Y el verso duerme, anida en lo más
oscuro del alma,
presto a ser rescatado, llevado a la
luz, sin macula.
Idea simple, desnuda, que el orgullo
pesa, mundo encerrado
En el silencio espera el rencuentro
con el poeta,
paciente, a que este lo rescate y
lo haga renacer de nuevo.
Mientras… duerme, que dormir no es malo, alimenta el
sueño,
que ha de ser reparador.
En la oscura habitación del alma
el verso lentamente despierta,
de luces y matices se engalana.
Encostrándose en la roca, para luego
dejarse mecer en la hierba, besar
por la flores.
Esperando paciente al viento, que ha
de llevarlo
de los pies oscuros de las montañas,
a la cegadora cima
de sus coronadas testas nevadas.
Durmiendo en los árboles centenarios
para observar impasible como la vida
y la muerte,
como la muerte y la vida,
Encuentra el verso el tálamo desmadejado,
caliente aun de la noche pasada,
Sobre la silla el abrigo olvidado,
Mi trémula mano paso, por si su
esencia hallo.
Entran, descarados por la ventana
los primeros rayos,
de este sol madrugador.
Aun en la chimenea quedan ascuas del
amor que partió.
Recorro la gran habitación con la
mirada y enfrentándome al espejo,
no reconozco en el mi reflejo,
Pero si el carmín que ella en un
beso, graciosamente depositó
Derrotado vuelvo a la silla, sobre
la mesa hojas garabateadas,
tachadas y encima la pluma que no
encontró inspiración.
Y es extraño, que encuentro en esta
lánguida melancolía
cierto confort.
En esta soledad, en que me hallo,
la noche oscura me sobrecoge,
Ya no veo la nieve, no tengo el
aroma de la flor,
no mecen mis pensamientos sobre la
hierba.
No me arrulla el viento en su eterna
canción
ni duermo en el viejo árbol, no queda vida ni muerte
A mí alrededor.
Regreso a la oscura habitación de mi
alma
con la palabra pura, desnuda de todo
artificio.
Y en la eterna sombra, mis manos te
dibujan
como el ciego te reconozco, amor
Y de nuevo el abandono, el sueño
reparador
No mirare por la ventana, envuelto
en tu abrigo
Sobre la silla sentado.
Te espero, y espero ese beso
sencillo
gracioso, que me ha de despertar,
para darle alas
A este viejo corazón...
Epi
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