Un reflejo de plata
bruñida, cuencas oscuras como la noche, salpican la abollada armadura del
caballero, espada en vaina, reposa sobre la empuñadura el cansado brazo,
mientras la derecha sujeta la adarga, alza los ojos y suspira.
Una lagrima furtiva
rueda, perdiéndose en el espeso bigote, barbilla temblona que más de un golpe
aguantara, enjuto, pena su última promesa y en su loco desorden solo tiene
palabras para ella. Su amor su único y sufrido amor, el elixir necesario para
aguantar tanto, en su abrumadora pelea, de años cansados de eterno batallar, ya
sea con la espada o con el verbo, de juiciosas palabras en tan disparatada
cabeza, sopesa el tiempo y no lo da por perdido, que si algo tiene este
caballero es su persistencia, su libertad y ese libre albedrío que le dio por
impartir justicia y cantarle las cuarenta al siglo, que aún siendo de oro, mucho de estaño y cobre
había debajo de tanta atrezo.
Balance y más balance,
dudas por doquier, que la gente no quiere saber, la justicia por la vía de en
medio, que el último corregidor del reino ya partió por desavenencias con los
ministros del reino… Que estará haciendo
ahora la amada…piensa e imagina, que nerviosa espera la carta de su amor
desconocido que en cada paso la ensalza por encima de lo divino, por encima de
lo humano, solo la luna por testigo de sus cuitas, celosa se oculta tras las
blancas brumas que su luz lechosa atraviesa y traviesa ella guiña el ojo a la
aurora que esta presta por aparecer y dar su merecido relevo a tan alta señora,
pss… le dice, mira la soledad más absoluta, mientras lento el caballero,
deposita el yelmo o bacía, aquella que arrebatara en su loco guerrear a ese
pobre barbero.
Yelmo de Mambrino,
cabeza de gigante mordida el ala por que tuvo que pagar cuando los cuartos no
le llegaban, trozo dorado que tantos golpes llevara, para algo sirve ahora,
sino para llenar la desnutrida España de algo más que pan duro, queso rancio y
vino aguado, que el hambre no entiende de pan duro, pero si de frustraciones,
de vergüenzas ajenas de cabezas gachas, sin orgullo y mucho miedo.
Ve como almas en pena el
regreso de muchos que partieron, traen la alegría del reencuentro con la
familia y los amigos, con el pueblo, la ciudad o el barrio. Los olores que creían
haber perdido. Llegan distintos cambiados,
a algunos la aventura del dorado les ha salido redonda y otros siguen
luchando, más si cabe aún, que en su patria. Pero no nos engañemos, la gran
mayoría ya no quiere estar aquí, rehicieron sus vidas fuera, sumando a su
equipaje la experiencia adquirida, otros lugares y otras gentes. Nada en contra
de los que quedaron pero miran con desconfianza a esos que hoy denominan casta,
sin respeto, porque no lo merecen, no lo han ganado.
Tiembla el caballero, se
le parte el alma y el corazón se le hiela de desamor, le cuesta mantener su
empresa, su duro batallar, porque es duro luchar cuando los mejores y los
necesitados abandonan para poder dignificarse en otras latitudes. Y se da la
vuelta y maldice a esa oligarquía de inútiles paquidermos, que no han dudado en
vaciar las arcas, ni un maravedí en el fondo del baúl.
El pueblo arropa al
pueblo, se solidariza con sus iguales, se acercan fechas complicadas y si
hubiera buen Dios esto no hubiera pasado, pero es lo que tienen las quimeras,
el mito del todo poderoso. Que es inventado, es puro pensamiento y este mal
empleado, mal entendido, perjudica más que beneficia. Las casas de salud
abarrotadas, los galenos desaparecidos. La santa hermandad desaloja de las
casas a sus inquilinos por deudores, deudores que no llegan a terminar ni la
primera quincena del mes, deudores que ponen al desamparo de la calle con los
bártulos los hijos y los abuelos. Que pérdida de razón, que pérdida de lo más
fundamental, de orgullo, de reivindicación, como Santa Compaña vagan por las
calles, mirando los escaparates, las casas de los que pueden y es tan lacerante
que la propia casta, los voceros del reino, los escribanos y los propietarios
de la imagen, miran hacia otro lado, que esta noche ellos si estarán a buen
recaudo, protegidos y prometiéndose felicidad, mucha felicidad envilecida.
Grandes de España, sin vergüenza ni perdón…
Quita el caballero su
peto y su espaldar, y de su camisola se descuelgan la igualdad, el respeto, la
solidaridad, los demasiados justos,
pagando por tan reconcentrados pecadores… Picaros en un país donde se aplaude
la picaresca, el ingenio que da el hambre. Un país de Lazarillos, de Buscones, de
sempiternos favores que nos convierten en sempiternos deudores. Sigue el
caballero, tira al suelo los guantes y rueda la dignidad. Y que hacer, mira
a su escudero que lento va despertando,
sonríe y no sabe el caballero de que se ríe su escudero y le increpa, le
pregunta si todo marcha bien.
-No se ofenda mi señor,
que mi felicidad la trae el frió invierno, y las fechas tan señaladas, que todo
hijo de vecina regresa al hogar, por andar aunque solo sean unos días con su
gente y amigos. Que no desconozco yo señor las penurias de mi gente, y digo de
mi gente por que usted anda mejor y es hijo hidalgo. Pero de un tiempo a esta
parte, hasta los grandes buscan por donde partir y que se les respete. Que
hemos llegado muy lejos para que unos cuantos, nos quieran hundir tan de
repente. Y vístase hombre de Dios que se me va morir de pura tiritona, que la
escarcha es blanca, pero engaña como el beso de la dama que nos ha de llevar y
a que cogerle delantera si ya estamos apuntados al nacer, que a mi parecer
somos como el barro de alfarero, que nos da cuerpo y vuelo para luego cortarnos
y permanecer estáticos a la espera de unos labios, del calor de una mano o la
ira del que menosprecia, nos estrelle contra la pared… vamos que lo que
quiero….
-¡Sanchoooo! Basta ya, que
cuando te sueltas la lengua, no hay refrán que no me machaques y ahora encima
me largas sermones, sin pies ni cabeza. Si quieres decir algo dilo, ¡pero no te me marches al Génesis
de la cuestión y dame tan solo cuenta del Apocalipsis de la tal cuestión!
-Disculpe mi señor, me
he dejado llevar, y es lo que usted debiera de hacer, dejarse llevar un
poquito, que andamos a escasos de una jornada del Toboso y media más de casa.
Hace frío, los tercios
vuelven, como vuelven los barcos a puerto, así lo hacen nuestros pensadores y
bachilleres. Que tuvieron que marchar, y déjese de deprimirse que me tiene a
tan alta señora, y me refiero a la luna, un pelo harta de tanta tristeza… mire
usted, escriba una cartas a su señora
Dulcinea que yo presto la llevare encantado, y pasemos juntos estas fechas, que
hasta las legiones de Roma según su merced
me cuenta, volvían por estas fechas los que sobrevivían, para vera sus familias
y disfrutar con las carantoñas del recien nacido, semilla de amor que
compartieron con tan bella flor, que dejaron con pesar en marzo, una hermosa y
nostalgica noche, para partir al rayar el alba, al ejercicio de la guerra.
Hágame caso, yo guardare
en mi zurrón las quimeras del hombre, las utopias… La igualdad, el respeto, la
solidaridad, la razón y las letras, la dignidad y a la principal que a todas
las demás acoge…. La libertad.
Bruñiré su armadura, le
quitare los golpes si usted quiere… aunque preferiría que no
-Y por qué no amigo
Sancho
-Sencillo mi Señor Don
Quijote.
Sería como quitar hojas a un libro y perder parte de la
historia
Como quedarse dormido en el fragor de la batalla y no saber
que ha acontecido
Es como dormirse en la mitad de la vida y no saber que parte
de ella es cierta y
Cuanta de la misma has
vivido
Pero la adarga, sí, y la espada seguro que el herrero por un
maravedi se la deja como nueva
Hagame caso, retiremonos
a casa
-si tienes razón sancho,
cuarteles de invierno, ayudar al más próximo, ahí donde nuestra influencia
puede hacer algo, y que sea una cadena que empuje y crezca, que entre todos nos
salgamos de este atolladero…
-Pero eso sí, mi Señor…
Que todos esos pecadores que se hacen
llamar gobernantes, paguen y hagan pagar, dando rienda suelta a la
justicia y poniendo a cada uno en su sitio, devolviendo lo quitado.
-¿Los dineros Sancho?
-Los dineros, le
educación, el trabajo, la dignidad… ya sabe mi, señor eso que nunca debió convertirse
en utopía.
-Sancho amigo, hay días
que gratamente me sorprendes…por eso humildemente, me igualo a ti y te llamo
amigo…
Pero me harás un pequeño
favor antes.
-Usted dirá mi señor…
-Llevar estas letras de
amor a mi señora que yo se que las espera
-Y luego a casa… con los
nuestros
-Si sancho amigo, luego
a casa hasta que llegue marzo, el mes de Marte dios guerrero, cuando partiremos
nuevamente a nuestra sin par aventura que es la vida, y nuestra descomunal
batalla en contra de la injusticia…
***A la sin par Dulcinea
de su amante Caballero
el de la Triste
Figura…***
Sabes que el amarte fue la causa de andar por los
caminos, de esta guisa
Pues tu caballero soy, sintiendo en mi interior,
como en lo más profundo de mí,
La llama que ilumina este pobre juicio mió, que da
sentido a mí existir.
Sabes que entre todas las mujeres te escogí a ti
Mi mal, bien amado,
Zozobra de mis cuitas
Consuelo de mis soledades,
Que tus desaires tan solo sirven para reafirmarme
más
En esta descomunal aventura que es la vida,
Y entre sus prendas más bellas y amadas se
encuentran
El sincero amor que os proceso, mi señora Dulcinea
Y la
Libertad,
Que aquí el orden no altera, pues tanto monta
vuestro vendito nombre,
Como monta tanto la Libertad
Libertad para elegir,
Libre de amar a quien a uno plazca
Libre de mis juicios acertados o no
Libre en mi defensa que lo mismo nos acerca que
aleja en este disparatado mundo
Si no es por vuestra causa, hace tiempo que hubiese
desistido de este penar
Que es España,
Que me lacera el entendimiento y el alma, este
desgobernar en
Contra de nosotros mismos,
Este abuso continuado,
Esta desvergüenza que, nos hunde más y más cada día.
Que ando por los caminos gritando su nombre
¡Justicia! ¡Dignidad!... pidiendo para el qué no tiene, defendiendo al que no
puede y cantando las cuarenta a esos que se intitulan poderosos
Que sin nuestro sustento no son nada ¡y a nada deben de volver, con la premura
requerida!
Antes que la indiferencia nos diluya,
La falta de manos sobre estas nuestras paginas
De ojos que nos acaricien,
De labios apasionados que nos describan
De mentes que nos den vida nueva y renovada
Antes de pasar a ser tan solo leyenda, burla o
chacota de mentes baldías
Decir que el olvido se paga con creces,
Que atacar y desdeñar de esta manera tan ruin
La educación,
la palabra escrita, a la inteligencia, ¡de la que carecen!
Que el poder real de un a nación son las ciencias y
las letras, las humanidades y la filosofía
¿Y sin estas que hacer?, a quién contar para que
recoja las ricas experiencias acontecidas
No solo en nuestras vidas y época,
Si no a través de todas las edades de los hombres
Y es triste terminar en manos de unos majaderos,
Que no dudaran en utilizar la fuerza, no para
convencer que esta no llega a tanto,
Sino para acobardar, para restringir el pensamiento,
para volvernos sin sustancia gris.
Mal hado les
caiga y sean ellos llevados de la faz de esta tierra
Por un siroco, y de la memoria de estos tiempos sean
borrados, desaparecidos, como si nunca hubieren existido, que sean nada más un
mal sueño, que el niño llora,..
Solo despedirme queda, entrar con el buen Sancho y
olvidar por un tiempo este bello calvario
Que es desafiar a los cuerdos para que de vez en
cuando anden algo locos, y que a tus pies señora
Se inclinen y así darte muestra de mis hazañas,
cuentas de mis lagrimas y de este tierno amor que me mantiene esclavo de tus
caprichos…
Hasta más ver mi Señora, en mi pensamiento os
guardo…
Vuestro soy
Don Quijote de la Mancha
Epi