martes, 26 de noviembre de 2013

Pero, ¿y si cambiaran las tornas?…




¿Qué pasó?... ¿Cuando se rompió el equilibrio?

A quién se le ocurrió, sumirnos en la ignorancia, en la oscuridad, en la soledad más absoluta

Qué o quién, tuvo la peregrina idea, el miedo y la ira de semejante condena. Todo iba bien, igualdad, sin liderazgo por parte alguna, con sentido común.



¡Pelele! eso es lo que eres, niño asustadizo en cuerpo de hombre. ¿Qué te crees? ¡Que la vida para mi a sido fácil!

A quien se le paso por la carcasa de  su huera y acomplejada cabeza, que tenia que ir contigo, aportar una dote, como si con mi persona no fuese suficiente, ¡como no tuviste el valor suficiente ni el orgullo, de recibirme simple y llanamente, por ese amor del que hacías gala! Tragaste miseria, apartaste la mirada y como una mercancía te fui entregada. Malditos tus padres y los míos, malditos los jueces y los religiosos, que cómodos se sentían, mientras pensaban “otra más domesticada, otra oveja controlada”.

Soy persona como tú, como tú, tengo sentimientos, fuerza y capacidad de decidir por mi misma. Tengo liderazgo y don de gentes, tengo humanidad. ¡O crees que solo es atributo de tu género?

Quien te metió en esa pelota de aire que tienes por cabeza, que yo estaba supeditada a ti, que seria tu chacha, lavaría, plancharía para ti,.Te haría las comidas y cuando al señor se le antojara ¡sería tu barragana! y encima a cuidar el fruto de tus actos. Sin voz, sin decisiones, sin tan siquiera sentirme parte.



Pelele, mojigato, muñeco de trapo lleno de complejos, atribulado e inútil. ¡Tú, si, tú!, no importa tu estatus social, si marchas andando o en avión particular, si eres miserable o presidente. Tan solo el miedo te mantienen, te nubla el pensamiento, a la caza del más débil para seguir ejerciendo, tú que te ocultas, enfundado en  buenas maneras. Tus padres deberían, haberte dado unos buenos azotes y enseñarte que todos somos personas, sin genero, sin número…



Papanatas, echaste mano de la religión para condenarme, de las leyes para atarme. Manos del silencio cómplice de la mayoría, de los que son como tú, para humillarme, para erigirte rey de mi persona.



Y lo peor, es que a fuerza de darnos con el palo, a fuerza de matarnos lentamente, a fuerza de hacernos desaparecer sistemáticamente. Ahora seguimos vuestra doctrina. Que cuesta rebelarse, máxime cuando entre nosotras, no nos ponemos de acuerdo. Que duro tuvo que ser para las primeras, que aun no nos hemos recuperado, que no conseguimos levantar cabeza. Pero estamos en lucha y de ahí a la guerra, solo nos queda un paso.



¡Ah! ese es tu miedo, no te preocupes… también estamos a un paso de solucionarlo.

Empieza por mirarnos como a personas, como a iguales… y hablamos



Que somos malas, ¡pues claro! que esperabas. Estamos en el mismo barco, las mismas enseñanzas nos cubren a ambos.

Y somos listas, como el hambre de justicia y compasivas, tanto como tú o más y sabemos ser justas. Los mismos errores y aciertos nos amparan.

Y venga, misóginos, maltratadores y asesinos. Vamos que hay sitio, la justicia les ampara “deténgame, que he matado a la vida, he asesinado a la mujer”, a comer caliente y a prepararte para matar otra vez..

¡A ver cuando os enteráis de una puñetera vez! Que por separado no somos nada, pero juntos no hay quien nos pare. Uno al lado del otro, sin género sin número…. solo personas



Que no quiero más días en mi calendario, ni más números

No quiero el día de la victima de la mujer asesinada

No quiero ir en contra de nada ni de nadie.



Solo quiero dejar de tener miedo

Y empezar a ser persona

De volver a andar juntos, uno al lado del otro

Que no se olvide esta pesadilla

Que no se repita este holocausto.

Por que sencillamente, pensar que tengo que

Emularos, me cuesta.



                                                                       Pero, ¿y si cambiaran las tornas…?

                                                                                                                                   Epi

lunes, 25 de noviembre de 2013

No quiero sentirte, Nostalgia


No quiero sentirte, Nostalgia
No quiero una habitación amueblada, con lo mejor de ti y de mí

No quiero  sentirte, Nostalgia
Es un andar hacía atrás, un dignificar, magnificar,
si cabe aun a los seres queridos, a los momentos vividos

No quiero esa señal, que mi otoño anuncia
Ni ese paréntesis breve,
que a fuerza de serlo se eterniza

No quiero ese refugio, de eso que pudo un día ser y nunca
más ha sido

¡No!, aun no quiero,  que te instales en mí, como
el recuerdo de, alguien senil
No me apetece el recuerdo,
de lo feliz, que supone el haberlo sido

Pero con el corazón en la mano
¡Si quiero el aquí y ahora!
Sentirme vivo,
aunque algunos de mis recuerdos hayan partido

¡Si quiero sentir que vivo!
¡Sentiros vivos!

Que aun es primavera en mi corazón
que no he llegado al estío

Tener la necesidad imperiosa
de desviarme en el camino,
para llegar tarde a mi otoño

Por que no me gusta…
el invierno de mis días, ni ser despedido
No me apetece ese frío que deja la nostalgia
Cuando todo es ido

Tan solo sentirme vivo… sentiros vivos
                                                                                    Epi      

"Un guiño para la amiga Silvia"

Por la orillita del río


Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Pasa debajo del puente
¡huí que frío1
cerca del molino…
no me fío

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Y sigue entre verdes pastos
mi amor dormido
con las primeras luces
las flores del estío

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Pasa por los campos
entre los trigos adormecidos
las amapolas lo besan
y los girasoles curiosos
giran sus cabezas
por ver mi amor dormido

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Y llega a tu acequia.
Y para en tu piedra.
El suave viento lo levanta
y lo entra por tu ventana

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío




Pasa por tu hogar
dale fuego a la leña
que  hace frío.
Ya huele a pan cocido
a rosquillas y dulces fritos


Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Y en tu cama el viento
lo deja
entre sabanas de holanda
de finos bordados
con dulce olor a lavanda

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Ella amorosa lo mira
y un beso le planta.
Y su amor le canta
tápame mamá
que tengo frío


va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío


¿Donde estuviste mi niño?
cogiendo flores madre
en la orillita del río

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío


Amorosa la madre
lilas recoge de su pelo
claveles en su pantaloncito
prendidos,
el azahar en su mirada.




Pero lo que más le gusta
es ese lirio perdido
que prende de su boca,
boca que su mano toca,
Boca que besa como loca


Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío

Despierta mi niño
que por la orillita del
río ya están de fiesta.
Dulzainas y tambores
cantan.
Las mujeres danzan
buscando a sus amores
por la orillita del río,
mientras, los hombres
cantan…

Por la orillita del río
va mi amor dormido
sobre una hoja verde
con gotitas de rocío…
                                         Epi
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jueves, 21 de noviembre de 2013

El nuevo cristo de Lavapies


                                                           
   ¡Y, yo no creo!   
*Arreos (por muletas)

¡Y, yo no creo!
Y lo grito bien alto, y solo los perros y los locos
vuelven  la cabeza.
Pero es la costumbre, que el resto hace tiempo que
dejo de escuchar mis quejas

Y salgo a la calle,
sobre mis hombros a modo de capa
una negra chaqueta,
como negra es la ciudad,
transeúnte perdido, en mi propia tierra.
Tierra que cerró los ojos para no verme llegar
Con la misma moneda, le he de pagar
¡Y pago!
                                  

Y salgo con la tranquilidad, que es urgencia
mal disimulada, en busca de ese aire que me falta
sin saber donde mis pasos me llevan
Porque yo, aunque no lo crean… ¡yo, no creo!

Yo, que me considero humildemente.
Hijo de Caín
Hermano de judas
Yo que sueño con la Magdalena
como digo, salgo a la calle sin sentido

Mis pasos me llevan a la pequeña plaza
de Lavapies.
Pequeña urbe de cosmopolitas desahuciados,
en sus esquinas, hallo sus vidas varadas
por una incomprensible marea negra
de decisiones equivocadas,
de sueños frustrados y proyectos
fracasados

Nuevos y viejos pretorianos la custodian
para prevenir monodosis de sueños olvidados
para prevenir que el brillo de las hojas aceradas,
tiñan de rojo sus aceras

Por lo demás, observan como se beben  sedientos
Hasta la enajenación.
Consumiendo los últimos vestigios
de sus vidas, mal logradas.
Moderna babel, que obviando las lenguas, ha conseguido
florecer, rompiendo con los gestos su antigua condena,
los suficientes como para hacerse entender

                                                             ¡Y, yo no creo!

Mi cansado deambular me lleva a su graciosamente
llamado, Paseo Marítimo, ingenio de algún marinero
viejo, que cambio su mar por asfalto, o simplemente
arto de ser llevado y empujado por esa marea humana
que no se interesa por nada.
Como las olas que van llegando,
en monótono subsistir,
arañando la orilla para luego no volver
jamás.
                                              
Nervioso miro hacia atrás
que me parece escuchar, el  arrastrar
de un madero… pero nada veo.
Acelero el paso, pero ni el bullicio de las lenguas
ni la músicas diversas, me ayudan.
Como el perro y el loco, persistiendo en mi memoria
ese ruido de arrastre,
sencillo, esforzado y doloroso…
Sonido del madero
                                  
 No quiero esa cruz sencilla, simple y sin ornamentos
Cruz que el poeta cantara,
Y la escasa brisa me trae su nombre
León Felipe

Y yo me niego a ser el carpintero
“Ni aunque sus brazos en abrazo hacía la tierra,
Ni su astil disparándose a los cielos”
                                  
                                               ¡Yo no, la quiero!

Cansado de huir, en un banco me siento
para dejar de oír ese triste lamento
y al hacerlo, lo veo
                                  

Al que llaman Nazareno, convertido en el
nuevo Cristo de Lavapies.
Devuelto por el padre.
Con la  tez macilenta, pómulos reventados
delgado, con la melena sobre los hombros
y enjuta  barba, de hundida mirada
Para no ver.
Que ya el verbo se hizo carne
                                   …¿Y donde el Hombre?

Sin el sencillo madero, con una pierna menos
que el espectáculo de la resurrección, no andaba muy
logrado, sus manos callosas, no son de clavo
si no de arreos, donde torpe y cansado balancea su cuerpo

Mientras, en su recuerdos…

El, que dio a manos llenas
Él, que amo a corazón abierto
El que igualo y dignifico
en un alarde de sencillez a la mujer
en contra de todos
                                  
¡El! …

 Es aquel, quien multiplico su hacienda para luego
compartirla con todos
Aquel, que fue, una vez abandonado por el padre
vuelve de nuevo,
a ser arrojado de su lado
entregado a los lobos,
                                        ¡A vosotros, que si creéis!

De mesa en mesa anda
algo decepcionado, pidiendo en derecho
solo uno poco, en tu nombre
y todo le es negado

Se siente nuevamente violentado
y para en una mesa y sin orgullo
ni arrogancia, pide para comer
                                  
Que su mirar cansado se posa sobre unas viandas
y aquel patricio, que siente miedo, como sin querer
deposita sobre su mano una moneda distraída
volviendo la vista, sin esperar su agradecimiento
para no llorar en conciencia… por que él si cree

                                   ¡Y, yo no creo!

¡Malditos! sí, vosotros los que si creéis
¡Malditos, que no tuvisteis reparos en
Colgarle semejante carga!
¡Malditos, una y dos mil veces!

Fariseos que iniciáis el discurso, antes de dar
limosna.
Que necesitáis la atención y la aprobación,
 para redimir públicamente vuestras culpas

                                   ¡Y, yo no creo!



Retira su mano temblorosa y sucia
y al cerrarla, sobre la moneda, un lagrima perdida
limpia, esa injuria

Que tú conciencia te lo pague, entre susurros dice,
y marcha
Con la cabeza gacha
El orgullo herido.

Maldiciendo al padre,
que como cobarde por segunda vez
lo ha vendido

                                                 ¡Y, yo no creo, ni lloro!
                                                   Que ya tengo el corazón endurecido…

En una esquina se para a contar las monedas
de unos pocos conmovidos.

Para comprar tengo
Vino para mitigar e inútil dolor de esta corona de espinas
Polvo de ángel, que irónico,
breve regreso
a su paraíso prometido

Y lo veo marchar,
cruzamos nuestras miradas

                                   … ¡Y le grito!

¡Que tú eres el Cristo!
Y, yo, tan solo…

Hijo de Caín
Hermano de judas
Y de magdalena amado

Recuerda, ¡que yo, no creo!
Recuerda que por nosotros
ellos han decidido.

Yo, soy el herido
Tú el envilecido
Yo el amor dirimido
Tu, solo tú el gran vencido

  Y es la última vez que os lo digo

                                   ¡Yo, no creo!
Pero vosotros, que en su nombre, guerras habéis
liderado,
 pueblos enteros desaparecidos.

Vosotros los que si habéis, creído

Que gran feo, le habéis echo al nazareno.
A ese triste y mutilado cristo de Lavapies

Despertaros de una vez, coged su carga
que bastante la ha llevado

Porque por una vez
Ni judas, ni magdalena
Ni el mismísimo Caín
Lo han injuriado….
                             ¡Yo, no!

Pero me marcho abochornado, porque
sin creer en él,

 Yo, también,  lo he abandonado…
                                                             Epi
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El gran vago


Había quedado con mi gente, calle abajo,  de camino al sitio me saludaron.
-¿donde vas?
- he quedado, ¿y vosotras?
-a guitarra, no te llevamos, que vamos de lleno, entre risas, más las guitarras
El hoy iba delante, sentado, alegre y parlanchín. El  futuro y la esperanza sentadas atrás.

¡Que algarabía, ni que fueran a una fiesta!; y debía de serlo, que la vida no necesita de aderezos para celebrarla.

- a la montera, mientras ellas reciben clase, nosotras ¡cafelito!... ¿vienes?
- del mil amores iría, pero me esperan y espero, que ya vienen de camino

Había quedado con mi hoy, nuestra esperanza y vuestro futuro. La tarde noche se presentaba pletórica, fresca no en demasía, más bien agradable. En la rotonda donde quede me esperaba una farola, alta, acogedora, como un pequeño faro que guía a los transeúntes, y me paso  por la memoria la apología del vago “en el buen sentido, que hiciera Pio Baroja.
Pego mi espalda sobre ella. ¡chico, como un guante de seda!, con las manos en los bolsillos, flexiono mi pierna derecha apoyando, la bota en la farola, y quedo como si fuera cojo sin muletas, o esas aves zancudas que dormitan en las marismas, recibiendo generosas al sol, después de un buen ágape.
La sonrisa ancha, despreocupada la mirada, sin punto fijo, tan filoso y particular como el buen vago de Pio Baroja, me hallo
Miro hacia la luz de mi farola y le mando un guiño de complicidad. Veo como pasa la gente, caras anónimas, pasan los coches, el perro pasa y me olisquea, chasqueo la lengua y huye

-buenas tardes
-buenas tardes, una abuela con su nieto en un carrito, dispuesta a pasear con orgullo, su futuro, que la esperanza esta trabajando, o que se yo.
Que momento, que placer, nada, no hacer nada, mirar sin pensar, sin hablar. Que sano deporte tan poco practicado, y es que me he parado un momento, bajado de este mundo y como un espectador curioso, me siento contento, viendo la vida pasar. Que gran espectáculo.

De nuevo las amigas, más perdidas que aquel que pego las tres voces el desierto, pero ellas igual de  alegres, con ganas de no llegar y llegar
- que no llegamos, reían… ¡adiós!
- adiós, no tomare café, pero que gustazo

La luz de la farola.
Faro particular, para mí
Para mí el espectáculo de la vida
Para mí, el placer del vago
sin prisas, sin dudas
ya veo a mi gente llegar, abandono mi puesto en la farola y una caricia se me escapa, al posar mi mano en ella, quien sabe.
porque yo se y ella lo sabe, que en el fondo nos complementamos
que hoy he sido feliz
que he vuelto a ser el de ayer, ya olvidado.
Y que hoy, he sido “el gran Vago”
                                                                                                Salud
                                                                                                                                        Epi
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Llegue tarde



....sobre la multa al que mendiga el pan que algunos no le dejan comer.......

                                                                                  Llegue tarde
Llegue tarde esta mañana y al mundo por la puerta de atrás
entre.
Libre ya de atrezos,
mi alma desnuda sin consuelo en una esquina encontré.
La desidia y el desanimo corrían
entre las hojas caídas de los tamarindos viejos,
que graciosamente circundan la plaza de la vida…
Irónico nombre para los tiempos que corren.
El viejo en su lento caminar,
tiende la mano al ver a esta casta pasar,
han olvidado que ellos inventaron la caridad,
para sosegar sus conciencias.
que necesidad tenían en aglutinar
si sabido, es
que para todos hay por igual.
Piensa.
Mientras su mano sigue vacía,
que la gente cambia de acera,
agacha la cabeza
o simplemente desvían la mirada al pasar…
Será la vergüenza se dice,
o es que hay tanta pobreza
que es un empezar y no terminar.
Con la soledad a cuestas,
llegue a la calle que llaman de la verdad
y con ella cruda y desnuda me fui a dar.
Un triste guardia urbano con gesto cobarde,
pues duda de su legitimidad, que esta ley vergonzosa,
cuesta de hacerla llevar.
Ante él un hombre, o lo que queda de él,
pues no hay orgullo
que semejante atributo lo pueda contener.
Con medio cuerpo
dentro del contenedor de basuras de ese almacén,
rivaliza con un perro para poder comer,
y el guardia avergonzado no sabe que hacer.
Que aquel que ostenta el poder.
le ha mandado hacer desaparecer
con una grave multa,
a ese indigno que no tiene ni para comer.
Y el perro se solaza al sol,
que después de comer,
siente que hay justicia para él,
¡por fin se ha librado de un fiero competidor!
Niño siéntate aquí, que no hay tiempo que perder,
y el niño y el padre se sientan en el banco,
y lloran por que este mundo se les ha echado a perder…

                                                                                         Epi
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