La noche tiene mil rostros, mientras las horas van cambiando de mano, ciento y una historias, que contar. La noche desde mi barrio es anodina, silenciosa, con una falsa belleza que esconde nuestra fealdad, calle abajo se va iluminando, luciérnagas pobres, salteadas, que ocultan la suciedad que dejo el día, nada se mueve, nadie en sus calles, los perros hace rato que se recogieron, siendo la hora de los gatos, agazapados esperan que la noche quede más vacía aun si cabe.
Es la hora del festín, hábiles en rebuscar la basura, se disputan el
mercado de los desechos, con algún que otro ser, a los que la fortuna ausente,
no ha querido ayudar. Un viejo furgón hace el recorrido nocturno, de contenedor
en contenedor, el hombre metódicamente para en cada uno, la familia no se baja. Mira el contenedor, lo revuelve y se marcha con las manos vacías, aun no se que
busca, si comida o cualquier cosa que se pueda reciclar, para casa o para
vender, en algún mercadillo.
Una noche cualquiera, una de tantas, coincidimos y para no ofenderle, le
doy el saludo, santo y seña infalible que borra a duras penas la desconfianza y
el miedo, Salan alayKum “la paz sobre vosotros”
-wa`alaykum
assalam, me devuelve el saludo. Mi mano se tiende hacía la suya, y en un viejo
gesto, un pequeño billete pasa de una a otra.
Esta noche comprare leche y pan. Un choukran
gracias - la choukran ala wajib “no me des las gracias es mi deber, una sonrisa y un maʿa
s-salamah, “hasta luego”.
Me vuelvo rápido para no avergonzarnos y marcho con mi cigarro en
la boca.
Debería de sentirme mejor, pero no es cierto, no es caridad, ni
que yo sea buena persona, simplemente era de noche, tenía un billete a mano y pensé,
si no es para él, me lo acabare fumando. No se cual sería su realidad en su
país de origen, imagino que se vino para mejorar, o simplemente por que es culo
inquieto, con perdón, y arrastro de su familia. Hoy lo veo como un Ulises, que
un día salio de su Itaca, con un objetivo claro y al cabo de los años, ya no
sabe volver, en su continuo viaje perdió la brújula, el norte, desarraigado en
tierra de nadie, quizás sus descendientes encuentren algún día el camino de
vuelta, Insha Allah “Dios lo quiere”.
Sigo mi camino, tranquilo, pensando, que la vida
puede ser algo mejor, por poco que nos lo propongamos. Pero escéptico que es
uno, y el día a día, que se observa por las calles, los bares, los corrillos y
ese maldito ronronear en boca de la gente, que el Manipulador de Conciencias,
hábilmente coloca en la calle, es su
eslogan. La búsqueda de falsos culpables, que hace mella, sobre aquellos que la
crisis a machacado más violentamente.
Y esos otros, que siempre han estado en crisis,
intelectual y holgazana, esos que son pagados por alborotar, por liderar
falsedades, por encargarse de verter veneno en oído ajeno, extremistas a sueldo
del mejor postor, sin ideas propias, bastardos que, al igual que pulgas, van
pasando de un dueño a otro, sobreviviendo a todas las edades, a todos los
conflictos, canijos mentales, he ahí el secreto de su supervivencia.
Mientras tranquilamente el Manipulador de
Conciencias y sus secuaces, vestidos de Armani, o de púrpura cardenalicia y ese
otro igual de cómplice, viviendo de la subvención, mientras sueltan migajas al
necesitado, mareando la perdiz para que las cosas no encuentren su fin, lo que
digo “cantos de sirena”.
Me sumerjo lentamente en mis ensoñaciones, amparado
por el hermoso manto de la noche, ahora estoy solo, yo y el humo que sale de
mis pulmones, esa exhalación que despacio, me ha de cambiar de horóscopo, ja,ja…
de Sagitario a Cáncer. Es lo malo de ser consciente, que te haces inconsciente
y temerario, contra ti mismo, es el pulso a la vida, me encanta fumar, me
acompaña y relaja, me hace pensar. No es que no tema a la muerte, pero debería
de albergar el respeto a la mala muerte, esa que te vapulea y te deja hecho
unos zorros. En fin llego a pensar que uno tiene prisa por terminar esta loca
aventura, esta carrera, que no tiene paradas, que no la puedes burlar. El
milagro de la vida…
Miro hacia el cielo estrellado y me encuentro con mi
amiga la Luna,
que me hechiza, tal como está, me gusta. Ella inalcanzable, majestuosa en las
alturas, y yo invisible a sus ojos, a miles de kilómetros, anónimo observador,
sigo hechizado de ella, me da igual que algún “corre ve y dile”, haya llegado a
hollarla, sigue siendo territorio de locos, de enamorados y soñadores. Consigue
que mi insignificancia, tenga un sentido, con el todo…
Llega la mañana, fresca, despacio se despereza, mi café,
el tabaco, y salgo al encuentro del nuevo día, mi gente mis amigos, a esos que
elijo para quererlos, porque querer es un ejercicio cuyo único beneficio es
sentirte bien, amen de que te quieran que es bien añadido. Les busco la mirada,
y cuando no me miran los observo, ¡joder que suerte tengo!, que suerte la del
ser humano que puede amar sin que lo amen…
Epi
Epi
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