miércoles, 31 de octubre de 2018

No muere...


No muere, aquello que se ama

No muere, aquello que no se olvida

Muere el tacto, pero no la huella que provoco el deseo

de acariciar.

No muere eso que llamamos amor

solo marcha el continente, lo que nuestros abrazos abarcan,

no así el contenido.

Muere el vacío, se pierde de vista, pero no su esencia



Quizás las tardes largas nos sumen en la nostalgia,

sentados donde encarte,

en la calle, espalda apoyada en la pared.



Que el viandante  al pasar despistado, arroja alguna moneda

y no mira

… Que  tu miseria es de amor.



Sonríes y le devuelves la moneda

Mientras calle abajo, se marcha sin comprender



Muere quien quiere y no él que  ama,

Muere quien cambiarte quiere, pues es posesión

Muere quien no respeta la libertad que da el amor,

Muere quien posee

Quien cree tener el derecho sobre la otra persona.

Muere la propiedad, propiamente dicha.



Porque el que quiere y no ama,

Hace tiempo que murió

Hace tanto tiempo, que el viento cuando se poso no

le dejo los versos lejanos de un amor que partió sin enfados,

sin motivos y él o ella no lo entendieron.



Muere quien da, con el veneno de recibir,

ya sea pleitesía o agradecimiento desmesurado.



Más quien amor dio, vive y se alegra cuando ese amor es feliz

y sufre cuando ese mismo amor sufre.



Vive aquel amor, que regresa de tan largo viaje

y cuando te besa en un saludo

y te habla como si fuera ayer,

como si nunca hubiera marchado.



¡Ese amor vive! y lo atesoras como el avaro cuenta sus monedas,

Él o ella cuentan el tiempo y lo guardan.



Lo hacen para llenar el vacío que tu ausencia deja.

Y quien sabe si mañana, eres tú ese amor que marcha

y que eres feliz en otras latitudes

y eres tú quien dejas  nostalgia,

pues la ausencia siempre deja desolación.



Pero sabes que se alegra por ti.

Intuye que alguna vez regresaras

Espera impaciente la brisa vespertina que trae en su ulular

esos versos, que unas veces tus labios dejaron partir y las más

solo fueron tus pensamientos, que el sueño no logro retener en su mundo

y libres andan, como romeros por esos caminos perdidos de algún dios



y en las noches frías, de luna clara

levantan su copa y brindan por esa dicha

de haber amado una vez y sentirse correspondidos



Recuerda que no es lo mismo



Quien quiere, es por que fue querido…

¡Que no,  amado!

                                                           Quien te quiere

                                                                     No comprendió nunca  al amor
                     

                                                                                        Epi.

jueves, 25 de octubre de 2018

Me llevo los últimos Lirios...


Me llevo los últimos lirios,

el aterciopelado tacto de la amapola

Me llevo el último tramo de agua cristalina

y toda vida que subiste en ella

la plata de sus peces, las caracolas y sus ermitaños,

Me llevo la palabra…

Dejando la escrita para vosotros, quien quiera que seáis

 

No me despedido, no es mi deseo más inmediato,

pero un “a más ver” siempre deja esperanza

Dejare la maquina que me sustenta

…Es tributo obligado.

 

Pero el deseo…

el amor y las buenas causas

viajaran en mi parco equipaje.

 

No quiero plañideras ni hombres graves mesándo sus barbas

No quiero que me vean por última vez

No quiero escuchar las últimas mentiras

por piadosas que sean.

 

Es mi viaje y yo decido quien ha de acompañarme,

y siendo egoísta, solo acepto a la soledad por compañera,

amiga de mis soliloquios.

 

Cruzare las fronteras físicas y humanas

como las cruza el viento,

por pequeño que sea el resquicio.

Huida hacia adelante, recolectando la esencia misma de la tierra

recogiendo los ecos de historias olvidadas

serán mi lectura en este viaje

 

Mi aliento erizara las verdes aguas marinas

levantando a su paso, ondas blancas

que terminaran por desaparecer.

 

Ni huella dejare, aunque tenga que arrástrame,

no habrá vestigio de mi paso por los caminos,

no dejare nada en vuestra memoria.

y si algo quedase, será suficiente para llenar mi ausencia

y sí ha de  ser así,  recordadme  

 

Con una copa de vino, un cigarro y una charla distendida,

Y…

¡Bebed! hasta perder el sentido,

¡Bebed! hasta que se os confunda la lengua

¡Bebed! hasta que los pensamientos se dispersen,

¡Bebed! hasta que contéis las pocas verdades que de mi queden.

 

 

Me iré a sabiendas de que el paraíso queda con vosotros,

pues a ese lugar donde marcho, lo físico no tiene cabida,

tan solo un espasmo y un rayo de luz.

Desconectar será preciso,

soltar amarras todo será uno.

 

No habrá Ítacas que me esperen

ni Virgilio me hará de cicerón como al gran Dante,

obviaré al Cancerbero,

respetaré al emisario,

los talentos los dejare a buen recaudo,

tan solo la metafísica justificación de mis gastos viajara conmigo.

 

Os dejo el encargo, de seguir apurando la vida,

sacando todo lo mejor de vosotros

brindando por cada nuevo amanecer.



¡Enamoraos! nuevamente una y otra vez

y si tan solo buscáis el roce de vuestros cuerpos,

bienvenido sea…

 

Seré sombra en la luz, donde descansar  puedas

Seré uno más entre los astros

distante y anónimo

 

Tan solo ella sabrá de mis cuitas

con ella sobran las palabras, solo con la mirada basta

y descansare en su cara menos conocida, de espaldas al azul

 

Paciente esperare a aquellos a los que ame, a los que de verdad

merecen la pena.

A los que marcharon antes,

a los que se irán en mi presente

y a los que esperare con infinita paciencia a que colmen sus copas

 

Porque en este reino al que llegare,

no existe la prisa y el tiempo, ese invento nuestro

no cuenta.

No tendré hastió

pues saber que estáis bien colma los ciclos conocidos

y llegareis por distintos derroteros,

yo seré vuestro cicerón y suavizare vuestras cuitas

 

Ya marcado el camino,

en cualquier esquina de este cielo cuajado, me hallareis.


                                                                     Epi

 

viernes, 5 de octubre de 2018

Despierta el niño mimado...


Despierta el niño mimado…
Mira de reojo al astro rey y de la fina  honda sale disparada una piedra que esquiva el sol, cambiando el destino de sus rayos hacia la blanca dama, reflejadas en el alfiler de su pelo recogido. Las primeras ráfagas de luz.
Se melena cobriza, en red recogida, de sus finos nervios asemeja la plata bruñida.
Despacio…
El astro baja por su delicado cuerpo en colores de verde cobalto fundidos con su blanca piel, no hay más hermosura que rivalizar pueda con ella, al no ser la alta aguja.
Cetro que se dispara al infinito para dar cabida al nuevo día.
 
Del suelo brota cada mañana el viejo arte, siempre nuevo, que la limpieza de sus calles se ha de llevar, para volver con otro amanecer 




Y es en esa hora cuando las lágrimas del Vecchio se confunden en tornasolados colores con el verde apagado de sus tranquilas aguas, lagrimas que cuentan del floreciente pasado a un atribulado presente, donde se mezcla el llanto de los ausentes, con el llanto feliz de los nuevos transeúntes.
Que la noche loca dejo historias para oídos curiosos, pues en la mañana temprana cuando el día empieza a despuntar, corrillo  de gentes curiosas, van ha escuchar, y de la ondulación de sus aguas suben estás historias, unas de amor las otras de necesidad, y algunas más, que no por absurdas quedan relegadas, pues todo vale en esta mañana. Mientras en la colina donde dormita el niño mimado.
El astro rey va lamiendo lento su cuerpo,
Perdida queda la laureada cabeza
Antaño fue oro hoy, mármol sin corona,
Admira el astro tan gallarda postura,
Que mide en la distancia con cínica mirada,
A esa altiva señora que ahora se despereza.
Los curiosos se agolpan en serpenteante fila, dédalo de países, Babel de lenguas, conforman los primero sonidos.
Mis pasos se pierden, dejando la piedra a suntuosos jardines,
Donde invita a perderse al caminante.
El sol aploma al más pintado, lentos como lagartos, en la sombra quedan retratados,
Con pasos cortos midiendo las fuerzas,
El ojo se llena, paleta de colores, verdes campiñas, quedan a su espalda.

La tarde corre pareja junto al río, millar de almas transitan en la misma dirección, un mismo destino, solo rendir honores a la Dama.

Ráfagas de oro fino, ocres mezclados con un azul lapislázuli,
Dan paso a un verde esmeralda,
Verdes lágrimas saltan, cuando el barquero pasa
Y en lontananza su contorno desaparece en la negrura de su falda.

Son las mimas lágrimas que derraman los ojos del Vecchio
Sobre el eterno Arno.

Y he aquí y en esta hora, donde confluye pasado y presente,
Al calor de una decena de lenguas,
Con la licencia que da esa juventud que se perpetua,
Algunas misturas más avanzadas,
Nos hablan de un otoño  
De plateadas sienes que delatan el invierno.

Todo es vitalidad en tan frugal momento,
Donde las miradas se confunden y apremian los deseos.

El sol se inclina besando la noble frente de tan hermosa señora,
El Duomo  queda a oscuras,
Mientras otras luces más suaves van dejando pasó a esa turba soñadora,
Que primero se dirige al río…

Donde libre el amor, los sueños y el perderse en la mano que no mira e invita a desaparecer,
La vida prevalece sobre el día que señorialmente se despide,
Dando paso a la calida noche,
Bóveda celeste, cuajada de blancos cristales, donde los transeúntes
Que rendidos quedan,
Con un liviano beso y un guiño al Vecchio
Que descansa en la argenta plata,
Manto que presta la altiva señora,
Que lenta va recuperando su reino finito.

Saluda a su vieja amiga  
Besa y engalana al niño mimado,
Que solo queda, tras la marcha del astro rey.

Arriba todo duerme,
Abajo, junto al río y entre sus calles, el bullicio despierta.

La suave brisa levanta la falda a la vieja ciudad,
Dando salida a los sueños, haciendo posible lo imposible.

Yo me retiro a cenar y de nuestra mesa a la vecina mesa compartimos espacio con la vieja Medusa, ¡que miren ustedes! no llego a morir.
El joven Perseo se apiado de ella, y cortando las cabezas de serpiente de su tétrico pelo, le permitió vivir como dama mortal, tuvo un hijo al que puede mirar y él la mira, corta la pizza, mientras ella, anciana desdentada, mira arrebolada, triste por el tiempo que se le acaba pero feliz de no convertir en piedra a su amado vástago. Plisa el floreado vestido, sin mirar a nadie más, cabecea lentamente y sueña cuando ella fue joven y en el sueño llama a Perseo, se siente cansada y quiere partir pues ya es hora y en su corta estancia, siente que ha sido colmada.
Pero ya no quiere seguir, dormir que es lo mismo que morir, pero en brazos de Morfeo, le gusta soñar que es un merecido final.

Y un guiño de este caminante a la mujer que sirve su mesa, levanta su copa de grapa y brinda por ella, pues hoy el caminante cae rendido a sus pies… Y quién no cae rendido ante ella... 
                                         la bella Firenze.

                                                                     Epi