Barro primigenio, resto de planetas,
Arcilla con la que un dios se empeño en crear al
primer hombre,
soplo de vida y esperanza
Cuenco de agua,
plato de sustento, …¡y dentro nada!
Abalorio de color ocre, atravesado por el cordón
umbilical,
polvo que el viento esparce,
lluvia de
sangre de un dios orgulloso y hedonista
Sentados en rededor con las piernas estiradas,
la infancia del hombre ríe por no llorar,
Soledad provocada, cabezas rapadas
que la naturaleza no encuentra donde prender sus sanguijuelas,
para que esta no liben la sabía que las sustenta
Ojos achinados, de luz,
grandes, hambrientos
de amor
rostros de polvo cósmico, sellan sus poros
avejentando sus expresiones de niños olvidados
Micro planetas de variados tamaños,
con incrustaciones anacaradas las unas,
las más con trozos de cuarzo,
prisma de luz,
Sus bocas vomitan agua,
transparente y espesa,
que en caída lenta
asemejan, tela de araña,
Tela lenta
que descuelga
de la
comisura de sus labios
Mientras hablan, ríen y sueñan,
el maestro del vacío crea el agujero,
que ha de tragarse los pequeños planetas inertes
y como cometas invasivos,
infantiles manos sacaran a golpe de efecto
¡Sin haber medios… ¡ sobra imaginación,
Días tórridos de sol,
salvados por unas canicas
canicas de barro primigenio, que al final del día
regresan
como polvo de estrellas, al todo,
a ese universo finito, de los viejos patios de
recreo
Universo que recreaba una de piratas,
Dos del oeste y de vez en cuando algo de romanos.
El timbre sueña que suena,
la voz llama, el día se apaga,
lentamente cae la noche ocultando el barro,
Sentados miran hacia arriba
A un cielo laboriosamente cuajado
de pequeñas canicas
con el gran bolón de luna…
Solo es barro
¡Pero que sabio en manos infantiles!
Epi
Epi
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