domingo, 27 de mayo de 2018

El Bautizo...


Llega tarde el tañido de la campana, bronce forjado en mil batallas y vuelto a forjar con fines más civilizados, suena lejana para reafirmar el lento pasar del tiempo, que las horas del hombre no son las del astro Rey.
Huye el viejo Andrés hacia sombras más protectoras, escasas en esa plaza desangelada, no huye de su luz que le fascina, sino de esos calores que trae el poniente al atravesar la sierra.

 Los viejos uniformes ondean en la cuerda floja, en el ambiente primaveral, ya se huele a pan recién orneado, a churros y chocolate caliente. El anís corre por las copas inundando el pequeño local de  su peculiar y almibarado perfume, son los jornaleros de la corcha, es domingo y hoy no se trabaja. Llegan con sus mejores galas, hoy bautizan a la hija de un compañero, algo tarde pero al fin se han decidido. Las mujeres lucen sencillos vestidos con estampados de flores unas y otras colores suaves y lisos que el sol realza y celebra, todas llevan pequeños detalles florales en el pelo y los hombres con su traje para cualquier ocasión, lucen en sus solapas ramitos de azahar los unos y otros el sencillo romero.

Dos niños corren tras un aro, la más pequeña, aún no se atreve a soltar la falda de su madre, desconfía de la gravedad, pues en lo que va de mañana lleva dos caídas, y la naturaleza que es sabia la ha sentado sobre sus posaderas en el albero de la plaza, va ha romper a llorar pues aun no distingue si la están dando dos azotes o la están limpiando el vestido, la madre amorosa la llama tontuela mientras la acerca a su pecho y le estampa dos besos, ahora dos círculos de carmín que la pequeña extiende inocente sobre las mejillas, ríe la madre y no la limpia, será su primer maquillaje la primera presentación en sociedad…

Ella no lo sabe, pero hoy es un día especial, por fin le van a poner su nombre, el mismo que la presentara, por el que llamaran para lo que sea y por el que la regañaran cuando no se comporte y tengan que nominar, para distinguirla de sus hermanas.
El viejo Andrés mete sin que se de cuenta un trozo de papel en el bolsillito de su vestido y se aparta.

Siete luceros tiene la noche
Noche de media Luna
Siete peldaños tiene la escala
Para subir a dormir en tan argenta cuna
Siete ósculos dan forma a la corona invisible de su frente

Por cerro Marcelo, recortadas siete sombras de mulos cansados
Vuelven ya  sin  sus pesadas cargas de corcho,
Que soñolientos miran
A la niña que duerme en brazos de la Luna

Siete hachazos   que desnudan al viejo alcornoque
Sonrojado cuerpo, llora y la brisa corre  ha refrescar tamaña afrenta
Mientras  llora desconsolado bajo la luz de esa Luna,
Llora en silencio
Que no quiere despertar a esa niña que dulce  duerme en tal argenta cuna

Cuando el párroco bendice con agua, la nuca de la niña un nombre resuena,
Lo trae el viento, lo trae la primavera, la niña sonríe y la madre acepta, que sea ese su bendito nombre.

Siete veces cuenta Andrés, las letras que contienen
Tu nombre
Con los dedos, cuatro vocales y tres consonantes

No quiere Andrés que le recorten el nombre, pues dice él que son de esos  que imprimen carácter, que llenan el espacio de musicalidad y colores. Que dan para soñar…

Permite que sea yo por esta vez quien pronuncie tú nombre
Manuela…  Manuela
Que seas tú, la que sueñe, que la vida te sea hermosa
Que los sueños son posibles
Sobre todo cuando te acuna la Luna
Mientras te cuenta un cuento que  habla de vida.

Andrés, se limpia una lagrima con pañuelo de seda, despacio abandona la escena y marcha por las sombras, que ya la fiesta es de los allegados y él no desea ser invitado. Que si algo tiene claro de esa fiesta, es que, es para Manuela, y los niños que corren tras el aro.

                                               Con cariño.
Del Buhonero o Epi.

Como siempre, que seas moderadamente feliz, pero hoy… sáltate la norma y se todo lo feliz que puedas.




miércoles, 23 de mayo de 2018

Tu nombre...

Susurrando, pasan las olas de un mar ya en calma
Susurrando van dejando entre algas y caracolas,
Tu nombre…

Impronta perecedera, sobre la arena tu nombre queda,
Para luego ser borrado por la espuma
Sudor salado, devenir de corona de una tierra yerma que ya no da nada

Susurrando va en el viento, a la vez que mis labios te pronuncian
Susurrando en fina lluvia, se va posando sobre altos cerros,
En verdes valles…

Y por surcos rotos viaja hasta formar charcas
Donde crecen berros y otras plantas

Susurrando queda la ira contenida,
Susurrando la vieja herida,

Gime pues…
Lengua de sangre diluida al mezclarse con la lluvia
Que sin querer te pronuncia,
Cambiando a su paso las blancas rosas en carmesíes
Piedra que cae y salpica el aire vistiendo a  la amapola

Cinturón blanco de engañosa pedrería,
Prendada la mirada, de ese ojo, que en la duerme vela
Vislumbra la inmensidad de un espacio,
Donde la noche argenta delata,
Las viejas piedras antidiluvianas que en el cielo flotan,

En loca carrera, luces de viejos mundos desaparecidos,
Titilantes, a más nerviosos,
En movimiento engañoso,
Mundos que ya no viajan
Pues estático queda, aquel que alguna vez albergó vida

Más es la matemática de tu nombre simple
Que celoso guarda las ecuaciones de mis cuitas,
La que mide la distancia,

Es  tiempo que tarda el viento en susurrar tu nombre
Y es cuando ya devuelta…
Casi inaudible el eco, en supremo esfuerzo te nombra

Si mi canto en algo ofende
En un susurrar, a tu perdón me acojo,
Setenta  veces siete
Todas mis  faltas, mis posibles ofensas, las salidas de tono
Los días locos, aquellos que por simple desidia de mi espíritu
No te nombro
Pero que el aire que expulsa mi boca
Traiciona en susurro tu nombre, que  lento escapa
Dejando un suave tacto  de seda que apenas mis labios atrapan

Y solo a finos oídos llega,
A quien en el corazón…
Guarda en el rumor de la primera ola,
La primera gota de agua,
El primer ínfimo rayo de luz,

Lámpara viajera en busca del la persona buena que tal honor ostenta,
Pues no hizo nada para ganarlo,
Tan solo boquear,
Llorar un poco con el primer golpe de oxigeno
Que viaja a tu delicada caverna,
Movimiento de nana que mece la vida
Y es, medida exacta del tiempo transcurrido
Manillas de un corazón
Segundero desbocado, por donde la vida fluye
Hacía los cuatro puntos cardinales de tu incipiente cuerpo

Con la mirada perdida en el horizonte tras esas nubes marcha
El susurro de tu nombre...

                                                           Mujer
                                                                                                      

                                                                                             Epi