NOTA: Cuando se
escribe, y se hace tan bien como tú. Has de saber que sin querer dejamos
improntas de nuestra vida, reflejamos sin darnos cuenta nuestro estado de ánimo,
porque lo que nos inspira se siente reflejado, a trazos grandes, sobre espacios
pequeños. Una queja, una lagrima, una efímera alegría, el batí burrillo que nos
convierte en abstractos. En fin un poco de nuestro espíritu y nuestras
experiencias quedan grabadas. Y el lector habido de encontrarlas, una vez que lo
hace las compara con las propias, se identifica y dotan de calidez esos
pasajes. Los mima y los hace, suyos. Porque una vez que son soltados como
palomas, ya pertenecen a todo aquel que los lee y respeta.
Como veras, la
parte final ha de sonarte, pues he cogido sin permiso tus historias, las he
mezclado para crear mis personajes y me he apropiado de alguno tuyo,
temporalmente, con la intención de devolvértelos en este pequeño relato, y se las he puesto a mi personaje… No te
ofendas, pues nunca fue mi intención. Tan solo quería hacerte un regalo para tu
cumpleaños, deseo que lo disfrutes…
Ah, el escrito del
primer poema “Por que te siento lejos” es de Pedro Garfias, grande entre
los grandes, la historia es de mi cosecha,
agradecerte el que pudiera leerte y el agradecimiento a mis amigos, que
tienen esa facilidad de que uno se sienta bien entre ellos, y sigo después del
poema, que es pura interpretación, siempre con todos mis respetos y deseando
que lo disfrutes Tú y con quien te apetezca compartirlo…Un beso y feliz
cumpleaños
Salud
Somos Hoy, Somos Ahora, desvanecerse y fundirse,
desaparecer y renacer. Lo más parecido al ave Fénix. Esta es una historia de pequeñas historias,
ajenas. Con un poco del pescador de Historias, mi amigo el Buhonero. Cualquier
parecido con la realidad es purita coincidencia. Tan solo se busca regalar y
devolver algo que nos es tan valioso y que desinteresadamente se nos ha
ofrecido…. Gracias y a seguir viviendo, que escribir solo es una consecuencia,
una pequeña parte, pero importante. Por que todo se desvanece y tan solo nos
queda la memoria que lentamente se diluye hasta desvanecerse.
No quería volver, siempre le había costado, por una razón u otra posponía el
viaje.
En cuanto se subía al tren le cambiaba el humor, corría la cortina de su
asiento para no tener que ver, como primero lentamente y luego a la carrera su corazón
se despedía de los sitios que amaba. Las montañas que dejaba, los bosques y sus
ríos. El sol que en esa región era tan basto y generoso y la humedad, que el alejamiento hacía que su
piel se resecara. Volver a la ciudad le agriaba el carácter, saber que cuando
saludara a las gentes que en ella vivían, lo mirarían como a un loco, se apartarían
pensando que algo les iba a pedir ese personaje extraño y estrafalario.
Fue la mar su amiga, quien le pidió que regresara, y claro, a tan alta
señora nunca había sabido decirle que no. Fue una tarde de invierno, la mar
andaba revuelta y al Buhonero le costaba pescar en su red nuevas historias, él
sabia que no andaba tranquila, que algo barruntaba y decidió recoger sus artes,
sentarse en su piedra y escuchar las historias inacabadas de Manolito.
Pero ese día Manolito tuvo la inesperada visita de sus amigos, el
caballero, la princesa de la Luna
y Pentisilia, que encima llegaban con Ángela y su perrito, y ese día el
Buhonero lo tenía que disculpar, que pocas veces Manolito con gente tan
singular se podía juntar.
La mar se fue relajando, sabia que así el Buhonero volvería con sus artes,
ha buscar nuevas y viejas historias para hilar, y ella tenia la urgencia de
hacerle llegar una en especial. Espero la mar, se puso su mejor vestido, tendió
su extremo más hermoso y elaborado de espuma de mar, hasta conseguir que el
Buhonero más contento echara nuevamente su red para pescar. Cuando lo tubo a su
lado, en un ir y venir pausado le hablo.
- amigo Buhonero me as de hacer un favor
-tu dirás Señora
- si miras tu red, veras que solo una historia has pescado, en ese triste
cuarzo apagado
- y no tienes más que darme
-hoy no amigo, y de eso te quiero hablar
-tu dirás compañera
- la mar, se retorcía en cabriolas, su voz era triste, casi de suplica,
pensaba el Buhonero
- nunca te he visto, dudar, le dijo
- veras. La historia que te quiero dar, te hará viajar a la ciudad, y se
que no te gusta, pero es alguien especial.
-¡a la ciudad amiga no marcho yo!, lo sabes, apartarme de ti y de Manolito,
me cuesta. Como me cuesta dejar las montañas y este sitio, es mi mundo y como
hilamos las historias entre los dos… sabes que no.
-solo esta vez, le dijo con pesadumbre, parecía que se le había roto la voz
y al Buhonero eso no le gusto
-Bueno, imagino que por una vez, no pasa nada, haremos de tripas corazón, cuéntame
haber que podemos hacer
Y la mar, loca de contenta sobre si misma se levanto, y tomando forma
humana, al Buhonero un beso le dio que le hincho el corazón,
- Ah zalamera, pensó el Buhonero, le gustaba esa forma tan particular de
agradecer y sobre manera cuando recogía su inmensidad y la convertía en mujer,
por ahí siempre le encontraba desarmado
- bueno cuéntame algo de ella
- no Buhonero, esta vez solo te doy su historia y según te vallas
acercando, veras como es muy rica en historias, e hilando como tu sabes hacer,
segura estoy que sabrás como actuar llegado el momento.
* * *
Llego por la tarde, el Buhonero a la gran ciudad, andaba serio, saludaba y
no le contestaban, espero que valga la pena pensó, mientras se acercaba a una
estrecha calle donde se encontraba la tasca de Ramón, un viejo bar. Venido a
menos, que no había cambiado su decoración, las mismas sillas y mesas, su gran
barra de mármol blanco, fría con cercos redondos, casi perfectos del culo de
los vasos que el tinto derramado había dejado con el paso de los años como una
impronta, memoria de viejos bebedores, grandes conversadores en las
lánguidas tardes de invierno, que se
acercaban etílicos, a la fría noche, que sin querer se fundían con tenue luz.
Ramón se empeñaba en mantener y que su mujer la Juana, le pedía hasta la
saciedad que la cambiara por otra más potente para poder ver las caras de los
clientes. Pero a Ramón no le interesaba el efecto que el vino hacía en las
caras de esos cliente, amaba su conversaciones pero no quería saber de sus
rostros, para no tener que saludarlos a la luz del día, necesitaba de ese
anonimato y ni su Juana se lo quitaría.
Entro el Buhonero, y la vieja campanilla que se accionaba al abrir la
puerta, hizo que Ramón repara en ese personaje, que a ciencia cierta no sabía
quien era, pero que no lo era totalmente desconocido, la capa del Buhonero, recogió
la escasa luz que las viejas lámparas daban, y en el reflejo de los pequeños
cristalitos que de esta colgaban, la devolvió suavemente amplificada y en mil
tonalidades distintas.
-¿que va ser?
- un vino, por favor y buenas tardes también, argumento
- buenas tardes y su vino. Ramón lo miro con curiosidad, poca gente daba el
saludo, pedia sin más y se encerraba en su mundo, o alvorotaban con sus inocuas
charlas y decidio pegar un rato la hebra con semejante personaje.
- ¿usted no es de aquí verdad?
- bueno, naci cerca de aquí, pero si me pregunta como se va, no le podre
contestar, vivi la infancia encerrado y no conozco las calles, me pierdo con
facilidad y me ahoga la prisa de este sin vivir, la gente parece que valla
hacia alguna parte pero a mi me da que no saben, que marchan como ratones
enjaulados en un laberinto, se cruzan y no se conocen, bastante inhóspito… como
para no vivir
-hombre, hay vida y gente buena en la ciudad, y tranquila que yo me se de
unos cuantos que de infarto no se mueren, no
-disculpe usted, que seguro que de todo hay, pero es mi sentir y cuando no
estas a gusto en un lugar, no hay quien te quite la tela de araña que sobre los
ojos cuelga y no te deja ver más allá
-¿no esta a gusto aquí?
- si, en su casa, si, se respira tranquilidad, los parroquianos parecen de
otro tiempo y la luz acompaña
- si aunque usted no lo crea, cuido de quien entra, y si es bullicioso,
altanero y con prisas, le pongo mala cara, el peor vino y ya no vuelve
-y llega usted a fin de mes
-bueno, lo suficiente para navegar, hago lo que me gusta, ando con quien me
gusta… no me puedo quejar
- dicen que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, y este
barco es suyo, al respecto nada más que añadir…levanto su copa de vino y antes
de sorber, miro a Ramón le pidió que se sirviera otra, que el lo invitaba y
simplemente le dijo ¡Salud!
-¡Salud!, contesto Ramón. Le contare que esta casa tiene su historia, como
vera no hay fotos expuestas, porque cuando hay un cliente que me cae bien, es a
mí, a quien le gusta contar sus grandezas. Sepa usted que no siempre ha estado así,
en otras épocas, la de mi abuelo y mi
padre, anteriores dueños, venia a reunirse ha esta hora más o menos los más
granado de Madrid, cuando aun no eran muy conocidos como escritores, músicos y
pintores. Lorca, machado, Falla, Picasso, el vago de Pio Baroja, y un tal
Pedro. Este era mi preferido, se cogía unas castañas de cuidado, muy
reaccionario sabe usted. solía llegar con la cabeza llena dudas, como un
torbellino, revolucionaba el local y a la clientela, me contaba mi padre que
por aquella época era un chiquillo, que mi abuelo se encabronaba nada más verlo
entrar, pero decía que Pedro tenia ese beber sabio y pausado que tienen algunos
borrachos, y cuando cogía la quinta copa del mejor vino. Por que mi abuelo era
así, capaz de echar pestes sobre Pedro y capaz de ver su atormentado mundo que
el sabia como convertir en un poema sublinme.
-ah, continúe, dijo el Buhonero interesado, pero llene usted por favor, las
dos copas claro esta
A Ramón se le encendieron los ojillos, estaba a gusto con ese tipo, y tenia
ganas de lucir su memoria. Lleno las copas y le dijo
- si no es abusar de su paciencia, quisiera recitarle un poema de Pedro
-hágalo usted, por favor, aquí en su casa, consigue usted, que me sea más
liviana la ciudad
- pues bien, carraspeo la voz, y mirando al unísono empezó:
* * *
Porque te siento
lejos y tu ausencia
habita mis desiertas soledades,
qué profunda esta tarde derramada
sobre los verdes campos inmortales.
Ya el invierno
dejó su piel antigua
en las ramas recientes de los árboles
y avanza a saltos cortos por el prado
la Primavera
de delgado talle.
Por el silencio
de pendiente lenta
rueda la brisa en tácito oleaje
y apunta la violeta su murmullo
al pie del roble y de la encina grave.
En las aguas
inmóviles del lago
anclan nubes y luces vesperales
y tiende el bosque sus flexibles redes
al vuelo prodigioso de tu imagen.
El sol azul con
cuidadosas manos
rayos y brumas teje en noble arte
hasta dejar de tu color, amada,
la piel inmaculada de la tarde.
Te miro
recostada sobre el césped,
agua verde y verdor claro tu carne,
tu rumoroso pelo embravecido
y el bosque de tu risa palpitante.
Alrededor de tus
tobillos breves
ciñe la luz minúsculos collares
y abrazan a tus brazos poderosos
los tallos y las ramas verdes antes.
Pulsan las finas
cuerdas del silencio
tus voces y los pájaros locuaces;
el cielo en plenitud abre sus venas
de calurosa y colorada sangre
¡Y alza mi
corazón su pesadumbre
como un nido de sombras un gigante!
-hermoso poema, ¡si, señor!, supongo que tendrá una historia
- bueno, tiene dos, yo le puedo contar una, la otra el poeta se la llevo
-ponga usted otras dos copas
-si pero estas las paga la casa, mientras la historia se la cuento yo. Mi
abuelo que siempre fue muy enamoradizo, llevaba un tiempo con una andaluza de
pro, guapa de verdad, de esas mujeres cordobesas, como las que pintara Julio
Romero, tres días antes de que llegara el poeta y este poema. Ella se marcho,
sin mediar palabra y mi abuelo, comprenda usted, andaba con la moral por los
suelos, los ánimos encendidos y no estaba ni por aguantar a Pedro, pero Pedro
como ya le he contado antes, no se amilanaba por nada ni por nadie, tenia un
corazón tan grande que del pecho sentiase preso, y el vino le sosegaba y le
hacia brotar de dentro su alma de hombre bueno, sus más delicados versos. Le grito a mi abuelo
que espabilara, que mujeres había, y de los ojos de mi abuelo, broto una
lagrima y una congoja en el corazón de Pedro. Se tomo la copa en silencio,
apesadumbrado, pidió otra y otra. Y sin mirar a mi abuelo le pidió una
servilleta…. escribió en ella el poema y mando a todo el mundo callar.
-silencio señores, un migo, a perdido a su amor, y yo para pedirle perdón
por mi agravio, de mi corazón a su corazón con estas palabras, disculparme
quiero, y por querer, amigo Miguel, quiero regalarte para que tu a su vez
regales a esa ingrata, tu amor y mi amistad le declares. Que si no vuelve con
estos versos, es que nunca te ha amado.
- ¿como se llama el poema?
-“Por que te siento lejos”
-¿y regreso, la susodicha?
- no, pero mi abuelo y Pedro se fundieron en un abrazo, y se metieron entre
pecho y espalda, casi una arroba del mejor vino, rieron los dos, haciendo chocar
sus copas
- bueno Ramón, he de marchar que es tarde y mañana me espera una jornada
dura
-pero espere, no se marche todavía, una copa más que lo mejor falta por
llegar, mi Juana se esta poniendo coqueta y barrunta que esta noche vendrá
-¿Quién vendrá, esta noche?
-el músico, un cliente, habla poco pero cuando toca el piano lo dice todo y
aquí nos tiene embobaos
-bueno un ratito nada más y me marcho
-no se arrepentirá, se lo aseguro
- ¿y el piano, donde esta que no lo veo?
- detrás de usted, lo tenemos tapado con ese paño y en lo alto le ponemos
el farolillo, a la espera del músico.
* * *
Salio Juana corriendo como loca, a preparar el piano, como Ramon decía ella
lo barruntaba, la campanilla de la puerta sonó y por ella entro el que debía de
ser el músico. Alto, de pelo entrecano, corto, un tipo corriente pensó el
Buhonero, el músico miro al Buhonero y le extraño la pinta del personaje… otro
más para la colección pensó
- ¡vino del mejor, marido que pareces atontado!, le grito Juana a Ramón,
del mejor vino que es para el único hombre que sabe sin mediar palabra hablarle
al corazón de una mujer
-Ramón corrió presuroso, a servir vino al músico
-ven aquí le espeto Juana al músico, le soltó dos someros besos, le miro a
los ojos, cuanto se te echa de menos amigo, as de venir más a menudo, que aquí
te queremos,
Ladrón
-
bueno, pensó
el Buhonero, la mar puede esperar un día, veamos como discurre la noche
Estiro los dedos el pianista, miro con ternura a Juana, sorbió de su copa y
empezó a tocar, como si acariciara al piano.
- toca bien, el amigo pensó el buhonero, mientras metía la mano en el
bolsillo de su chaqueta, y sacaba el cuarzo que la mar le diera, se sorprendió
al comprobar que este lucia más nítido, con la música, y sin mediar palabra
salio a la calle con el cuarzo en la mano, para ver si el resplandor que emitía
podía indicar donde buscar a la persona que la mar quería que viera. Corrió
calle abajo hasta llegar a una pequeña plaza y notando como el cuarzo casi se apagaba
al dejarlo bajo una persiana del destartalado edificio, la única ventana que
aun tenía luz. Y comprobó que la música allí apenas llegaba.
Subió a mitad de la calle, miro a la luna y miro a Venus, rebusco nervioso
entre su capa la historia del músico, no la había leído, pensó que las
ocasiones las pintas calvas y a estas ahí que cogerlas por los pelos. La
encontró enredada con otras y consiguió a duras penas desenredarla. Una vez que
la tuvo en sus manos, trianguló el apagado cuarzo con la Luna y Venus, o la estrella que guiaba a los marineros en
la antigüedad y la conocían como la
Estrella del Norte. Porque iba a necesitar mucho norte para
lo que estaba pensando hacer. Acto seguido coloco el cristal del músico encima
del cuarzo y como por arte de magia, una luz blanca atravesó ambos cristales,
haciendo posible que la música llegara suave, y con más nitidez a la ventana
del piso donde se encontraba ella.
* * *
Ella salio de su letargo, despacio, como si hubiera estado invernando toda
una vida, sintió que su carga ya no pesaba tanto. Se enfundo sus Jeans
ajustados, una blusa blanca, una chaqueta vaquera y con las manos en los
bolsillos se dirigió a la calle, en pos de esa música. La cabeza gacha, el
flequillo sobre los ojos, hasta que fue a dar con la taberna de Ramón, sin
percatarse que el Buhonero la seguía.Al entrar el músico torció el gesto hacia la puerta, se sonrojo pero siguió
tocando.Por extraño que resultara, la música le hablaba a ella, y ella podía
contestarle.
Se sintió observada y sin saber como. También algo coqueta, se alboroto el
pelo que tenia aplastado, de estar recostada sobre el sofá. Con coquetería, se
echo el flequillo
hacia un lado para que el pudiera ver sus ojos. Y en este acto la
conversación que la música y ella mantuvieron, todo fue uno. Y mientras la
música la envolvía, ella sentada al lado del pianista suavemente le susurraba,
sin ira, sin rabia estas palabras, que el Buhonero escuchaba, que la noche se
fue haciendo una con ellos y ya Morfeo lo esperaba. Que la mar satisfecha se
encontraba y le pedía que regresara. Se acerco a Ramón y le dijo en baja voz
- les pones dos vinos que los invito yo
- como tu mandes
-que es lo que te debo
-cinco euros, por favor
- te daré siete, cinco en un billete y dos en una moneda que simboliza su
amor, puso la moneda sobre el mostrador y de canto sujetándola con un dedo con
la otra un leve empujón le dio y le dijo a Ramón
- no la pares por favor, déjala que de vueltas hasta que pare, y la moneda
giro y giro
Y la música la luz y las palabras, la moneda en su loco girar, esparció. Y
es así, como la Luna
descanso, Venus se emociono. Mientras se repetía la letra que ella al músico
dedico.
Mi querida Nostalgia, mi niña mimada
La más fiel compañera, que en tardes
de
Desasosiego a mi lado estabas.
Mi niña, que de mi ya mujer,
cuidabas
No te destierro de mi lado, no temas
No llores, habré los ojos que el
amor ha llegado
Serás bienvenida a mi casa, mimada y
cuidada
Pero as de entender que ahora soy yo
la que
de ti ya nada demanda
La que te pedirá que te vallas,
después de charlar un rato
Entiéndelo amiga.
No es egoísmo, pero con el amor
Me basta
A ti soledad, que nada me as dado
Desidia en este jardín desolado,
Ni siquiera en el sueño, te quiero a
mi lado.
Porque fuiste egoísta y con tus
manos
Mis ojos cegados.
Me recluiste en tu reino y no permitiste acércame
Al amado.
Desde ahora para siempre te he
desterrado
¡Que vuelve el bullicio a mi jardín!,
Las estaciones se turnan, haciéndome
vivir.
Los arroyos de vida vuelven por mis venas a fluir
En ese canto eterno,
Que unos suaves dedos sobre un piano
me hacen sentir
Que tengo amigos, familia y al amado
para hacerme feliz
Y ya no confiare en los trenes,
y no volveré sola a subir
No esperare en las estaciones,
al que tiene que venir.
No quiero la magia engañosa del
humo,
que hace a la gente ir de un sitio para
otro,
Buscando con quien compartir,
Quedare en los bares, en casa de mis
amigos
De mi familia, o en la calle
abrigada por gentes ¡mil!
Y si por mala fortuna no pudo venir
Tendré para compartir, su ausencia
entre mi gente
Ya no me volveré a hundir.
Por que tengo la esperanza que solo
es un
Retraso pueril.
Que ya escucho la música… esa que
anuncia que llega
Esa que me hace vivir y sentir.
Que ya tengo fuerza
Que ya no quiero huir
Que de luz he llenado, mi mar de
fantasmas
Y los he desterrado, hasta el fin
Que ya no quiero a Morfeo
Que solo lo busco para dormir
Después de que mi músico me ame
Después, de que yo lo ame
Que ya no soy ni sombra de lo que
fui
Que ahora mi ánima tiene ganas de
vivir
Ahora que el deseo ya no es historia
Mi amor, mi vida, mi fuerza son para
ti
Porque contigo me convertí en
gigante
Me hice fuerte por ti
Y como bien dije antes
Somos hoy, somos ahora…y soy feliz
Y como toda historia, esta también
se desvanece, pero por arte de birli, birloque, si te gusta, tan solo la tienes
que abrir
Feliz cumpleaños Silvia