viernes, 20 de abril de 2018

En Casa de Nadie...


 
En casa de nadie










* Se despereza la tarde y huye de un sol plomizo, en el patio el viejo naranjo despierta lentamente a la llamada de la primavera, los primeros aromas de jazmín no dan tregua envolviendo el aire con su aroma, los atolondrados pájaros bajo el sol plomizo caen en picado como aviones acrobáticos sobre el lecho plano del plato de la fuente, donde algún nenúfar descansa, en su parte menos honda el viejo tritón espera paciente a que su comida pase…


* Belinda, la mirada perdida entre el ayer y un posible presente, un desaire la trajo a este lugar, donde el tiempo concurre lento, del viejo piano unas notas nostálgicas, desgranan la dejadez con los recuerdos difusos. Desganados movimientos de espíritus errantes un desfile de camisones blancos y pijamas azules, no hay palabras, tan solo asentimientos de cabeza. Es el saludo de los que están próximos, esos que llegaron antes y tan solo los cuidados paliativos evitan, que el sufrimiento agónico los arrastre en un grito incontinente de dolor, caras embotadas por el exceso de opiáceo, pero quienes son los valientes de entre ellos que no se aferren al fármaco.
De tanto ponerse, las conversaciones se han convertido hace tiempo en monólogos, andan como el poeta, conversando con el hombre o mujer que siempre marcha con ellos. Temerosos de tener un atisbo de lucidez pues el dolor los enloquece y corriendo pasan por enfermería, hace tiempo que decidieron vivir en otra dimensión y la realidad ha terminado por volverse insoportable.


* La mano de Rosa se posa en el alfeizar de la ventana, tamborilea una vieja melodía que lenta va llenando en sus acordes el silencio de la tarde, Ramón sigue de siesta, el sol y el fuerte calor le producen jaquecas que es mejor dejar dormir en la penumbra, sin apenas ruidos, los ojos tapados con el embozo de una sabana para que la luz no les afecte…


* Los pasos llegan en un  repicar  flamenco, taconeo alegre que salta de losas blancas a negras, entramado de tablero donde se lidian las mejores batallas de la vida. Rosa espera impaciente verle torcer la esquina, sobre la mesa una jarra fresca de limonada, con una pizca de azúcar y una ramita de canela, como ella sabe que le gusta y unas yemas del convento que queda detrás de la plaza… Impenitente, que sin importar las inclemencias meteorológicas no falta a la cita como el viejo Cirano, que al igual que él, trae las crónicas de esta capital provinciana de calles estrechas y casas altas de muros gruesos de piedra, cal y arena, en una mezcla de culturas arquitectónicas, señorean por separado el arte romano que da la mano al mudéjar y este entrelazándose con un barroco que mira con envidia al churrigueresco retablo en la portada de Santa María…


* El viejo compacto, donde tiene el  giradiscos, arriba en la margen izquierda y al lado se encuentran los mandos del volumen y el balance, un botón para el grave y otro para el agudo, debajo a  la izquierda el sintonizador de radio y justo al lado la grabadora. Una vieja canción suena, es del siglo pasado la primera vez que tuvo la oportunidad de escucharla fue por el año 1960, cuando la canción llevaba una década sonando, le encanta el estribillo.
         
            * “Jazmines en el pelo y rosas en la cara
             airosa caminaba la flor de la Canela,
             derramaba lisura y a su paso dejaba
             aromas de mistura que en el pecho llevaba…
             

  La escucha tantas veces, que el día que se va la luz, la soledad toma asiento invadiendo cada espacio de su cuarto, cada recodo de su alma, hundiéndole en la más triste nostalgia. Pero es escuchar este estribillo y al pronto, en su cansado corazón vuelve a ser primavera,  la mirada luminosa sin importar quien observa, empieza tarareando para perderse en algo parecido a un   baile, los brazos rodeando el aire, los ojos entrecerrados, da vueltas de un lado hacia el otro con un ritmo y una cadencia olvidadas, pues hoy ya nadie baila así, más bien brincan como monos o parecen tullidos con los brazos en ángulo de 90º dedos abiertos declamando victoria y unos gestos de chalado, que pían más que cantan esos ritmos que para su gusto nunca deberían de haber llegado.


* Frisaba esa edad difícil, donde la risa es una mueca y las lágrimas siempre prestas a derramar en esta edad difícil donde uno se emociona con cosas que en su juventud pasaban desapercibidas, una extraña y doliente sensibilidad despierta al final de este largo viaje que es la vida…


* Recluido en un cuarto, sentado frente a la ventana, mira con intensidad pero solo consigue ver manchas de colores, el verde de los campos, la aguja que se alza en un extremo del pueblo que debe de ser la iglesia, un azul lechoso por cielo y un sol pálido que apenas consigue traspasar las cataratas que lentas se van formando en  sus ojos, nube que no deja penetrar y que le aíslan cada día un poco más. Él, que pinto las mejores puestas de sol, los suaves  atardeceres y el más hermoso de sus cuadros, el Amor de los Locos lo llamaba, una hermosa luna grande deliciosamente blanca con toques de vieja plata que asemejan un rostro. Si ha habido amores platónicos, esta altiva señora se ha llevado siempre la palma. Quien no le ha pedido, como romero penitente un favor o un deseo a esta Señora, que ya estaba en el cielo como hermana de la tierra, poderosa controladora de las mareas, dadora de vida por doquier, amada por el sol que derrama su luz sobre ella y detrás, oscuridad desconocimiento, cara que no se conoce, oculta por un misterio o eso le gusta a él pensar.


* Hay un viejo busto de mármol nacarado, que preside el centro del salón, la barbilla apoyada sobre el hombro en actitud taciturna, dando profundidad a esa mirada que el artista esculpió, lejana y distante, como si lo más cercano a ella no le interesara. Traspasando la habitación, la vidriera multiplica la escultura, creando un conjunto de matices y colores que a lo largo de la jornada tornan en distintos tonos, desde el blanco nacarado a un ámbar, tostado que en los pliegues deliciosamente esculpidos, dan esa nota del color miel, brillante y luminosa.


* Tomas no podía más, hace unos días que le desapareció su única vinculación con el pasado, la demostración de que había participado activamente en la construcción de este país y de su ya no tan joven democracia, afiliándose a la  izquierda en el año 88, en esa época y años anteriores había habido un revuelo de camisas, unos los más fieles siguieron aferrados a la vieja guardia, pero otros como Tomas, puso tierra de por medio, primero cambio su aspecto físico y luego adopto las maneras del nuevo espécimen de político que entre el y unos cuantos más (demasiados) han hecho de la política su medio de vida.
Como buen hidalgo, vio pronto los vacíos y los vicios por donde pudo medrar,  negocios con terceros para poder subvencionar de forma dudosa a su partido y de cómo llenarse los bolsillos, ser cosmopolita como a él le gustaba fardar. Todos sabían donde radicaba su cosmopolitismo. Cuenta en Suiza, cuenta en Andorra y algún que otro paraíso fiscal, como todos los piratas y corsarios de la     historia, le encantaba el caribe, las Caimanes… etc.
Cuando fue descubierto hubo que hacerle dimitir con paños de agua  caliente, pues no había manera de que el susodicho dejara el sillón y su fuente de ingresos, sin olvidar que desde el año 88 hasta el 2000 milito en la izquierda, para asombro de todos los vecinos de su terruño,  que sabían de         él demasiadas cosas. El típico destripa terrones y desertor del arado, que   arengaba en las plazas al personal al que tenia amedentrado, época difícil de olvidar, él estaba con los ganadores y no con la masa famélica de muertos de hambres, masones, rojos y maricones a los que había que reeducar, cuando se fue gestando el cambio político en el país y se vio claramente que tildaba la nueva estrategia de una seudo democracia      pactada con la vieja oligarquía a la que se sumarian los nuevos oligarcas de estos tiempos, él ya tomo puesto en la salida, puso pies en polvorosa saliendo con lo puesto de su pueblo y sin despedirse de nadie, no fuera a ser que no pasara de la plaza del pueblo, no sin antes haber recibido un repertorio de ostias por parte de la asociación “mis muertos por los tuyos”. A finales del año 2000 volvió a cambiarse de piel, ahora iba engominado, chalequito a la espalda, camisa aparente, náuticos y pantalón que lo mismo servia para ir de birras como para un acto oficial.
 Un lunes por la mañana, en el desayuno lo echaron en falta, el celador fue a buscarlo a su cuarto y lo encontró morado, se había tragado su propia lengua. Fue muy sonado el tema. Su familia no fue al entierro, pero pronto corrieron ha repartirse la herencia, lágrimas de cocodrilo, eso si dejaron todo pagado, para que no se les notara demasiado el plumero. A los tres días fue su entierro, se velo en el salón central, donde la última noche y cuando todo dormía, tres compañeros con linterna, llegaron hasta el cuerpo presente y como sabían que ya nadie abriría el ataúd, aprovecharon para dar la vuelta al finado y dejarlo boca abajo, por si le da por salir o  un ataque de catalepsia, y si es por arañar y escarbar para salir, que sea para abajo, que de cierta calaña es mejor asegurarse. Cuando fue metido en el nicho, le dijeron al enterrador que ellos se encargaban de poner la lapida de granito y la leyenda, que no se preocupara que era deseo explicito de este buen amigo. Al menos tuvo compañía en su último adiós aunque él hubiera preferido a los de su partido y no al comunista, al masón y al maricón, que a costa de él, se lo estaban pasando pipa. Rezaba en la lapida los datos de Tomas, su filiación política con  Fuerza Nueva y aquello que tanto buscaba con una foto, el carné de la Falange, pero con Paquito, no esa descafeinada de Primo de Ribera, faltaría más. Terminado el velorio, entierro y demás zarandejas los tres amigos se fueron de vinos, sin dedicarle siquiera un descanse en paz…



NOTA * El estribillo corresponde al vals peruano “La Flor de la Canela” compuesto en 1950 por Chabueca Granda  &Maria Isabel Granda y Larco & (Catabambas, Apirimac, Perú 1920-1993)