lunes, 3 de febrero de 2014

¡Con Dios Rafalillo!





¡Con Dios Rafalillo!


Que contarles de Rafalillo, poco… porque decir mucho es como conocerlo y a tanto no llego. Pero sí hemos rozado algunos momentos, vamos que hemos pegado la hebra. Tiempo suficiente para saber que es un hombre a la antigua usanza, Astigitano, elegante, con su mascota, o sombrero según ustedes. Ojos claros y nerviosos, la piel blanca, bajito y alegre, se le escuchaba venir más que verlo, español de los de antes, de esos que decía el poeta “que el español no es que hable alto, sino que lo hace desde el fondo de un pozo”, siempre con un chascarrillo con una humanidad enorme al igual que sus ganas de festejar el día a día.
Testigo de una época, con sus triunfos y sus dislates. Nació en tiempos convulsos y cambiantes, su corta edad no le daría para saber mucho de la republica pero a partir de los doce años, le toco tragar con unos millones más de ciudadanos, los desastres de una guerra, y cuarenta años de agachar la cabeza. 
Vio llegar una democracia, comprobando lo bueno y malo de la misma. Ha tenido tiempo suficiente como para conocer lo peor de esta… y lo peor no es el sistema democrático, ¡que él, ya no lo cambia por nada!, la jodienda es el comportamiento humano, el de sus políticos y la idiosincrasia de este pueblo jaranero, que es incapaz de dejar atrás la picaresca que nos devora a marchas forzadas, con gracia, ¡sí!, pero no veas el daño que nos hace.
Rafalillo, tenia un kiosco de chucherias, del cual estuvo tirando bastantes años, hasta que se jubiló. Andaba Rafalillo casado con Valle, que en carácter era como una copia de él, los dos juntos son como los gorriones que revolotean las plazas, parando aquí, saludando allá, picando en los corazones de la gente. Con esa alegría que tienen algunos en el saludo fresco y sonoro. Una vez que te acogen, luego si te faltan, los echas de menos. De fútbol los domingos, radio en la oreja, de correr ligero más que de andar, amigo de sus amigos y cariñoso, como sólo gente de ese tiempo. Imagino que es el aliciente que les permitió sobrevivir y no convertirse en seres grises.
Hace poco, coincidimos en una comida familiar en el campo, se le veía algo torpe, algo cansado pero con la mismas ganas, “genio y figura que diríamos “. Con la sabiduría que da tener la certeza de saber, que el tiempo se acaba, que presto has de preparar el equipaje, despedirte con un hasta siempre y dejar a la familia en la creencia, del sentir común “No se entera de nada…” Que el moribundo no de muestras de saber, no quiere decir que ande en la ignorancia, el cuerpo es sabio, la mente, un momento de lucidez, el suficiente para ver lo que se te viene encima y desconectar para intentar olvidar, que en los últimos días solo quieres ser feliz, intentar despedirte con una amplia sonrisa y ser tú el que consuela al que se queda.
En fin si algún día vas andando por la Alcarrachela o Puerta Osuna, y a la vuelta de la esquina, das la vuelta corriendo y sonrojado, porque alguien te ha saludado a gritos, no te preocupes, es el eco, que guarda su voz, tan sólo es el saludo de Rafalillo. Que se quedó dormido en sus calles, y cuando el viento aviva, lo hace danzar con las hojas, lo acerca a la luz de los faroles, lo cuela por todos los rincones y entre calle y calle como si fuera un megáfono, te llega a ti. Tú tan sólo tienes que devolver el saludo, con una sonrisa….  ¡Con Dios Rafalillo!

                                                                                    Desde los Barrios Cádiz

                                                                                                                                   Epi

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