miércoles, 25 de noviembre de 2020

LA HIEDRA NIÑA -canto 2

 

La hiedra niña, se va enredando por los pies,

Despacio a modo de pantalón, tejiendo primorosa

Pierna arriba, hasta cerrar en broche su cintura.

 

Sobre los hombros, la tupida madreselva, crea laboriosa

Túnica ocre que al caer cubre por igual, pecho y espalda.

Alrededor de los pies

Musgo verde dibujan unos zapatos,

De líquenes sus cordones como jamás se han trenzado

 

Bajo la vieja silla de nea,

El cantarín paso del arroyuelo…

En sus estrechas márgenes, se mecen las trompetas de los muertos

Por doquier.

 

Un viejo salmo de blues

Entonan gargantas condenadas

 

Del hondo Misisipi. Quejidos y ayes

Crisol de razas y ritmos

Recuerdan que esto aun no ha acabado-

 

Un rostro mira al cielo, sus cuencas como dos celotes

A golpe de rocío llenos

Reverbera la luz turquesa, sobre pulido espejo

Rompiendo su  calma el veloz paso de un ave

Moribunda.

Declinando su canto a favor

De  simétricas ondas hasta desaparecer en los límites

De menor a mayor, notas inaudibles

 

Una lagartija entra por un orificio

Asomando tímidamente la cabeza

A la espera de un sol generoso

Que caliente tan inusual morada

 

Dos calas marmóreas, cargadas de polen

Oro que hay que libar

 

Pues a su pesar la vida sigue

E insiste por triunfar una vez más

Sobre la ausencia de vacío

 

El marfil se tambalea, dejando al desprenderse

Negros cráteres, que otrora, fueron sustento de la risa

Labios que besaban las palabras…

Han sido devorados

 

La vida y la muerte

Muerte y vida, simbiosis perfecta

 

La una en destrucción, se viste de podredumbre

Reclamando la oscuridad y el olvido.

 

La otra sobre esa podredumbre, germinando

Estirando un tallo de esperanza

Reclama su luz,

Alzándose victoriosa una vez más 

 

                                            Epi o el Buhonero

 

 

 

 

 

 

 

RUBRICADO POR LA VIDA -CANTO 1

 

Fue un pacto con la muerte

Rubricado por la vida.

Un andar despacio, simple, cuesta arriba.

 

Las huellas se desdibujan, todo es levantar

El manto,  de bajo del manto de hojarasca… ¡muerte!

Y es nueva vida la que aparece.

 

Cansados de la memoria, se dejan guiar

Por lo viejos veneros del agua.

Acequias que antaño,  que una vez, hombres sin rostro

De piel oscura cuidaran.

Agua derramada por anónimos ojos de mujeres.

 

Mezclado en el continuo murmullo del agua,

Van descalzos los niños que el frío de la mañana agarrota,

Pequeñas manos blancas de  niñas…

Niños que a fuerza de ser golpeados, perdieron la inocencia…

Sin haber sido amados.

 

El vil metal abre heridas… sobre la oscura noche,

Un líquido escarlata, que se desborda y corre sendero abajo,

Destellos de intermitente luna. ¡Gime la vida, ríe la muerte!

 

La locura desatada hace

Ausente la cordura…

Muere muda al despertar el alba.

 

Arriba en la montaña, el sueño aguarda

Con botas reventadas, andrajos sus ropas.

Se alza una caritativa mano

Mientras trenza con sumo amor, las deshilachadas

Cuerdas de fino algodón.

Que el látigo y el hierro, en manos sanguíneas

En macabra danza marcan su espalda.

 

Y no hay consuelo que valga

Ni sesuda excusa que valga

¡Fue! La salvaje mano…

La misma que hoy viste de blanco…

 

El negro cuerpo, el viejo sudario

 

                                              Epi o el Buhonero