miércoles, 15 de octubre de 2014

Cincuenta pasos en Noviembre...



Cincuenta pasos, no se cuanta sabiduría se acumulan en cincuenta pasos, ni cuantas cosas buenas. Cincuenta historias al unísono, unas veces en solitario y otras con buenos y malos caminantes.

Gotas de agua que juntas conforman una vida. Acumulación, afluentes, arroyos y meandros, aportaciones que trae la lluvia, fríos témpanos, fuera de estación y corrientes calidas cuando más se necesitan.
Generoso río que guarda la memoria, los restos de temporal que atesoran a la deriva la vida de este insignificante mortal, que llego cuando las aguas de este otro río más grande, andaban presas, cuando no se le permitían dar saltos, coger velocidad, rizar, dar vueltas sobre sí mismo, desviarse e invadir otros arroyos, ni tan siquiera mezclarse en los afluentes de la sabiduría.
Años oscuros de absolutismo, de sacar bajo palio a la bestia, de marchas marciales, de dar por bueno lo poco o nada que ofrecían, de no ver más allá de de tus narices.
Viejas doctrinas caducas antes de estrenarlas, años de miedo, de falsa educación, de falsos respetos. Por que donde habita el miedo, la mediocridad, la ignorancia, las palabras pactadas, los discursos breves en nombre del nuevo orden, de escuchar en silencio, mirando hacía otro lado para llegar a entender a esas generaciones grises, sin sustancia, encefalogramas planos sometidas por una fuerza superior, ¡eso no es respeto. ¡A eso se le llama miedo!

Lobo con piel de cordero, sustentado en la ignorancia, en traiciones oscuras, desapariciones ha cielo abierto, falto de ideas y libertades, pueblo sumido en la desidia en la hambruna, miradas de bajos vuelos, frentes humilladas, de manos sarmentosas que se ciernen sobre una gorra, de un por favor, que hoy no hay nada en la mesa, de rodillas reventadas de tanto pedir a nadie, de encomendarse, a santos patronos, vírgenes de palo. Para terminar en  revuelo de sotanas, que Dios proveerá.

Piel de toro agujereada, ríos que se secaron nada más nacer, vidas que no pasaron del manantial por que una deflagración así lo quiso, por que el pájaro de hierro, pasó con prisa y vomitó sobre los campos y las ciudades, toda su ira, años de oscurantismo, de aguas infectadas sin vida, sin futuro, estancas.

Años de no mirarse a los ojos, infancias robadas, de hacinamiento, de no saber por que seguimos  dando vueltas estériles a esta maldita noria, rueda sin fortuna.
Tempestad, noche oscura metida en agua, fogonazos de luz, azufre en el aire, incertidumbres y más miedo a lo que esta por venir.

Nueve pasos, hicieron falta para la regeneración. Se empezaron a aclarar las aguas, las primeras fisuras de ese muro de contención que mantenía a raya cualquier brote de esperanza. A esas alturas desde la distancia, mantengo mi copa en aptitud de brindis… como peces boqueando fuera de los estuarios, descubriendo las branquias por primera vez, oxigeno inesperado y un hálito de luz en millones de miradas.
Amputación necesaria, que la parca se apresuro en recoger, loas al perro del Cerbero, son esos muertos necesarios para que la vida continúe, rayón necesario en el vinilo, cambio de pareja, cambio de orden, dejamos la copla de doble sentido, el paso doble y nos metemos en el rock and roll, en la protesta, en nuestro particular mayo del 68 siete pasos después, que no vamos a mirar, ya que nunca es tarde si esa dicha es buena.
Loas igualmente a los artífices, a los que por una vez, unos y otros miran, sin que se note mucho, con simpatía al verdugo.
Brindan en la intimidad, como niños que juegan a mayores, se preparan las estrategias, los cambios de consignas, las pequeñas muestras de libertad incipiente aún, coger los mejores puestos de salida, los cambios de camisa, los depredadores de ayer, exigiendo el bocado de mañana, pero todo en el anonimato más absoluto.

Apaleando al de siempre, pero con menos fuerza, como si en cada golpe te dijeran que son necesarios, -mejor yo,  que él me vea. Que no, note el cambio, es preferible. A él le tiembla el pulso, pero no dudara en acortar tu estancia, en hacerte desaparecer como si no hubieras existido, vertiendo tu esencia en el rió del olvido.
Aun es tiempo de ir con pies de plomo, de cubrirse con las sombras, de no señalarte para que el ojo, el oído y el dedo del delator no se posen sobre ti.

El camino sigue, unas veces al calor del sol, otras con el miedo reflejado de esos que están por desaparecer, de esos que no saben donde refugiarse, quien les ha de mantener, dar sentido a sus estériles vidas. En fin los pasos siguen, como siguen las aguas hacía el mar, como emigran las aves ha otras latitudes en busca de comida y espacios más calidos.

Once pasos, la bestia agoniza, más peligrosa aun si cabe, cada movimiento de este engendro moribundo esta envenenado, aun mata, y con más rapidez, el tiempo apremia, los acólitos apremian.
Desde fuera resurgen las voces de aquellos que tácitamente nos condenaron, de aquellos que no era su guerra, que no era el momento, cuarenta años de aguas turbias, cuarenta años de desaparecidos, cuarenta años de cantarle al sol, con la camisa nueva aunque no hubiese, ni para comer.

Cuarenta años despegándonos de la vieja Europa, del sueño de libertad. Mientras Europa dormía. Europa vivía su renacer, observando con dudas el desarrollo la incógnita de esa vieja nación que un día fue tan grande, que no se llegaba a poner totalmente el sol en sus dominios.
Cuarenta años de dictadura consentida por los pueblos libres de la vieja Europa, subsidiaria del Nuevo Imperio, del nuevo mundo, ese mismo que utilizaba al resto de países como patio de atrás, donde experimentar su terror civilizado, sembrando barbaries por doquier, creando monstruos en sus fabricas de West Point, en nombre de no se sabe que libertad.

Pero el vocero sale, más demacrado, inconfundibles ojeras, rostro macilento que rematan dos apéndices desmesurados, insensibles al sufrir del pueblo. Con el miedo apenas controlado, generación de adoctrinados que ahora queda huérfana, con voz chillona y afectada nos da la nueva buena, como un padre a sus hijos, a esos que no conoce de nada a esa turba de hombres y mujeres grises, casi en un susurro nos dice -“el ha muerto, viva España”.

Dos mocos y un par de lágrimas, marchas militares, estado de excepción. Brindis con copas forradas, para que no se oiga el chin, chin de la esperanza, se dispara la venta de puros, colas interminables donde se mezclan mil contradicciones, colas de incrédulos, filas de notarios anónimos para certificar la muerte del que tantas vidas sesgo, en competencia desleal con la Parca. Se pierden las agallas y se empieza a respirar a pleno pulmón, tímidas cabezas que asoman por encima de ese río.

Revolución de claveles en el patio del vecino, ya era hora que su perfume traspasara la raya y nos fuera contagiando.
En fin, durante este caminar, paso a paso mucha gente buena, y mala, mucha gente perdida, otra no tanto, desentumeciendo los músculos, las ideas, las palabras olvidadas recobrando su significado, su poder.

En estos cincuenta pasos, amigos y enemigos, la mochila del caminante, guardando la memoria de lo que ha sido y de lo que es, a la espera de nuevos acontecimientos. Agradecido a todos los que pasaron por su vida, para bien o para mal, añorando a los que marcharon, disculpando a los que abandonaron, a los que miraron de soslayo y les pudo la vergüenza, pero no lo suficiente para darte su mano y sacarte de ese arroyo que lentamente te diluye, hasta hacerte desaparecer.

Los últimos pasos, los últimos ocho pasos, más serenos, más cansados, me llevan a los últimos amigos, tan preciados como los de antaño, pocos pero buenos, no enseño las manos para que no podáis contarlos.
Para mi son suficientes, no necesito más, con sus cosas, como todos, pero en definitiva mis amigos, los que este caminante ha cogido. Junto con el fruto generacional, el más preciado, y el más frágil, ¡bendita vaina portadora de vida!, flor entre las flores, gacela en los cantos del Rey Salomón, mujer de marfil, mano sobre mano, con la sonrisa y el llanto, con la sangre y el grito, con la primera bocanada de aire fresco, el primer rayo de luz, reposa tranquilo sobre la tierra de leche y miel, elegido entre un millón, copia perfecta de dos.

En esta  sociedad que por desgracia trae impresa imágenes que suponía olvidadas. Las colas de la vergüenza, el hambre provocado por esos mismos que salieron hace catorce pasos, los mismos que jaleaban el cambio, son los mismos que han saqueado la casa del pueblo, los mismos que han arrasado con el saber, los mismos ignorantes y prepotentes, son los mismos de ayer, los que nunca se marcharon, los que plantaron su ira y su odio en las generaciones que hoy mandan. A esos no les daré nada, ni tan siquiera el reconocimiento de las pocas obras buenas, nos dieron el botón y nosotros les devolvimos el traje, gritaron libertad y nos enrarecieron el aire, dijeron igualdad y sembraron el caos, los mismos que nos culpan por enfermar, los mismos que se han dormido en la marca.

Dejando a estos trapisondas al margen, decir y agradecer al final de los cincuenta pasos. El que estéis hay, a los viejos y a los nuevos amigos, un sincero abrazo y el poder caminar al menos otros veinte o treinta pasos a vuestro lado… no es mucho lo que pido.
                                  Y sí, mi eterno agradecimiento.
                                                                                        Epi

1 comentario:

  1. Solo aclarar una cosita.... hay que entender cincuenta pasos como cincuenta años, contando como año de partida 1964
    como normalmente se dice cincuenta abriles y en este caso cincuenta noviembres..... Sean moderadamente felices

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