miércoles, 19 de junio de 2019

Todas las palabras...


Busco en el sueño imagines que vistan mis palabras,

palabras que cubran la fría realidad,

ahondando en el corazón para exprimir su sentido,

desfilando por mi mente, para darles pragmatismo,

ya que desnudas de significado las he encontrado.



Por los mercados de la memoria,

letras sueltas voy adquiriendo,

letras, que forman pequeñas islas que emparejadas

se mueven en constante vaivén



Sobre la superficie espumosa de  los mares,

donde la vida anda oculta en sus profundidades,

pequeños acentos pulen las miles de calaveras

junto al escaso coral,

pequeñas ciudades de diminutos peces,

entran por una boca,

saliendo por el balcón de miradas perdidas hace tiempo.



Busco la esperanza robada,

la honra ultrajada,

la herida que  sangra,

el motivo final que justifique lo injustificable.



Y, en las profundidades solo hallo silencio

nada que me hable de ti

nada con que poder recuperarte,

tu anónima historia, queda a la deriva,

sin playa fija donde poder recuperarla

amontonada junto a las algas,

que se pudren bajo un sol indiferente.



La voz del vigía, suena como la del almuédano,

uno llama a la oración el otro encauza  la deriva.



A estribor queda la mar inmensa,

mar en plata las veces,

recoge lo que las profundidades no quiere,

dando a babor sobre la espuma de las olas

los versos olvidados, en el interior de viejas caracolas,

vocablos ermitaños salen cautelosos,

preñados de significado



Pero no hay más sordo que aquél que no quiere oír

y no es que sean ciegos,

pero miran al sol para deslumbrarse el tiempo suficiente

para no ver como las lagrimas...

llegan mezcladas, llenas de fuerza y sal.





Cada uno en su faro, eterna atalaya

cada uno en su jerga.



Uno solo quiere hablar con un dios, o con uno mismo

pues el primero es hijo del segundo.



El otro hablar a la mar inmensa,

preguntar por la tierra prometida,

por la nueva vida…

Que no llega.



Remolona se retrae, juguetea con la brisa

se deja querer, sintiendo la caricia eterna de la madre oceánica



¿Quién quiere puerto, fijo?

quién, hollar la tierra con sus pasos

si toda la luz queda al fondo, en ese mágico horizonte

y toda la sal de la vida le rodea



Que quiere el almuédano, si te increpa para la obediencia

para creer sin ver, para no discutir,

y en tu plegaria como en la del sacerdote, tan solo palabras hueras

que a fuerza de repetir ya no entiendes



Pero nadie se acerca a la orilla a reclamar tu ausencia

nadie piensa en ti, que nunca llegaste



Pero yo se a ciencia cierta…



Que más halla de los mares, siguiendo las lenguas de tierra colina arriba,

en el hontanar donde nacen las historias, que paralelas corren

a  lomos de  viejos manantiales,

hablando con las flores, repiqueteando en las piedras.



Tu alma se confunde, en la noche larga  

tan solo puede ser  vista en las lenguas plateadas

que la luna refleja

Y por un instante, junto al aullido del lobo,

el viento lleva en su regazo tu imagen y queja,

tu amor intacto, tu inocencia perdida,

todo se derrama y esparce llegando al delta,

donde mañana se volverán a mezclar con la mar

donde dormitan olvidadas,

                       

                                               Todas las palabras que cuentan tu historia…

                                                                                          Epi o el Buhonero

 

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