viernes, 7 de noviembre de 2014

Alexis




                   

*Aristóteles
.- Aun eres joven y te estas formando. Espera para participar en las batallas
*Alejandro
.-  “Si espero perderé la audacia de la juventud”


Terminando la estación otoñal, el viejo bajaba la cuesta a la par del año que iba languideciendo, siempre en el frió invierno. Sentada cerca de la ventana la Guardiana hacia cuentas de los días, sumaba las alegrías y las ausencias y se maravillaba de la simplicidad que tiene esta para manifestarse, cohabitar juntos durante un tiempo y desaparecer, como si nunca hubiera estado.
Tan solo el recuerdo de ella, de vez en cuando la traía a su lado, se sentaban una frente a la otra, se daban la mano, se daban la mirada y una bebía en la fuente de la otra, una con su insultante juventud, la otra con las horas pasadas apenas mantenía el llanto que su silencio delataba.
Un viejo perfume a flores frescas inundaba la habitación, unos muñecos de peluche una mantita y unas manoplas que de momento no eran de nadie, todo preparado que el milagro se hacía de rogar mientras la fe era guardada en lo más recóndito de su corazón.
La frente perlada surcada de arrugas rítmicas, gritos gráficos del dolor, de la espera, se mezclaban con el rocío de sus ojos, pequeñas estrellas transparentes que dóciles bajan por su mejilla hasta llegar a la comisura de los labios. Un gruñido, un grito al unísono lanzado sin tapujos, por que la vida duele, tanto como la fe y los milagros, duele como el deseo, como el amor que se puso en tamaña obra. Sortilegio de caricias, manojo de complicidades.
Aun recuerda que fue el invierno pasado, un arrebato les sorprendió un estar juntos sin mediar palabras,  intenciones claras a flor de piel, fundirse y desaparecer, despertar de mañana y no quitarse ni el pijama, deambular por la casa, café o té, tostadas, un beso calido y un escalofrió de placer por la espalda. Fue al tiempo, que estas cosas son así, la Guardiana se miro los dedos, los contó una y otra vez, y por si tenia dudas una arcada que la doblo por la mitad, le dieron la cuenta exacta de su primera falta, su primera ilusión, ¡pronto! pensaba, esperara  un poco más, otra falta que justifique su zozobra y luego se lo diría, mirándolo nerviosa a los ojos, escrutando cualquier atisbo de emoción o desengaño y al final él, más emocionado, exultante, que los años pasaban, viajes, proyectos, aficiones nada comparable con este evento que se aproxima a marchas forzadas.
Febrerillo el loco, no creo que se olvide nunca. Otoño… hermoso otoño, correr de hojas, botones pequeños, celosamente guardados del frió invierno que se nos viene, para cuando él, sea más señor de sus sensaciones. Ya la primavera ira tostando su angelical rostro, balbuceo de sus primeras charlas ininteligibles, prendado en el vuelo de los pájaros, cabecilla loca en busca del origen de sus cantos, explorador insaciable, que lento cae en brazos de Morfeo, sin importar si es noche cerrada o pleno día, besos de terciopelo, olores de leche, mezclados con agua fresca y jabón, duerme tranquilo arrullado por la voz cantarina de la Guardiana, en brazos fuertes y seguros él lo llevara para que ella descanse, que estos amores agotan y hay que reponer fuerzas para saciar a ese pequeño hedonista que duerme ahora y que al despertar necesitara de toda su atención.
La mano de la Guardiana se aferra fuerte a  la sabana, la cabeza ida, ahora solo es naturaleza pura y dura, no sabe donde esta y tiene miedo… ¡empuja, respira!... tranquila que ya viene…
Letanía lejana que la hacen sentirse más sola, sensible hasta el extremo, sus lagrimas delatan el salto cuantitativo, el viaje del que viene por oscuros caminos, ante la duda de lo que le espera al otro lado, necesita ayuda, juntar el valor, inocente y primigenio el primer sonido, el llanto del que abandona la seguridad del vientre. Pequeño mundo acuático.
Ella siente en su mano la mano de ella, sus labios que limpian a besos su frente perlada, cree verla, siente que esta allí, como iba a perderse la vieja Matriarca el milagro de la vida, la continuidad de su sangre, el despertar alegre, entre mocos, sangre y placenta, no hay verso que iguale en palabras semejante hazaña, y cuando la Guardiana se siente desfallecer un susurro apenas audible le recuerda,  Te siento…Os siento. Memoria de mi memoria sois. Búscame en los giros que da la vida. En los pequeños detalles… “. El llanto del esperado, la rescata y la vieja Matriarca besa su frente, deposita una lágrima de esperanza sobre su rostro y marcha emocionada que ya habrá días en los que vuelva, mientras la Guardiana la nombre ahí estará ella, impaciente… Y

El año toca su ocaso, y entre las manos guarda 
El gran misterio 
Fuente de renovación, la semilla su fruto ha dado
El viejo marcha, la crisálida de arena su tiempo agota
Es hora de partir, y…
En mis haberes traigo el agua fresca de los arroyos,
El sonido de un llanto que es canto nuevo de vida y esperanza, 
De mis ropas prendidas las ultimas flores del otoño
Envueltas en hojas secas,
La palabra dejo colgada del viento,
No mirare atrás pues todo es pasado y recuerdos,
Triste marcho por aquello que se perdió en el camino
Y,  ya cansado, como ultimo esfuerzo
Mis manos juntas llevo a mi boca,
Trompeta de heraldo, soplo, que el año lento se desgaja,
Lo que no vale, atrás queda
Sueño viejo, esperanza nueva
Halito de vida, universo por estrenar,
Tu llegada precedo y como tu nombre indica
“Protector de hombres”
Todo te será dado,
Milagro de  naturaleza, sueño primigenio
Por fin amor te he encontrado… Alexis
Mi corazón has desbordado
Y ahora, mi dicha…
          ¡Duerme! que aun es temprano

La primera nana, el primer canto, solo un tarareo simple, sin vocablos, su dulce trabajo hace. Agotada por el  esfuerzo, entre sus brazos duerme el futuro intacto, y él vela por ambos…
                                     Dedicado al pequeño Alexis…
                                                                            El Buhonero
                                                     Epi

4 comentarios: