¡Poeta…!
Dame tus versos de luz
Versos que corren en la noche
Versos que saludan al alba y
huyen de los extremos
Mi brazo fuerte anda preso a
roturar los caminos viejos
Para tu verbo ágil, las zarzas
La piedra que obstaculiza, el
lodadazal de los malos actos
Las vueltas que no dejan ver el
horizonte claro
Lleno de esperanza
Mi brazo, como te digo, presto
está...
No doy un paso más,
Ni una coma en este desvariar
de ideas
No te tengo y no me hago a la
idea,
De seguir amándote como lo hago
Y no, por repartir desidias y culpas
Solo que soy cobarde y ante tu
presencia
Se me olvidan las palabras
Y me desbordan los sentimientos
Este aparejo, estas artes
Y cebo de mi inocencia, no
bastan para lograrte
Tan altiva, tan brillante que
me ciegas y me pierdo,
Olvidando el camino tantas
veces soñado que a ti me acerca
Bendito el tiempo de los
girasoles, que así te muestras
Cada parpadeo es una ventisca
de brisa fresca,
Que doblan la floresta
Por que tu majestad pasa
Y todas alargan sus flores más
bellas
Por contarle al rocío de la
mañana,
Lo dulce que fue tu paso
Y el leve rozar de tus dedos en
tan olorosas muestras
Que hasta las hormigas pierden
su orden establecido
Y les salen alas, porque como
tú
Quieren ser de todos los sitios
sin pertenecer a ninguno
Como tú, el vuelo de esperanza
Que las saque de su inequívoco
castigo
Laboriosa tarea tiene el tiempo
que no da abasto,
Porque en ti se detiene y a mí
me aniquila,
Que la vida se me desprende como
escamas viejas
Que al caer, pierden ese brillo
que hermosean
El fiero rastro de quien fue
cambiando
Cobardes las montañas
Que sobre ti, arrojan su
imponente sombra
Y el cielo celoso de esta, tu
breve ausencia,
El bosque arde
Y en lluvias torrenciales
La vieja montaña se desvanece,
Como corriente de agua fresca
Y aquellos que por su altura
fueron servidos
Ahora yacen en el fondo,
Aguantando piedras nuevas,
Aliándose con el viento
Las sombras hacen desaparecer
Y tan solo tú ocupas la
inmensidad que deja,
La hora nona en este corazón
que adolece,
Vasto desierto en pugna
constante,
Que para en la estribación de
tu mirada,
Oasis accidental de este romero
que suspira y muere,
Arto de pasear su carcasa, que
ya joven, no es
Monte coronado, en dos
revueltas de tu pelo
Dejas al descubierto la
delicada columna
De sal que aguanta tu cabeza
dando paso a lo inimaginable
Esa magia que despacio
despierta
Vasto campo azul de azucenas,
mirada clara
Que suspira por verte libre y
poder nombrarte en
Diferentes lenguas y viejos
dialectos que te conforman
Como dice el poeta (León Felipe)
“Nunca cantemos
la vida de un solo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros
Epi
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