De no sentirte mi corazón ya no
siente,
De no oír tu risa mis oídos se han
vaciado
y como meras caracolas el sonido de
la nada amplifican
De no sentir tu risa, mi semblante
se ha agrietado,
como la tierra yerma de los paramos,
De no andar a tu lado mis pies
en la tierra se han clavado,
como estacas viejas hacia un lado inclinadas,
Árbol seco que el viento y el agua
golpean
Y el sol impasible,
con su luz y calor todo revienta y
como la tierra donde me hallo
de surcos esparramados, como sarmientos secos
mi alma y mis sentimientos han
arrojado,
Crisálida abandonada por su
moradora,
que hermosa ha volado,
Ya nada ni nadie por aquí pasa,
desde que me has olvidado
Solo una rama de esperanza, en el
suelo hollado,
donde un pequeño hilo de agua corre,
esperando lo inesperado.
Que mis ojos te vean,
Que el corazón pulse
Que mis oídos se llenen de tu risa,
Que los paramos verdeen con la sola
promesa
de tu presencia invocada
Para así, cuando a mi lado pases,
mis viejos pies anquilosados
despierten,
y tu marcha acompañen
Para ser tú sombra en tu descanso,
Que las hojas nuevas, traen la sinfonía
de voces
que el viento al moverlas provoca,
dejando espacio a la luz,
y titilando ellas te hablen,
La tibia mañana, entre el aroma de
las flores
delata tu esencia y en ese instante
todo queda
preparado,
Todo para tu espera
Que mis pensamientos te lleguen,
y te recuerden que estoico espero
por tu boca ser llamado
Y renacer en las fuentes,
ulular con el viento a donde este me
lleve.
Para así de nuevo renacer
Para, por un instante
volverte a ver… mujer
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