viernes, 19 de septiembre de 2014

Añoranzas...



Subido sobre un pequeño acebuche, jugaba un niño, que a horcajadas, sobre la orquilla formada por sus tiernas ramas, imaginaba ir sobre un caballo. Luego se convertía en catapulta y grandes piedras redondeadas, destrozaban la antigua torre que dormía bobalicona a los pies de la playa. Ahora se cansaba, e imaginaba que era capitán de un barco pirata, subido al mástil del vigía, o corriendo se bajaba y con una manita en cada rama, fantaseaba con ser el capitán que tan hermosa nave navegaba, una tormenta le salpicaba de agua la cara y reía, su madre le llamaba para comer y el niño, le quito el tapón que a flote mantenía el barco de su imaginación, hasta hundirlo para más tarde continuar buscando el tesoro de ese barco ahora  bucanero que la mar escondía.

El niño piso el borde del mar, para ver su barco, e inclino el cielo, el sol rodó como loco cuesta abajo. La madre asustada le regaño
-¡niño, que vacías el mar y me quemas los campos! El reía sin parar mientras la madre amorosa lo seguía.
El  niño se canso de jugar, miro a la luna que estaba esperando, le guiño un ojo  
Y  él le mandó un beso con su manita.
Levantó el pie del borde del mar y todo volvió a ser normal…

El niño enfadado por que quería  subir a la Luna y su madre le dijo que si, pero que ella no podía subirlo tan alto.
Una majestuosa  Torre que por allí andaba, paseaba orgullosa sin echar cuenta del niño que la llamaba, y arto de llamarla le arreo una patada, y esta le miro divertida, con voz exagerada le dijo
-¡niño que duele! ¿por qué me das una patada?
-y tú ¿Por qué esconde la escala?
-¿y para que quieres tú la escala?
-para subirme encima de ti y dormir en los brazos de la luna
- te hará falta algo más que mi altura, para llegar a la luna
-tengo frío, dijo una voz
. El niño se agacho y vio a un pequeño dragón negro
-si me dejas que seamos amigos, yo te subiré a la luna
Así lo hizo el niño, subió por la escala que tendió la torre, y el dragón lo plantó en los cuernos de la luna.
Ella cubrió con su manto de armiño blanco y entre sus brazos lo acuno
Y cuentan los viejos del lugar, que en las noches de luna creciente, si se mira con detenimiento se puede observar, a un niño que ríe mientras se balancea en los brazos de la luna y a un pequeño dragón que duerme enroscado mientras cambia de color.

Mientras, la madre, se sienta frente al mar, sabe que mañana el sol le devolverá a su niño. Como siempre se lo traerá, con una sonrisa resplandeciente, jugando a ser capitán sobre un barco de espuma y coral.
Aun recuerda las largas tardes, jugando en la orilla con la inocencia intacta, y como los años la arrojaron a la realidad. Ahora esta el mar que le cuenta sus cosas, el mar que habla de otras tierras, el mar que le susurra otras historias. Historias hermosas de cuando ella iba a jugar, historias de amor y juventud.
Ya cuelgan lucernas en el cielo oscuro, el carro de los sueños lo guía el buen Morfeo y la Luna que este día esta más cerca y hermosa que nunca, viste de luz la arena y en ese acto besa en la frente a esa mujer que hoy como siempre, cuando su niño duerme en el regazo de la luna, se sienta sola a soñar que un día fue niña y jugaba sola frente al mar…
                                                                                                                  Epi

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