jueves, 15 de febrero de 2018

De indigente a Torquemada




 


Me gustaría verte más, los encuentros se han convertido en imágenes del pasado, hoy llevas el pelo desordenado, vetas plateadas se entremezclan con el negro azabache del resto, ya te miro pero con menos zozobra, directamente como el que no espera nada, pues el tiempo de inanición nos ha anulado, cualquier intento de entablar comunicación queda descartado, sigues llegando bien arropada, y sigues mirando cuando crees que no te veo, y es tan frustrante que con solo alargar el brazo puedo tocarte pero tu pequeña escolta no lo permite. Ya no te engalanas cuando sale la luna, ni bailas alrededor de la candela. Eres como ese sueño inalcanzable, cierro los ojos y nace un muerto (como decía esa copla de un tal Eduardo)
Sigues siendo utopía, el que tu y yo podamos mantener una breve conversación aunque sea trivial, solo con escuchar tu voz me conformo, pero es en el fondo de tu mirada donde me pierdo, buceo en ese mar da ámbar hacía el infinito de tus pupilas. No es coña si llevo tomadas dos cervezas, imagino y me olvido de la gravedad que me retiene y parto a lo insondable a ese mundo desconocido que eres tú y me libero.
El sopor del alcohol y el débil sol de invierno me amodorran, gracias… dos monedas han caído sobre la vieja gorra, hoy tengo para el cuartillo de vino y una sonrisa bobalicona desencaja mi cara mostrando la miseria de cuatro dientes mal montados, resto de la ultima paliza que me dieron esos cabrones adolescentes, pero les tengo el ojo echado y se donde vive el más imbecil de todos ellos, y esta noche cuando todos duerman, trancare su puerta, rociare con gasolina las ventanas y con el sobrante haré un cóctel molotov partiré el cristal que da al salón y estrellare ahí mismo el cóctel, mientras con una barra de hierro esperare a que alguno intente salir y será cuando lo golpee y caiga dentro, y cuando la casa haya sucumbido bajo las llamas y quede como solar baldío. Tan solo permanecerán los gritos agónicos de los tuyos y la sociedad, el Juez el fiscal y el político de las mamandurrias dirán que es una bestialidad y que no cejaran hasta verme entre rejas. Pero pasaran por alto las palizas recibidas, el robo de mis limosnas, el haber pisado mis pocos recursos y entre ellos la comida rescatada de los contenedores, se olvidaran que hace un año casi muero quemado, y se olvidaran de este rostro quemado, fantasma de la opera, de esta opera mía que cuenta los despojos de esta perra vida. Se olvidaran que vosotros matasteis a Flor, fue la patada del bravo imbecil que le propino en la cabeza, Flor anduvo unos días ida, había que alimentarla como a los pajaritos pues no quisieron ni atenderla, drogadicta de profesión, prostituta por necesidad imperiosa de sus venas, esclava de la aguja, solo tuvo un momento de lucidez antes de marchar, ¡véngame por favor, véngame!
Yo viejo caballero andante, venido a menos es pedirme justicia y nada, el Torquemada que duerme en mi, tira de antorcha y ese fuego purificador que tanto escandaliza a las personas de bien… de bien vivir para sus adentros, de abrigos poderosos, de esos que se pegan golpes de pecho en los templos los mismos que cuando se dignan a darte unos céntimos esperan a que todos lo vean, y venden su solidaridad cristiana como algo innato en ellos, ¡fariseos de los cojones!
El otro día me largo el párroco de la puerta de la iglesia, es un buen sitio para pedir, pero claro como van a permitirse que un andrajoso tienda la mano y en una débil letanía remueva conciencias, a lo más granado a lo más hipócrita de la sociedad, este club maldito no tiene vergüenza.
Ahora que ha pasado el tiempo, que el caso quedo en vía muerta, ¿Quién? va ha identificar o aportar como testigo, que fue un andrajoso, con sudadera de dudoso color o indefinido por falta de lavadora, si no hay ni huellas, la noche era fría de narices y el levante zumbaba con alegría y el mismo viento corría a una velocidad de cincuenta Km., que me congratula ese dicho “De noche todos los gatos son pardos”.
Tiro de escoba en otro pueblo, me dieron trabajo, me relaciono poco  o nada y sigo mi lucha con la botella, que unas veces vacío para otras llenarla completamente de mí. Recuerdo con lagrimas a Flor, sus plateadas vetas, su pelo de azabache, la sonrisa en el ámbar de su mirada, pero ya no puedo perderme en la inmensidad de sus pupilas y la hecho de menos, era la única que me miraba sin repugnarle mi cara quemada, la única que en el sopor etílico me comprendía, y ahora que soy una persona honrada para los cánones de esta sociedad bastarda, ahora es cuando me vuelve la vena Torquemada y me doy miedo…. pues quien tiene el fuego, tiene el poder.

                                                           Epi

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