*Aristóteles
.- Aun eres joven y te estas formando.
Espera para participar en las batallas
*Alejandro
.- “Si espero perderé la audacia de la juventud”
Terminando la
estación otoñal, el viejo bajaba la cuesta a la par del año que iba languideciendo,
siempre en el frió invierno. Sentada cerca de la ventana la Guardiana hacia cuentas
de los días, sumaba las alegrías y las ausencias y se maravillaba de la
simplicidad que tiene esta para manifestarse, cohabitar juntos durante un
tiempo y desaparecer, como si nunca hubiera estado.
Tan solo el
recuerdo de ella, de vez en cuando la traía a su lado, se sentaban una frente a
la otra, se daban la mano, se daban la mirada y una bebía en la fuente de la
otra, una con su insultante juventud, la otra con las horas pasadas apenas mantenía
el llanto que su silencio delataba.
Un viejo perfume
a flores frescas inundaba la habitación, unos muñecos de peluche una mantita y
unas manoplas que de momento no eran de nadie, todo preparado que el milagro se
hacía de rogar mientras la fe era guardada en lo más recóndito de su corazón.
La frente
perlada surcada de arrugas rítmicas, gritos gráficos del dolor, de la espera,
se mezclaban con el rocío de sus ojos, pequeñas estrellas transparentes que
dóciles bajan por su mejilla hasta llegar a la comisura de los labios. Un
gruñido, un grito al unísono lanzado sin tapujos, por que la vida duele, tanto
como la fe y los milagros, duele como el deseo, como el amor que se puso en
tamaña obra. Sortilegio de caricias, manojo de complicidades.
Aun recuerda que
fue el invierno pasado, un arrebato les sorprendió un estar juntos sin mediar
palabras, intenciones claras a flor de
piel, fundirse y desaparecer, despertar de mañana y no quitarse ni el pijama,
deambular por la casa, café o té, tostadas, un beso calido y un escalofrió de
placer por la espalda. Fue al tiempo, que estas cosas son así, la Guardiana se miro los
dedos, los contó una y otra vez, y por si tenia dudas una arcada que la doblo
por la mitad, le dieron la cuenta exacta de su primera falta, su primera
ilusión, ¡pronto! pensaba, esperara un
poco más, otra falta que justifique su zozobra y luego se lo diría, mirándolo
nerviosa a los ojos, escrutando cualquier atisbo de emoción o desengaño y al
final él, más emocionado, exultante, que los años pasaban, viajes, proyectos,
aficiones nada comparable con este evento que se aproxima a marchas forzadas.
Febrerillo el
loco, no creo que se olvide nunca. Otoño… hermoso otoño, correr de hojas,
botones pequeños, celosamente guardados del frió invierno que se nos viene,
para cuando él, sea más señor de sus sensaciones. Ya la primavera ira tostando
su angelical rostro, balbuceo de sus primeras charlas ininteligibles, prendado
en el vuelo de los pájaros, cabecilla loca en busca del origen de sus cantos,
explorador insaciable, que lento cae en brazos de Morfeo, sin importar si es
noche cerrada o pleno día, besos de terciopelo, olores de leche, mezclados con
agua fresca y jabón, duerme tranquilo arrullado por la voz cantarina de la Guardiana, en brazos
fuertes y seguros él lo llevara para que ella descanse, que estos amores agotan
y hay que reponer fuerzas para saciar a ese pequeño hedonista que duerme ahora
y que al despertar necesitara de toda su atención.
La mano de la Guardiana se aferra fuerte
a la sabana, la cabeza ida, ahora solo
es naturaleza pura y dura, no sabe donde esta y tiene miedo… ¡empuja, respira!...
tranquila que ya viene…
Letanía lejana
que la hacen sentirse más sola, sensible hasta el extremo, sus lagrimas delatan
el salto cuantitativo, el viaje del que viene por oscuros caminos, ante la duda
de lo que le espera al otro lado, necesita ayuda, juntar el valor, inocente y
primigenio el primer sonido, el llanto del que abandona la seguridad del
vientre. Pequeño mundo acuático.
Ella siente en
su mano la mano de ella, sus labios que limpian a besos su frente perlada, cree
verla, siente que esta allí, como iba a perderse la vieja Matriarca el milagro
de la vida, la continuidad de su sangre, el despertar alegre, entre mocos,
sangre y placenta, no hay verso que iguale en palabras semejante hazaña, y
cuando la Guardiana
se siente desfallecer un susurro apenas audible le recuerda, “Te
siento…Os siento. Memoria de mi memoria sois. Búscame en los giros que da la
vida. En los pequeños detalles… “. El llanto del esperado, la rescata y la
vieja Matriarca besa su frente, deposita una lágrima de esperanza sobre su
rostro y marcha emocionada que ya habrá días en los que vuelva, mientras la Guardiana la nombre ahí estará
ella, impaciente… Y
El gran
misterio
Fuente de
renovación, la semilla su fruto ha dado
El viejo marcha,
la crisálida de arena su tiempo agota
Es hora de
partir, y…
En mis haberes
traigo el agua fresca de los arroyos,
El sonido de un
llanto que es canto nuevo de vida y esperanza,
De mis ropas
prendidas las ultimas flores del otoño
Envueltas en
hojas secas,
La palabra dejo
colgada del viento,
No mirare atrás
pues todo es pasado y recuerdos,
Triste marcho
por aquello que se perdió en el camino
Y, ya cansado, como ultimo esfuerzo
Mis manos juntas
llevo a mi boca,
Trompeta de
heraldo, soplo, que el año lento se desgaja,
Lo que no vale,
atrás queda
Sueño viejo,
esperanza nueva
Halito de vida,
universo por estrenar,
Tu llegada precedo
y como tu nombre indica
“Protector de
hombres”
Todo te será
dado,
Milagro de naturaleza, sueño primigenio
Por fin amor te
he encontrado… Alexis
Mi corazón has
desbordado
Y ahora, mi
dicha…
¡Duerme! que aun es temprano
La primera nana,
el primer canto, solo un tarareo simple, sin vocablos, su dulce trabajo hace.
Agotada por el esfuerzo, entre sus
brazos duerme el futuro intacto, y él vela por ambos…
Dedicado al pequeño Alexis…
El
Buhonero
Epi
Hermoso Epí.
ResponderEliminarMe alegra verte por estos foros niño... gracias y un abrazo para ti y para Ainoa
ResponderEliminarPrecioso amigo, muchas gracias.
ResponderEliminarDe nada amigo, ha sido un placer...
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