
El niño piso el borde del mar, para ver su barco, e
inclino el cielo, el sol rodó como loco cuesta abajo. La madre asustada le
regaño
-¡niño, que vacías el mar y me quemas los campos! El reía
sin parar mientras la madre amorosa lo seguía.
El niño se canso
de jugar, miro a la luna que estaba esperando, le guiño un ojo
Y él le mandó un
beso con su manita.
Levantó el pie del borde del mar y todo volvió a ser
normal…
El niño enfadado por que quería subir a la Luna y su madre le dijo que si, pero que ella no podía
subirlo tan alto.
Una majestuosa Torre que por allí andaba, paseaba orgullosa sin
echar cuenta del niño que la llamaba, y arto de llamarla le arreo una patada, y
esta le miro divertida, con voz exagerada le dijo
-¡niño que duele! ¿por qué me das una patada?
-y tú ¿Por qué esconde la escala?
-¿y para que quieres tú la escala?
-para subirme encima de ti y dormir en los brazos de la
luna
- te hará falta algo más que mi altura, para llegar a la
luna
-tengo frío, dijo una voz
. El niño se agacho y vio a un pequeño dragón negro
-si me dejas que seamos amigos, yo te subiré a la luna
Así lo hizo el niño, subió por la escala que tendió la
torre, y el dragón lo plantó en los cuernos de la luna.
Ella cubrió con su manto de armiño blanco y entre sus
brazos lo acuno
Y cuentan los viejos del lugar, que en las noches de luna
creciente, si se mira con detenimiento se puede observar, a un niño que ríe
mientras se balancea en los brazos de la luna y a un pequeño dragón que duerme enroscado
mientras cambia de color.
Mientras, la madre, se sienta frente al mar, sabe que
mañana el sol le devolverá a su niño. Como siempre se lo traerá, con una sonrisa
resplandeciente, jugando a ser capitán sobre un barco de espuma y coral.
Aun recuerda las largas tardes, jugando en la orilla con
la inocencia intacta, y como los años la arrojaron a la realidad. Ahora esta el
mar que le cuenta sus cosas, el mar que habla de otras tierras, el mar que le
susurra otras historias. Historias hermosas de cuando ella iba a jugar,
historias de amor y juventud.
Ya cuelgan lucernas en el cielo oscuro, el carro de los
sueños lo guía el buen Morfeo y la
Luna que este día esta más cerca y hermosa que nunca, viste
de luz la arena y en ese acto besa en la frente a esa mujer que hoy como
siempre, cuando su niño duerme en el regazo de la luna, se sienta sola a soñar
que un día fue niña y jugaba sola frente al mar…
Epi
Epi
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