¡Y qué!
Si las palabras no suman lo que siento
si de ti solo breves bosquejos te definen
dejo mi canto en el viento
el mismo que alborota tu ser
Que de mirarte me alimento
pues no solo de pan vivo
también de tu conocimiento me sustento
afirmando que tu eres igual a mi
que a tu estatura me sumo, ni por encima de tu hombro
ni por debajo del mío
si no, a la altura justa de tus ojos me remito
Y de ellos nada digo, más falta no hace
Impaciente espero libar de tus dulces labios
la ambrosia que viejos dioses, en ellos supieron derramar
modelarte con la calma del alfarero
Habla porque para mi eres descanso
y en tu pensamiento duermo
tan sincero, tan cabal que a veces temo
dejar de ser yo para contigo ser uno
bicefalia deseada
Admiro la danza de tus manos que por tu talle bajan
como corrientes de agua cuando te arreglas la falda.
En este acto mis ojos persiguen hasta caer en tus tobillos
y me entretengo
ligeros como los de ese mensajero halado
del que tantas veces te he hablado
más dame de esa fruta
y compartamos ese conocimiento que nos ha sido vedado
colmándonos de esa luz que tanto necesitamos.
Que si por pecar es… ¡pequemos!
Y si ese Dios inmisericorde se enfada
y de su paraíso enjaulado nos larga,
pues marchemos sin desperdiciar una lagrima
ante tan abyecto acto
Que mil veces prefiero las amarguras que nos manda tan caprichoso señor…
Siempre que contigo comparta
Más deseable se nos vuelven, que esa lasitud, esa obediencia ciega
que no dice nada
Mi amada Eva
seamos nuestro propio templo
nuestros propios dioses
Diosa a la que rogar
Yo tu siervo de amor
En este desaparecer continuo, que el tiempo hoy amigo…
mañana traicionero nos habrá de separar
Mientras, volver a empezar en esa desnudez virginal
Que nuestro amor sea refugio
único paraíso el que nos aguarde sin más
El único premio, cuyo mandamiento sea la suerte de haberte conocido y amarte la
única llave que su puerta nos abra
Hasta entonces…
Tu y yo y esta fértil espera que nos contiene
Que el alba, derramando su luz por tus cabellos
a la dulce espera que en argenta plata entre finas brumas de seda
la noche presurosa nos alcanza
derramando el sueño en oníricos actos
que el buen Morfeo nos adelante
Siendo tu mi credo y yo parte de tu esperanza.
Epi o el Buhonero