De la mar en calma florecen por
doquier, nenúfares marchitos antes de florecer. Crisálidas que dejaron marchar
la luz, que mantiene la peregrina esperanza, en esa especie maldita, que va
apestando la tierra.
La vieja Parca, lee entre líneas y se
frota las manos, nunca fue mejor el negocio, nunca hubo tanto trabajo, cosechadora
de almas impenitente, no da abasto, mientras frota sus manos, no de gélido
frío, pues ella es dueña y señora de aquello que nosotros desdeñamos, de
aquello que debió de ser lo más importante y que por desidia desapareció del
vocabulario. Un millar de cuencas vacías nos miran desde el silencio más
ensordecedor y es que la barbarie del hombre no ha acabado aún, y no se a dónde
acudir
Las olas en un último viaje, mueven a
su paso los cuerpos inertes de este mar de lágrimas. Demasiado lejos hemos
llegado, pasando la frontera de lo indecible, en depredadores sin contención
nos hemos convertido. Esto que nos fue otorgado en nacimiento, hoy convertido
en moneda de cambio. Don, prisionero de
las fluctuaciones del mercado, de las grandes corporaciones, nido de buitres
bulímicos, insaciables… ¡Que las cosas se hacen mal, no se empieza
arreglando desde arriba!, si no socorriendo al de abajo, sacando su cabeza del
agua, levantando su rodilla del suelo, despejando el horizonte para que sus
ojos vuelvan esperanzados a ver, si al final del camino hay algo de luz; bocas
cosidas por el infortunio, que haber nacido cuesta lo suyo, pero el precio es
excesivo, pues de volver al origen ha de ser lo natural, pero cuando toca no
cuando la brutalidad del ser humano dicte.
Sin entender del todo el porque
estamos aquí, si es que hicimos algo mal y esto no es el paraíso,
No
entiendo como, no, nos revelamos contra todo.
No
entiendo como pretendemos mantener un sistema que nos devora poco a poco, que nos
embrutece a marchas forzadas.
No
entiendo que esos a los que llamamos grandes y mandatarios, no se pongan de
acuerdo en algo tan sencillo.
No
entiendo como se sigue financiando tan impúdicamente la muerte, mientras se
solazan en sus castillos de cristal, mirando hacia otro lado, pues piensan que
la cosa no va con ellos. ¡No lo entiendo!
Y de Naciones Unidas… “Desunidas Decisiones”,
interesadas no más en su propio bienestar aunque signifique el desplazamiento
dolorosamente forzado de medio planeta, aunque la mar se tiña de noche oscura,
aunque los campos se tiñan de rojo, aunque esos ojos grandes que nos miran
desde el hambre y el sufrimiento nos taladren el alma, miembros seccionados,
violaciones por doquier…
¡Dolor y solo dolor!, en el que
parecemos cómodamente instalados, Holocausto que se extiende en el tiempo y no
parece tener fin. Quizás todo empezó cuando el silencio creo al verbo, o cuando
el verbo se convirtió en luz, no sé, no sé… si, cuando abrimos los ojos por
primera vez, nos fue negado el don de ver, ni sé, si el verbo fluido otrora,
hoy Babel ininteligible, gritando lo mismo pero sin enterarnos de nada. Pero
hay gestos, que no han de pasar desapercibidos, lengua universal, hay falacias,
hay abandono y odio, hay flores muertas, que emponzoñan el entendimiento del
hombre y este no parece tener salida o no querer parar y reflexionar, que no
somos nada, que por misteriosos vericuetos llegamos, con la memoria en blanco,
y una carrera hacia, adelante por
estrenar.
¿Y que hacemos?, si nada más llegar,
lo hacemos llorando y llenos de moco y excremento. ¿Quién ha de poner freno a
esta trágica cadena, quién nos frenará de una vez y hará desaparecer a esta
especie abyecta ¿que tribunal nos ha de
juzgar por tales crímenes?, ¡a todos sin excusa! pues somos juez y parte, de
este vasto genocidio. Holocausto sin precedentes ofrecido al becerro de oro.
Imperfección de la misma perfección, que nos programó defectuosos y la única
manera de sobrevivir es exterminándonos unos a otros, para luego empezar un
periodo de falsa paz, de falso arrepentimiento, con la ira intacta, con la sangre invadiéndonos la boca,
con la mirada opaca…
¿Nacer para luego embrutecernos, para
ser estatuas de mármol frente a las desgracias que nosotros mismos
alimentamos?...
*Más
nos valdría no haber nacido
Como
dijo aquél…
Todos hemos sido mecidos en los mismo
cuentos, pero cada uno entendió de ellos lo que le vino en gana, todos
escuchamos hablar de dioses vengativos y sangrantes, que propagan la guerra y
el exterminio, y siempre lo mismo, cada uno entendimos de esa fábula lo que
quisimos e interpretamos lo que nos interesó, santas guerras, santas
violaciones como santo es el insaciable hambre del hombre por el hombre…
Disculpen si se han perdido, no se
culpen, no por favor, soy yo, que viendo esa instantánea, perdí el orden de las
ideas, el meollo de la cuestión.
Ahora soy tan de sal, que paciente
espero a que la lluvia me disuelva, me haga desaparecer como si nunca hubiese
existido.
Espero, a que las estrellas no guíen más mis pasos, ni
decir, que ya, mi eterna compañera la
Luna ha de esperarme más, pues ella sabe que la vía Láctea está sembrada de cadáveres, que no son
estrellas sino la luz de esos cuerpos inertes, crisálida donde la Parca lee ávidamente, en busca de algo parecido a la esperanza, pues la
muerte también se harta de tanto desvarío, de tanta sinrazón…
Epi
Aún no me explico como no nos hemos extinguido todavía... Pero no debe de quedarnos mucho, pues toda especie llega a su colapso para dar paso a otra. Aunque yo creo que no hará falta ninguna catástrofe natural para acabar con nosotros, ya que nosotros mismos seremos nuestros verdugos. No hay más que vernos... No tenemos futuro. O no sabemos utilizar la inteligencia, o la inteligencia es otra cosa.
ResponderEliminarDuras palabras, aunque adornadas de bella literatura, dedicas a esta sin razón, de las que no puedo más que aplaudir y estar de acuerdo.
Un abrazo
Buenas Silvia, imagino que todo bien por Madrid, gracias por el piropo y un abrazo para vosotros y como no in besazo para Alexis. Un placer, como siempre encontrarte por estos lares. Lo dicho moderadamente felices y que todo siga igual o mejor si se puede.... Besos familia.
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