse ella hacía él, este ya no se movió, rodeándola con sus brazos y robándole su primer beso, dejándola deliciosamente desarmada y las mejillas encendidas.
Recuerdo que guarda en su bolsa de las cosas buenas, las pocas que en la vida merecen ser rememoradas y que aún le encienden la piel, con tan solo insinuarlas.

*Me lo tienes que presentar, que venga a casa a comer… ¡cuando pueda… claro!
-Te gustara mamá…

                                                 *        *        *


_ Francisco Pezzi Álvarez (18 años) alias  “Babosa”, siempre le colgaba de la comisura de los labios un hilillo de saliva que se iba secando hasta quedar blanco, como si de una salina se tratara
Esperó pacientemente que saliera del Centro de reforma, una vez cumplida la medida. ¡La medida…! pensaba con sorna, y una ira subía por sus venas inyectando sus ojos en sangre.
Vio su puesta en libertad por los informativos de la televisión, F.P.A salía en libertad, arropado por su abogado y familia que no se cansaban de proclamar su inocencia y que pensaban denunciar a la policía y al sistema, por haber metido injustamente a su querubín en tal antro. Una reportera le pregunto si estaba arrepentido, y él altanero, la miro de arriba abajo con frialdad, contestando que era inocente, al igual que su amigo al que todavía le quedaba un año para salir.
Se le veía con buena pinta y más parecía que llegara de unas vacaciones y no de estar detenido por la brutal paliza y violación de Johana, la joven de 22 años, que dos años atrás fuera encontrada por la policía, en la nave abandonada del viejo polígono que se encontraba a las afueras de la ciudad. Muriendo días más tarde en el hospital provincial.
Había tenido tiempo para preparar su venganza, dos años para saber que en este feo asunto hubo tres personas y no dos como quiso hacer saber a la opinión pública, tanto la fiscalía como las declaraciones contradictorias que dieron los agentes de la ley que llevaron a cabo la investigación.
De sobra sabía  que había dos justicias. Una para los prebostes y los hijos de estos, donde se incluían todas las esferas del poder y otra justicia o ausencia de la misma, la que se aplicaba directamente a diestro y siniestro y que no llegaba a ninguna parte.
Justicia que la mayoría no podía recurrir por no tener solvencia económica para tales menesteres, los prebostes se aseguraban de esta manera, poder seguir delinquiendo en beneficio propio. Mientras,  la gente del pueblo como J.M.S. madre de Johana, veía como era amenazada si seguía con la historia del tercero de los  asesinos de su hija, viendo como este por ser hijo de los elegidos, se libraba de todo y seguía haciendo de las suyas con el beneplácito de su todopoderoso padre.
Alto cargo de la administración y que había conseguido hacer desaparecer a su hijo junto con las declaraciones iniciales, para más tarde llegar a un acuerdo con los dos que si estaban cumpliendo condena, para que se comieran el marrón y negaran la mayor.  ¡Que fueron tres! y no dos, los que ese día cometieron tal salvajada. 

Prometiéndoles la reducción de la condena, dinero para empezar cuando salieran de reforma uno y el otro de la cárcel, la total protección dentro de estos sitios y ninguna declaración a la prensa o de lo contrario se las harían pasar canutas a sus familiares y a ellos.

                                                 *        *        *


-Solo ansío despertar sobre la miel  ambarina de sus ojos, adormecerme en su mirada un ratito, tan solo cinco minutos…  y su sonrisa me desarma.
En esa frontera que ralla la realidad de los sueños.  Mirar como se hace más hermosa aún, difuminándose lentamente. Ya mi mano torpe y adormilada se alza buscando su calor.

_ Arturo no se reconocía en esta faceta de su vida, no es que no tuviera hasta ahora relaciones con una mujer. Había estado con muchas mujeres, desde una cita de “aquí te cojo y aquí te mato” hasta el máximo de convivencia, bueno una semana. Pero no era amor, que las quiso se podría decir, pero ya se sabe que querer es desear, aplacar el cuerpo, unas risas sin compromiso y un si te he visto no me acuerdo.
Pero desde que conoció a Johana, la vida parecía tener sentido por fin, los días pasaban lentos y cada nuevo día era mejor que el anterior.

-Cada mañana, ella me rescata, devolviéndome nuevamente a la realidad. Besa mis parpados y al hacerlo sus cabellos como una caricia, sobre mi rostro se posan, mientras la línea de sus labios me explora.
Y  mi boca, brocal de pozo viejo, sediento y agrietado, se convierte en sima por cuya boca a borbotones mi aliento sale mezclándose  con la calidez de su aliento, que acompaña al manantial necesario, que mi sed de ella, sacia.

_ Esa mañana, fue triste para ambos, él tenía que ausentarse unos días por negocios y ella estaría sola con su madre, le prometió volver pronto y llamarla todos los días. Estaba radiante, con un vestido primaveral, de color amarillo, un vestido  sencillo que resaltaba aún más su belleza, el pelo curiosamente blanco para alguien tan joven, contrastaba con su piel morena realzando sus ojos de miel ambarinos,  recogido en la nunca con un sencillo pasador, su voz dulce, sin altibajos, melodiosa y más mimosa esa mañana.

-Me deje arrinconar amorosamente, subiendo escaleras arriba, hacía la buhardilla. La impaciencia junto con las risas y las caricias fueron enredando nuestras manos, solapando nuestra impaciencia, llenando de dicha los espacios que solo el amor nos enseñaba, para guardar luego el recuerdo del momento, el sabor de nuestros cuerpos, ese intercambio dulce de fluidos, la sal del sudor y esa amalgama de olores que dormitaban en lo más profundo de nuestra memoria y que el aire de vez en cuando resucitaba, consiguiendo ponernos en deliciosa alerta y haciéndonos ver la presencia momentánea de nuestros cuerpos. Espejismos que mantenían y ampliaban nuestra urgencia por el reencuentro.

_ Arturo recordaba en el avión, la noche con Johana y el despertar, con la mano cubriendo su nariz y boca, reteniendo el perfume de agua fresca que utilizaba habitualmente. Que los lances de amor también tienen su memoria en los olores, capaces de evocar la imagen del ser amado, sin necesidad de fotos, dejando a la imaginación, mitificar cada instante vivido, felicidad interna, personal e intransferible, puede caerte un piano encima, pero ese baile ya nadie puede arrebatártelo…

Sosegados después del lance de amor, unas lágrimas afloraron en su lindo rostro, la beso  recordándole que volvería en dos o tres días, para no separarse más. El calor del medio día les sorprendió dormidos uno en brazos del otro, un beso y un vestirse corriendo pues llegaba tarde al aeropuerto…


                                                 *        *        *

_ El Babosa, hijo de padre alcohólico, madre abnegada, cegada por el amor a su beodo marido. Pasó tres kilos de la educación de su hijo, el padre los días que no estaba borracho andaba de delírium trémens, que el tema de la educación por parte de tal dechado de virtudes, nunca se derramo como mana sobre los hombros del Babosa.
Pronto empezó a sobresalir y no por buena conducta o su aplicación en la escuela. Marcado desde la cuna “si la tuvo”  ocupo siempre la fila de las bancas de atrás de la clase, y como para expulsarlo había que reunir a ciento y la madre, ponerlos de acuerdo, tarea casi imposible, se decidió hacerle pasar de curso año tras año, consiguiendo como titulo, ser un analfabeto integral, un macarra del tres al cuarto. En fin, elemento neutro del que los distintos gobiernos estaban muy orgullosos, por que al final estaban consiguiendo una generación con el pensamiento de una ostra y no apto como votante concienzudo para las elecciones, que al igual que las olimpiadas, se celebraban cada cuatro años.
Donde todos recibían medallita, en un país donde nunca nadie perdía, si no que mejoraba favorablemente, y si te cogían con las manos en la masa no pasaba nada, pues eras aforado, vamos patente de corso… era el mundo que les había tocado sobrevivir. El mismo  que aseguraba de esta manera, esa alternancia tan perniciosa, en el poder.

Sin personalidad propia, se amoldaba perfectamente al capullo de turno, si este tenía un poquito más de masa gris en el cerebro, se podría decir que era tiempo de descanso, sin problemas ni robos pero si caía en manos de un capullo integral como él y con mala leche, eran días de tormenta, tirones de bolso, escaparates rotos y pequeños  hurtos en grandes almacenes amen de las botellonas de fin de semana, que sí o sí acababan en bronca segura con tirada de navaja.


De esta forma conoció un buen día al Lonchas, fue a pillar su cuartito de coca, con el dinero que ganara con su último trabajo, nada de mucho esfuerzo. Esperar que los chavales más normalizados salieran del instituto, y en una esquina agazapado espero al primer candidato, al que recibió con un ladrillazo en mitad de la geta, reventándole la nariz y apropiándose de reloj, móvil y diez euros para sus gastillos.
Una vez mercado el botín salió disparado a pillar para la fiesta, haciéndose amigo o colega, que en estos ambientes ya se sabe, mientras le ríes la gracia al camello de turno e intentas no mear más alto que el. en fin que acabo colaborando con el  Lonchas en su pequeño mercado del placer a cambio de no sentirse solo, aunque este a veces lo humillara un poquito para recordarle quien es el que corta el bacalao en esta pequeña sociedad limitada.
                                                 *        *        *

_Roberto Jiménez Alija (21 años) alias el “Lonchas”
Camello reconocido del Arrabal cuyos logros en la vida eran, ser camello y burro a partes iguales, cuerpo Danone currado en gimnasios y en sus visitas temporales en el hotel las rejas, donde era el recadero de todo cliente que se encontrara allí, su desahogo sexual y el que se comía los marrones del personal, consiguiendo aumentar en dos o tres meses su condena, por capullo desorejado.
Claro que en la calle se hacía respetar, bueno más bien temer, parco en imaginación solventaba las diferencias intelectuales y de liderazgo a base de ostias. Es lo que hay, si naces sin culo, sin nadie que se preocupe y si sumas las estupideces de unos padres que preferían tirar de los servicios sociales antes que dar un palo al agua… es lo que toca
Consiguió este Lonchas, a trancas y barrancas acabar la E. G. B. apenas sabía leer, sumar tan solo aquellas cantidades que no sobrepasaran 23 “ya saben la cancioncilla esa… con los dedos de la mano, con los de los pies, con la punta de mis cojones todo suma 23”. Andaba como se suele decir este dechado de virtudes, con semejante bagaje cultural, sentando cátedra sobre esa pila de desahuciados, que se metían cualquier cosa para pasar el día en los reinos de Babia, recibiendo de vez en cuando algún que otro aspirante a pijo y gente de más alta alcurnia, que le compraban aquello que estaba prohibido, con lo que conseguían por un breve espacio de tiempo, rozar el paraíso del flipe.

                                                 *        *        *



Siempre juntos,  los viernes a la caída de la tarde, el Babosa se agenciaba con unos cuantos incautos, como buen cicerone, hacia que lo siguieran, enseñándoles lo más granado del barrio y prometiéndoles que con él no corrían peligro, los dejaba en el bar o mejor dicho antro de mala muerte, donde convivían cucarachas, pulgas y otros animalejos con la deteriorada clientela, gentes de mala catadura, la mayoría desdentados, con más callos en los brazos que mata sellos en el pasaporte de un diplomático.

Dicho garito tenía sobre la entrada un neón venido a menos con la leyenda de “Ventorrillo la alegría”  menú cinco euros y una vez dentro, el cartel pegado sin papel celo en la pared, donde se podía adivinar más que leer las normas y prohibiciones en dicho local y una dudosa licencia de apertura.

 Para que no faltara de nada, habitaba en semejante sitio, una mujer de nombre Devora y conocida como  “la Devoradora” o la Devo para los clientes más finos.  De edad desconocida, de vida alegre y moral distraída, que entre ropa y cuerpo no llegaba a pesar los cuarenta y seis kilos. Con dos dedos de emplaste por maquillaje y los ojos llenos de pelotillas negras, producidas por la falta de higiene y ese lápiz de ojos, que más que de ojos se asemejaba a lápiz de carpintero.
Es lo más que despachaba esa porción venida a menos llamada Edén o paraíso.  Liarte con semejante sombra de mujer era asegurarte mínimo una gonorrea, amén  de inquilinos trapecistas en tus partes y si se terciaba una felación, podías darte colmado, con un rasguño en el muñeco y un sidazo que directamente te ponían en fase tres en tan afamada lista

En semejante sitio, tenia el Lonchas su oficina, por la cual pagaba tres cervezas y un par de cubatas, de no se sabe que aguardiente, ya que el dueño nunca dejaba ver la marca de la botella, pero si te aseguraba una resaca de tres pares.
Cuando el Lonchas veía aparecer a su socio, por llamarlo de alguna manera, se metía la mano en el bolsillo derecho donde tenía la escasa mercancía de calidad, con la que engatusar a sus victimas, para luego endosarle la menor de las veces anfetaminas machacadas, con un toque de gasolina, vendiéndoles la historia de que esta era superior y no estaba cortada.


Luego pasaba lo que pasaba, los que se las prometían felices por tal hallazgo de tanta calidad, se tiraban el fin de semana como motos, literalmente, con un olor y sabor a carburante que echaba para atrás al más pintado. Uno de esos clientes casuales, se presento un viernes para exigir al Lonchas que, le devolviera su dinero, o lo denunciaba a la policía, una mueca parecida a una sonrisa, recorrió los rostros del respetable, que con falsa cara de asombro, se descojonaban en su interior.
El Lonchas falsamente compungido, invito al susodicho a salir a la calle, pues ciertas cuestiones eran mejor airearlas fuera, con la excusa de preservar su reputación de tío legal y que resarciría al incauto con lo mejor de lo mejor. Salieron a la calle por la puerta de atrás de la citada oficina y ya el personal corría hacia las ventanas para ver una vez más, al Lonchas, resarcir en lo posible al majadero de turno.
- bien según tú, mi mercancía es mala ¿no?
_-Bueno… sí, _sin subir la voz, sin mirar de frente, el muchacho se había desinflado un poco, se estaba dando cuenta que no las tenia todas consigo e intento evadirse.
- No tan deprisa, pringado. El Lonchas lo cogió del cuello amigablemente y le prometió que iba a tener en breve lo mejor de lo mejor.

          El cordero, que así se sentía ya el muchacho, intento sacar una sonrisa, pero ya el Lonchas, saco su repertorio de repartir ostias y por que se lo quitaron de las manos, pues aun así, no dejo parte de la cara sin que recibiera tal bendición, mientras el muchacho juraba y perjuraba que su mercancía era de lo mejor que había probado.
Una vez apartado el Lonchas por el personal, le espeto a su cliente – No te preocupes, que ahora llega el 061 y te vas a flipar sin pagar un duro con lo mejor de lo mejor, le quito el móvil y llamando emplazo a estos a la entrada del barrio, urgiéndoles pues el accidentado no pintaba bien.
Ni que decir, que a los pocos días la policía intercepto al Lonchas y este paso tres meses con todos los gastos pagados en el Hotel las rejas, donde como venia siendo habitual, el Lonchas, paso a servir al chulo de turno, ser el puto de todo aquél que lo deseara y a ocupar su escalafón social dentro de este mundillo, donde solo podía ejercer su mala lengua contra los funcionarios, que estos a su vez engordaban su estancia en el hotel, rellenando farragosos informes, hasta que el Director se le hinchaban las narices y apremiaba para que hicieran oídos sordos y quitarse a semejante imbécil, de la vista…
                                                 *        *        *



_ Puntos de luz equidistantes, iguales unos a otros, sin matices, monótona espera, que a ella desespera. No acostumbrada a la aparente tranquilidad de Arturo, sin saber verdaderamente quien era ese Arturo que amara a su hija, y por la que hoy en su ausencia, compartía con este joven, su destino.

Desde que ella no estaba, el andaba silencioso, solicito con ella, como le dijo su hija, pero grave, serio, hasta llego a sentir frío junto a él. Se confesaba a sí misma que en ciertos momentos sentía miedo a su lado, pero Arturo sabía como disiparle las dudas y el miedo. Le hablaba de la venganza, que tendrían que ser pacientes, pues se trataba  de que ellos sufrieran y nada podía dejarse al azar, le había prometido una foto de cada uno, una vez que desaparecieran.

Le enseño una foto del sicario, que respondía al sobre nombre del Témpano, él se encargaría de llevar acabo el macabro encargo. Un viejo aparente, de unos dos metros de alto, casi como Arturo, pero encorvado, el pelo largo en rastas, una barba rala y algo más poblada en la barbilla, una cicatriz le surcaba de arriba abajo, por encima de la ceja del ojo derecho para terminar a la altura de la comisura del labio, que a simple vista parecía reciente y Arturo le explico, que siempre la tenía  abierta, unas manos grandes, y los ojos azules, de ese azul que no dicen nada, vacíos de expresión, más bien gélidos, de esas miradas que cortaban el ambiente, de esas miradas que no se pueden soportar y obligan a cualquiera a volver la cabeza en otra dirección.

-El lunes sale el primero de los implicados, este era menor cuando cometió tal vileza.
*Y dices que le llaman Babosa
- si, he preguntado por todos los antros, por los barrios periféricos y en el arrabal, me lo confirmaron
* ¡Cuando será!
- no desespere Rosa, vea que ya he mandado lo necesario por el correo y el Témpano ha contestado
* ¿Y que dice el tal Témpano?
- que en diez o quince días nos manda el resultado
* ¿Cuanto nos costara?
-no se preocupe por eso, esta todo concretado, ahora le hago el ingreso del cincuenta por ciento y cuando acabe con el primero a la llegada de la foto se le pagara el resto
* ¿Y te fías…?
- ¿del Témpano? si, por desgracia cuando coge un encargo, es difícil de anular y hasta que no lo realiza, no se plantea otro trabajo.

-Esta tarde salgo de viaje de negocios, estaré un tiempo fuera, usted no se preocupe por nada, si necesita dinero ya sabe donde se guarda y he llamado a una amiga de confianza para que le quite las tareas, limpie la casa y le haga compañía, es buena persona, habla poco
*como tú, sonrió Rosa

_ La acerco y beso su frente, ella se abrazo a él como si fuese su hijo, su tabla de salvación, el ancla que la mantenía en activo y él único motivo que la amarraba a la vida. Prometió a su hija,  que ella se iría a vivir con él, para no estar sola, y que él se encargaría de vengar su perdida

                                                 *        *        *


La mañana se presentaba desagradable, una lluvia sucia arreciaba con viento, el día que el Babosa fue a firmar como cada quince días.
Marchaba el babosa con una sonrisa bobalicona, se sentía libre de todo, le habían advertido que no se pusiera en contacto con él, y de momento lo respetaría, claro está, siempre que encontrara bajo la puerta y religiosamente cada quince días el sobre con dinero para no meterse en líos y no dejarse ver por donde no debía.
En la esquina de unos grandes almacenes, fue interceptado por un hombre que se identifico como policía, le pidió que se identificara y con la radio pidió información a la central, le dijeron quien era mientras el Babosa le insistía que tenia que firmar a las doce y que estaba limpio desde que salio del reformatorio, que conocía sus derechos y todas esas zarandejas legales que se saben al dedillo y no dudan en restregar por la cara al oficial de turno, a sabiendas de que esto les hinchaba los cojones de una manera bestial.
El agente lo empujo contra la pared, le dio la vuelta y lo esposo sin miramientos, ante la mirada atónita, de un seudo jipi, de un yupi despistado y la señora que en bata y pantuflas salió a fregar el rellano de su portal, echando pestes de esos vándalos que se orinaban todas los fines de semana y les llenaban los buzones de futuro truncado en globitos de mil colores y sabores.
-¡A  este desgraciado si tiene usted cojones de esposarlo, pero a los vándalos  que los fines de semana se atrincheran en mi portal, nada de nada! ¡Sinvergüenzas!, para lo que hemos quedado, pague usted impuestos para esto. El agente la miro de reojo mientras cogía fuerte del brazo al detenido y mirando aún lado y otro, aprovecho que nadie miraba y sin mediar palabra, arreo una patada al cubo de agua, poniendo a la ciudadana echa una sopa, consiguiendo que se callara. Sus quejas estaban justificadas, pero no era a él a quien tenía que calentarle la cabeza, en las próximas elecciones que eligiera mejor, al vividor de turno, que le prometiera limpiar la noche,  de semejante ganado.

Metió al Babosa sin miramientos en el asiento de atrás, propinándole un esplendido golpe en la frente con el marco del coche. Babosa volvió a vociferar sobre sus derechos y que conocía gente con poderío que lo mandarían a controlar el trafico. El agente no quiso seguir escuchando y salió a toda pastilla dirección al viejo polígono, cosa que no gusto nada al Babosa que termino de gritar para seguir con un leve balbuceo y con un sudor frío recorriéndole la espalda.
El agente se bajo del coche frente a una pequeña nave, abrió la puerta, metió el coche dentro y una vez cerrada la puerta lo saco a empujones lo esposo a una columna, poniéndole un trozo de cinta americana en la boca 

 – Así este más guapo chaval.
Volviendo a montar en el coche, se marcho dejando solo al Babosa, en la oscuridad más absoluta. El silencio desquiciaba, sin ver nada no supo cuanto tiempo paso de pie, de vez en cuando escuchaba a las ratas pelearse por algo y rezaba por que no se le acercaran, las tenía fobia. Sintió abrirse la puerta y un gélido aire golpeo su cara, pero más frío le entro cuando vio al personaje que en ese instante se planto delante de él como un exhalación, la mirada azul y fría como el acero, sin expresión alguna, la altura del anciano, esos pelos de rasta y el gabán de cuero marrón desgastado en los codos y el cuello.
Una mueca a modo de sonrisa afloro a su cara. – me presentare, para tu desgracia, mi nombre es Témpano y vamos a ajustar una deuda pendiente. Tiro de la cinta americana sin miramientos, depilando los pocos pelos que cubrían la cara asustada del Babosa, este lanzo un grito que el Témpano se apresuro a acallar, asestándole un puñetazo en la boca del estomago, lo que obligo al Babosa a boquear como un pez fuera de su medio natural, mientras, en la mano izquierda sostenía una carpeta con los datos del Babosa y el juicio, bueno el chiste mediático al que tenían acostumbrados al personal.
- yo tenía que estar a las doce en el juzgado para firmar, por culpa de ustedes se me va a caer el pelo
- no te preocupes, acabaremos pronto… de ti depende
- Y cuando acabe, quien me justificara ante el juzgado por no firmar, tendré que contarle que la policía me ha detenido ilegalmente.
- Ese es el menor de tus problemas ahora… ¿Sabes leer, te gusta leer?
- a que viene eso ahora… ¡Pues claro que se leer!
*-Y la historia, como andas de conocimientos
Una risa nerviosa invadió al Babosa   -si es por que no termine los estudios me parece una pasada, cuando sus superiores se enteren se le va a caer el pelo
-¡Silencio!,  hablaras cuando te pregunte y si no me gusta lo que oigo, te iré torturando despacio, hasta que me digas lo que quiero saber.
_ El Babosa empezó a temblar y a rogar por su vida, pero ya el Témpano lo había soltado y con una mano férrea sobre el cuello del desgraciado lo volvió a atar de píes y manos, sobre un somier de muelles, arrojando sobre el cuerpo un cubo de agua fría, atado como al hombre de Viturvio del celebre Leonardo, le pregunto…
- ¿Conoces a Leopoldo Lugones?
- ¡yo no me trato con nadie, no veo a nadie desde que cumplí condena por algo que no hice! gritaba el Babosa. Témpano volvió a golpearle sin miramiento, lo miro fijamente y le amenazo con destrozarle si volvía a gritar.
- Te explicare, porque no se  que clase de enseñanza recibís, ni que hacéis. En esas estadísticas donde solo se preocupan de los que saltan de curso, como si se tratara de charcas para ranas y sapos, sin importarles los resultados.
Bien como te iba diciendo, el señor Leopoldo Lugones, fue un intelectual argentino de finales del siglo diecinueve, principios del veinte, entre otras barrabasadas, apoyo la dictadura en Argentina y fue el inventor de la picana. ¿Por cierto sabes en que consiste tal invento?
- ¡no!, pero por favor suélteme, se lo ruego, yo no he hecho nada
- ¡Nada! que tu no as hecho nada, ¿te acuerdas de Johana, en este mismo lugar, no te va sonando el sitio?, también pidió clemencia, rogó por su vida y por su integridad. Pero vosotros, tres machotes, hicisteis oídos sordos a sus suplicas. ¡Tres! para vejar a una muchacha, golpearla hasta la extenuación, violarla y por si fuera poco destrozarle el cuerpo y el rostro con una navaja.
¡Bien! la picana consiste en aplicar electricidad al cuerpo, hasta que me cuentes lo que he venido a averiguar.
Rasgo la ropa del Babosa, lo dejo totalmente desnudo, acercando una mesita con ruedas, una batería y dos pinzas. Tan solo quiero el nombre del que salio de rositas sin pasar por los juzgados, su nombre y a que familia pertenece… ¿me entiendes?
- me mataran, lloriqueaba, coloco una pinza sobre un pezón del Babosa, humedeciéndolo antes y la otra en el otro pezón. La descarga hizo que se retorciera de dolor, acelerando la respiración. Se lo quito y volvió a preguntar -¡Como se llama!
- me mataran, lloraba Babosa entre mocos y dolor, se había orinado encima lo que facilitaría la tarea al Témpano que le aplico las pinzas en los genitales.
_ El impulso eléctrico llego al cerebro del Babosa sacudiendo su cuerpo como si fuera un pelele, el corazón parecía una locomotora desbocada, los ojos se quedaron en blanco. Cuando despertó, seguía en la misma posición, tan solo estuvo desmayado cinco minutos, pero el vio pasar toda su vida por delante, se asusto tanto que decidió hablar con tal de que parara ese dolor, y desapareciera el olor a carne quemada
- ¡vale, vale!, suplico, se llama José Borja y es hijo del juez Borja, su padre paro el proceso, nos amenazo si lo implicábamos, y si no lo hacíamos, nos mantendría, dándonos una cantidad de dinero cada quince días, para no meternos en líos, y que esto pasara cuanto antes. Pero yo solo la sujete, no le hice nada más, ¡debe creerme! ¡Ahora me soltara!, ¿no? _ Témpano se llevo la mano a la sobaquera donde guardaba una pistola, miro a su victima, que temblaba
-¡Mírame!, coloco el cañón de la pistola en  la frente de Babosa y disparo, hizo una foto al cadáver.

Cuando se trata de muerte, nada queda al azar y menos cuando quien inflinge el castigo es alguien como el Témpano. Atado y bien atado, tan sólo quedan unos flecos sueltos, eso que tan finamente los estados han dado por llamar “Daños colaterales” y son esos daños colaterales, los que vienen cargados de odio y bilis, de injustita, de vacíos irreemplazables.

Días antes de que saliera el Babosa del reformatorio, ya Témpano había reconocido el local, distribuyendo cargas de dinamita en los pilares centrales del edificio, repartido bidones de gasoil por las cuatro esquinas y en lo que en otro tiempo fuera el habitáculo utilizado como oficinas, con un montón de legajos y albaranes esparcidos por el suelo, había almacenado cajas de madera para cuando llegara la hora aquello ardiera por los cuatro costados.

Había colocado una bañera de hierro, sobre el paso de la tubería de desagüe de las aguas negras y una manguera…
Después de meter un tiro entre ceja y ceja del Babosa, procedió a sumergir el cuerpo en la bañera, con las protecciones adecuadas, vertió sobre el cuerpo del finado una disolución de ácido sulfúrico, lo suficientemente fuerte como para deshacer la carne de los huesos, lo suficientemente fuerte para reblandecer los huesos, y así poder triturarlos, llegando a conseguir una pasta que poco a poco fue vertiendo en el desagüe, con el agua abierta para que fuera diluyéndose. Borro las posibles huellas, programo la carga de explosivos y salió de la nave, cerrándola con varios candados.
Con el teléfono del Babosa, hizo una llamada de emergencia a los bomberos, y se marcho. Y con el mismo teléfono móvil activo el segundo móvil que utilizo como detonador. Primero fue la explosión, que se escucho a varios kilómetros a la redonda, luego una lengua de fuego de tres pisos de alta y una espesa nube, señalaban el punto exacto de dicha explosión.
La prensa local, informo de tal accidente, no teniendo que lamentar daños a personas tan solo materiales, y a nivel nacional, solo era una noticia más, de esas que llenan los espacios muertos en los programas de sobre mesa de todas las televisiones.
                                                 *        *        *

Hay noticias que pasan desapercibidas para la mayoría de los mortales, pero siempre, siempre hay alguien que paciente espera, que sigue ciertas coincidencias en el “modus operandis”, coincidencias, por muy leves que sean.
Esto pasaba con Fernández, viejo inspector de policía a punto de jubilarse, hace tiempo que vivía solo, y digo vivir por que el arpía de su es mujer, lo amargo todo el tiempo que estuvieron juntos, tan solo, fue por decir algo, feliz el primer año de casados, antes de que vinieran los niños, niños que nunca llegaron a ver la luz, quedando en el quirófano y luego en un frío nicho.
Entiende Fernández que ella no pudiera superarlo, si sumamos las largas ausencias de casa por motivos del servicio, los dos atentados sufridos en ese año y el abuso compulsivo de pastillas para dormir dieron al traste, con esa vieja idea de perpetuar un rito que cada vez duraba menos en esta sociedad cambiante, donde ya nadie aguanta a nadie. -En algo se había mejorado, pensaba Fernández. Ya no tenían que aguantarse las mujeres con el muermo de turno y viceversa, todo abonado, por la falta de comunicación entre las parejas, una incipiente incultura y un vivir la vida loca, sin ataduras y sin obligaciones.
Estirado en el viejo sofá Fernández se rascaba placenteramente la entrepierna frente al televisor, cuando la noticia en apariencia insulsa como el resto, llamo rabiosamente su atención. La explosión y el sitio tenían la marca característica de un viejo conocido al que nunca pudo echar el guante, sus superiores le decían que no se puede perseguir una leyenda urbana eternamente, por, lo que más de una vez que había intentado seguir la pista del autor de estos juegos de artificio. Siempre le habían puesto pegas y cuando creía estar cerca de reconocerlo y apresarlo, no sabía como ni porque, ni que mano bruja le desmantelaba el caso, lo apartaban e incluso lo amenazaban anónimamente para que se olvidara del tema.

Nació Fernández en 1960, nada especial para recordar, su padre llego de Alemania nueve meses antes, pico la flor, dejó parte del dinero ahorrado, un dudoso futuro y una boca más que alimentar, estudio como pudo en Centros del estado y después del servicio militar, se preparo las oposiciones para guripa. Los primeros años fueron duros, el destino para los nuevos era la zona más caliente del país, vivió una transición anodina y digo anodina por que Fernández tenía su propia opinión sobre estos temas. Un intento de Golpe de Estado y el baile de camisas, que de uno y otro pensamiento político andaban ansiosos por coger, no el poder, sino las ventajas y los beneficios que gente sin escrúpulos no pensaba dejar pasar. Época de dudosa luz, de dudosa igualdad, “más bien inexistente”, una caterva de desaprensivos que nunca habían dado un palo al agua, ahora se presentaban como garantes de la democracia. Para Fernández estaba claro, antes el poder era uno y ahora andaba bastante repartido, las caras de la nueva generación aun estaban frescas, sin los estragos de un futuro próximo. Lleno de corruptos y corruptores, sin la parafernalia de esos que llaman lobbies y que llevaban años manejando al mejor precio las políticas de los grandes, a nivel mundial. Aquí las constructoras, los lame culos, la familia y el auto bombo de que las cosas están bien…
– ¡Vamos del carajo!, decía en voz alta, a aquel que  quisiera escucharle.

Fue a finales de la década de los 90, cuando se topo por primera vez con la pista del Témpano, entonces nadie lo conocía y en la actualidad seguía siendo un perfecto desconocido. El caso estuvo un tiempo en candelero, se habían encontrado seis cuerpos a lo largo y ancho del país, con un tiro de gracia entre ceja y ceja y dos más fuera. Uno en Nador y el segundo en Francia. Por la parte que nos tocaba, el recorrido era el siguiente. Uno en  Algeciras, otro en Málaga, un tercero en Valencia el cuarto y el quinto en Madrid y Barcelona y el último en Andorra. Tema de drogas pensó en un momento, alguien no había cumplido su parte del trato o intento vender al correo.
-lo que más me jode de este tipo, es que él solo ha desmontado una organización, desde el más insignificante en el entramado hasta el cabecilla o jefe, y nosotros con los medios que tenemos, ¡pocos o ninguno! tenemos que estar haciendo el trabajo, para que luego te venga un muerto de hambre con traje de Armani a frenarte los pies, y no educadamente y con fundamento sino por medio de un fiscalucho que empezaba a despuntar y prometía ser futuro fiscal jefe, ¡manda pelotas la cosa!
Estos nuevos demócratas, metían sus manos en todo, debilitando los poderes y controlando por medio de la extorsión o las amenazas, o plantando leyes prohibitivas, como el que planta nabos...


Llego Fernández ha comprobar según se iba metiendo en fango, que más de un preboste de la democracia andaba pringado hasta el cuello. Los había de todas las raleas, altos funcionarios, políticos de altas esferas, alcaldes, presidentes, jueces y fiscales, banqueros o seudo banqueros, por no dejar fuera a sindicatos.
Y una duda razonable, sobre la Casa Real. Aunque él,  aún sentía cierta simpatía por el monarca, pero esta conjetura se la guardaba de momento.

Y él Témpano, un perfecto desconocido que le quitaría por unos años el sueño y que pronto se haría un nombre y una reputación, consiguiendo, solo con decir su nombre, que las bocas se cerraran, otros incluso los más bregados sudaran  en frío.
Firmaba sus trabajos, el tal Témpano, dejando en el bolsillo del finado una flor, en particular una que se llama Edelweiss o flor de las nieves. Y hasta hoy no había noticias del citado. Se prometió a si mismo que para el tiempo que le quedaba en el convento, al revés que la mayoría de los mortales que deciden “cagarse dentro”, él iba a poner toda la carne en el asador y terminar su sórdida carrera como agente de la ley, con broche de oro.

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_ José Borja (24 años) más conocido en el ambiente por el “Bocazas”.
Andaba este hijo de la desidia, más perdido que el barco del arroz. El padre, desde pequeñito había intentado sacar provecho del niño, pero estaba llamado al fracaso. Suele pasar en aquellos, que al nacer lo tienen todo sin el esfuerzo, sin valorar, ni tan siquiera comparar la suerte de su cuna, con los que a diario los más afortunados tenían un trabajo mejor o peor remunerado en un país que era el descojone del continente y conocido como “los mil euristas” y eso cuando este país marchaba bien y a los padres putativos de la patria que nos endosamos cada cuatro años. Y los menos afortunados, hurgan en las basuras, recogen chatarra, tienen profesiones liberales, o simplemente trabajando por un salario ínfimo, todas las horas habidas y por haber.
Todo gracias a unos decretos ley, formulados por esos mismos que han estado malversando y mangoneando las arcas públicas, las cajas de ahorro y un sin fin de latrocinios variopintos. Mientras los que nacieron sin culo, han de mantener con la cabeza gacha y la imperiosa necesidad de pelear por un plato en la mesa, a todos estos mangantes. Por que con el esfuerzo de los más desfavorecidos, se han reflotado la banca toxica y algún que otro despropósito más.

El Bocazas, meapilas en apariencia, de domingos de misa, sabía de sobra que solo era el ritual para darse a conocer, intimar en futuros chanchullos y otros menesteres, como su santo padre el gran Juez Borja, quien, más de una vez en sus charlas educativas y de las cosas de la vida, le soltara tales peroratas.
–Hijo has de mantener las formas, hacer como si comulgaras con el sistema, para más tarde recoger beneficios, recuerda que todo es comedia y como acabe la función, es asunto tuyo. Tan solo somos actores y los más vivos se comen a los más atontados.
_ Todo un filósofo, ¡si señor!, de alguien que nunca ha creído nada y cuyo credo y fe verdadera, ha sido asentarse en el poder, para beneficio propio.

_ El precio que se ha de pagar por vivir de esta manera, a veces compensa sobre manera, y otras, tan solo pasa a ser ángel caído, siendo lo que más les duele a estos ángeles caídos.
Ser juzgados por esos mismos que andan con la mierda al cuello igual que tú, pero con la diferencia que ellos intentan no mearse fuera del plato, pues por muy sinvergüenza que se sea, uno debe de respetar los códigos no escritos con tinta, para no echar por tierra una labor tan bien oculta y elaborada.
En fin la mafia que ejercen el estado y los grupos de presión, de las multinacionales y otras instituciones, algunas con olor a Santidad, donde irán a parar, estos señores después de haber trabajado y echo política para los grandes.
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 _  El Lonchas no paraba de despotricar, mientras daba largos tragos al combinado de dudosa ginebra y un refresco de cola que parecía haber sido elaborado con el agua sucia del fregadero, una rodaja de limón y tres cubitos de hielo casero, donde se podía ver los restos de una gamba y otras viandas o cadáveres de insectos que habían caído en semejante cubitera para quedar congelados, como esos mosquitos que están encerrados en el ámbar que te venden como un souvenir. Como la luz era escasa por no decir ausente. Orgulloso el dueño de tan refinado tugurio, pensaba cobrar más caro, ya que no solo era el brebaje sino las tapas que por deferencia iban incrustadas en el interior de los hielos.

- ¡Me cago en todo lo que se menea!, grito el Lonchas acompañando el barrunto con un buen golpe sobre el mostrador  -que no viene el Babosa, quedamos a las siete y media y ya ha pasado una hora, eso me pasa por mirar el mensaje y hacerme caso de este tarado. Cóbrame que me piro,
_ sacando un billete de cinco euros, que parecía totalmente encalado, no hacía falta ni pasarle la tira reactiva de drogas, daba positivo tan solo con mirarlo y si lo sacudía en el aire podía colocar a todo el vecindario.
El dueño del garito, que andaba en la honda del reciclado y de no tires nada, agarro  dicho billete y lamiéndolo con fricción, le devolvió cincuenta céntimos mientras se echaba un dudoso whisky de malta, aunque en la etiqueta rezaba whisky  100% de manta, pero el decía que malta en algunos idiomas se pronunciaba así, que el ha viajado mucho y sabe de estas cosas. Se escuchaba una especie de llanto o risa y un comentario que vagaba como un susurro, Devora no andaba muy católica, pues tenia la única muela que le quedaba algo picada y se puso púa de Machaquito que consistía en alcohol de 90º y medio paquete de azúcar, todo ello bien mezclado con un poco de espesante para darle cierto cuerpo, vamos un poquito de densidad y entre ardores y risas mirando al dueño de tan afamado local…  -Como sigas descojonándote de mi te arreo una leche que me vas ha estar orbitando el local durante un mes.

                              *                  *                  *

_ Fernández llego pronto, el escenario era dantesco, un cráter de cinco metros de diámetro por dos de profundidad, es todo lo que quedaba del afamado ventorrillo la Alegría, clavada en el poste del telefónica se encontraba la mano del Lonchas y la ausencia del dedo meñique, se sabía que era del susodicho por el documento de identidad, sujeto al poste por los dedos en forma de atril. Al pie del poste recogió Fernández una pequeña flor de Edelweiss, seña inequívoca de que esto era obra del Témpano, la guardo en su cartera y desapareció dejando sitio a los de la científica y artificieros para que hiciesen su trabajo, sin decir nada sobre la flor.

Según la versión de la Debo que le dio al oficial de turno:
- Un joven entro gritando que donde estaba el Lonchas que le iba a partir la cara por haberle tangado en el preciado producto que tanto ponderaba el tal Lonchas, como de la más alta calidad.
Como venia siendo habitual, el Lonchas se mostró conciliador y le pidió que saliese a la parte trasera del local, pues esos temas mejor solucionarlos entre ellos dos,  que andar con ruido no era bueno para el negocio, y como de costumbre la Debo y el dueño del antro se fueron a la ventana para solazarse de las muestras de cariño y bellas palabras que el cafre del Lonchas iba a dedicarle por toda la cara al susodicho. No esperaba este, ver en su lugar cuando salio al Témpano, le dejo helado, la estatura esa cicatriz que le atravesaba la cara y la falta de expresión, como una figura de mármol, sin sentimientos.
Intento el Lonchas defenderse amenazando con el puño por delante.  Haciendo ostensible su musculación y su falta de cerebro.
Dice la Devo en su declaración que este gigante lo levanto sin esfuerzo, que solo se entero que le decía “Con que mano” y el lonchas levanto la izquierda dejando ver un solitario con una esmeralda tallada en el dedo meñique, acto seguido ese gigante le corto el dedo y luego la mano entera, clavándola en el poste de telefónica junto con el carnet. Que como chillaba tanto le metió un trapo en la boca, le coloco un chaleco cargado de explosivos y en volandas lo  acerco a la puerta arrojándolo al interior como a un pelele, mientras por la parte de delante tanto el dueño como Devo salieron del antro a toda leche, luego la explosión que les dejo algo aturdidos pero ni rastro ya del gigante y menos del  Lonchas.

                                       *                  *                  *

_ La madre de Johana encontró en su buzón esa mañana un sobre en cuyo interior se encontraban dos fotos, una de un joven con un tiro en la cabeza y la otra de alguien doblado sobre si mismo, sangrando, detrás un poste de telefónica  donde se podía apreciar una mano clavada en el mismo del segundo participante y una nota que decía, “vamos a por el tercero”. No le devolverían a su hija pero una paz interior fue aflorando a su rostro, tan solo le quedaba el tercero y el quien más hizo, pero que por ser hijo de un juez, andaba libre y de rositas, sin cargos pues nunca fue delatado y más le hubiese valido estar entre rejas, pues la tempestad después de la calma no era nada halagüeña.

Viernes por la mañana, para variar el señorito llego a la universidad a eso de las doce, retraso que el maestro y resto de compañeros agradecía enormemente, y es que  era tan rematadamente imbecil que llegaba al hartazgo, interrumpía el trabajo y por ese día ya se podían dar con un canto en los dientes si sacaban algo de provecho, antes de que llegara el capullo de marras.
Pero esa mañana lo vieron por la ventana, hablando con tío de dudosa honorabilidad, con unas raptas de cuidado, una chaqueta vaquera con una hoja de maría a la espalda, un tío grande como no habían visto por ese Campús en mucho tiempo. Al Bocazas le sacaba como dos cabezas y este media 1.80 metros de estatura o sea que el gigante de las raptas andaría por los 2 metros  más o menos. El lunes comentarían a los agentes que fueron a la universidad, que lo vieron con dicho personaje y que José Borja, el hijo del juez Borja en un principio parecía… Pero si los sabuesos estaban allí esa mañana preguntando por el Borja, las cosas no estarían pintando bien, al menos para el hijo del juez.
                              *                  *                  *
El sábado a eso de las cinco de la tarde, llamaron al timbre de la finca.
-¿si, que desea?
Tengo una cita, con el juez
- su nombre, por favor
Antonio Santos, del bufete de abogados de Chamberi
-un momento por favor… acciono el pulsador y la cancela se abrió, dejando pasar a un BMW descapotable con todas las pijotadas del momento
- espere en el salón, el señor juez le recibirá en unos minutos, ¿desea tomar algo mientras espera?
-Si, un vaso de agua si no es molestia.
_ Por una puerta camuflada tras un tapiz, entro el juez en el salón, sin mirarle se sirvió un whisky le dio los buenos días y pregunto que se le ofrecía.
-Tan solo venia ha entregarle un video y aclarar alguna duda que tuviese después de mirarlo.
- Y tengo que verlo con usted delante
- es lo que convino con usted mi cliente
- Si, si bueno, acompáñeme usted, pasemos a mi despacho.
_ Sin que se diera cuenta el juez, vertió sobre el Whisky unas gotas de un potente sedante, el suficiente para ver el video pero que mermaba sus fuerzas entorpeciendo sus movimientos, para poder visionar el video.

_ Cuando nadie había asomado a las ventanas, el Bocazas fue introducido en la parte de atrás del furgón de chatarra, previamente narcotizado, cuando vino a despertar no sabía donde se encontraba, sin poder moverse y con una capucha en la cabeza, la lengua pastosa y un dolor de cabeza insoportable. Alzo la voz por si había alguien pues escuchaba ruidos, alguien estaba disponiendo cosas sobre una mesa metálica. El Témpano le quito el pasamontañas para que pudiera ver, un sudor frío invadió su frente, trato de soltarse pero cada vez que forcejeaba las esposas de cuerda se ajustaban más a sus maltrechas muñecas.  Aquello tenia pinta de la Santa Inquisición, bisturís, lancetas, sierras, todo tipo de hojas aceradas para corte de carne y un mazo de unos tres quilos y un pequeño bidón de hierro con ascuas ardiendo. pero lo que más le acojonaba era un tío bajito que rondaría los 60 años con una bata de medico, guantes y una mascarilla que no dejaba averiguar su rostro, un gotero, bolsas de sangre con su RH, vendas y un montón de píldoras de morfina.
Lo que vio el juez en su casa, fue una imagen dantesca de su hijo mutilado, le habían quemado los ojos, cortado la lengua, las manos y pies golpeados por ese mazo pilón, con un gotero en el brazo y una vía abierta para suministrarle sangre, pues ciertas artes requerían de este sistema para no matarlo., le habían operado sobre esa mesa metálica, dejándolo tretrapléjico de por vida y vio como era metido en una furgoneta todo vendado y tirado en la puerta de urgencias de un hospital del que no aparecía el nombre ni se sabia su ubicación, pues la grabación omitió en todo momento recoger planos de los alrededores.
El juez a duras penas se mantenía, entre el horror  y el sedante, una espuma rabiosa afloraba por la comisura de su labio e intentando golpear a ese mamarracho que decía ser abogado.
- Ahora le acompañare a la salida de casa, vendrá usted conmigo en el coche y una vez fuera, la volare en mil pedazos. Desde hoy empiezan sus problemas de verdad, he mandado unos documentos a los periódicos, y al juzgado, donde se detallan sus trapacerías en corrupción y el crimen cometido por ese que a partir de ahora tendrá usted que hacerse cargo de él para todo, desde alimentarlo hasta limpiar sus inmundicias y no se preocupe por  mí, pues yo desapareceré en cuanto su casa quede destrozada y no volverá a saber nada más de mí, y le recomiendo que no me busque, pues soy yo quien localiza a la gente y no al revés… ¿comprendido?
- ¡Si hijo de la gran puta…! tu no sabes con quien has topado
- Tranquilo hombre, solo será una explosión muy fuerte y luego nada, silencio y mucho que pensar, ah me quedo con su teléfono móvil, necesito hacer una llamada y poner punto final. Y si ahora me lo permite _ marco el número del teléfono fijo de la casa del Juez y acto seguido se escucho en varios kilómetros a la redonda una explosión que reventó los cristales de las casas vecindantes.

El domingo por la noche, fue localizado el juez, en un tugurio de mala muerte, no sabía donde se encontraba y apenas se le entendía cuando los agentes del orden público le preguntaban. le comunicaron algo que el ya sabía y es que en el Hospital Centro se encontraba su hijo en la UCI, estaban intentado reconstruir parte de ese cuerpo humillado, pero se podía hacer poco, le habían aplastado las manos y los pies, viéndose en la tesitura de tener que amputárselos, pues aquello empezó a cangrenarse y no vieron más opción, le dijeron que se quedaría para los restos en una silla de ruedas pues la habían practicado una intervención quirúrgica a lo bestia, en la columna vertebral, cortando algunos nervios, la mitad de la lengua suturada que la otra mitad no la encontraron y parcialmente ciego, le habían quemado con sumo cuidado las pupilas y hasta que no  le tomaron el ADN no supieron que se trataba del hijo del Juez  Borja.
Este dio dos arcadas vomitando sobre el uniforme de los agentes, que estuvieron apunto de darle un repaso de porra en agradecimiento a esa pestilente cascada de inmundicias que salía a presión de la boca del juez, con la fuerza de una manguera de bomberos, llenando de tropezones indescriptibles la pared de aquel tugurio.

El lunes temprano, se encontraba dos desconocidos en una sala vip, del aeropuerto Adolfo Suárez o Barajas, según guste al personal. Fernández fue quien se levanto y se presento, que le había tocado un premio de una casa comercial y se marchaba a las islas Caimán de vacaciones ella sonrió le dijo que su nombre era Rosa y que casualidad, a ella también le había tocado un premio de otra casa comercial. Un azafato fue a recogerles y llevar su equipaje a consigna mientras ellos terminaban el trámite de sus pasajes y con sendos pasaportes, embarcaron en el vuelo que salía a las nueve con destino Islas Caimán…

Dicen los que al tanto estuvieron, que acabaron formando pareja, se quedaron a vivir en las Islas y que de muy vez en cuando, venían de visita a España, hacían una estancia breve y se volvían en uno o dos días. No queriendo nada de este país al que tanto quisieron, pero del que no hubo correspondencia hacia ellos. En el rotativo de esa mañana en primera pagina venia la foto del Juez Borja, envuelto en casos de corrupción, se miraron a los ojos y sin mediar palabra dejaron el diario sobre el banco, con una sonrisa en la cara de ella y una nebulosa en la mente de Fernández, pero paso pronto, ya no formaba parte de las fuerzas de orden publico y ahora era feliz, como no soñara que se pudiera ser…

                                                                      Témpano