La invisibilidad, no existe como tal. Que no
veamos no quiere decir que no este, un sueño, tan disparatado como deseado. Es
el santo santorun de niños y grandes. Es la máxima expresión de poder para lo
bueno y para lo malo. El aire corre a diario por todos los recovecos, una veces
lo sentimos frío otras templado. Unas veces es simple brisa y otras, derriba a
su paso árboles, casas e ilusiones, pero
no quiere decir que sea invisible puesto que lo notamos, lo tememos, nos es
necesario incluso lo festejamos.
El poderoso es como el aire, nos es favorable
algunas veces, es capaz de crear, de redimir si se ponen de acuerdo, pero también
es capaz de golpearnos con una fuerza inusitada, si su equilibrio se siente
amenazado, si su tren de vida es frenado o se intenta moderar. Este personaje
es peculiar, piensa y con razón que,”a mar revuelta ganancia de pescadores”, y
ellos tienen todas las artes y aparejos para que la pesca les sea favorable.
Cierto que no se dan a conocer, que tienen a sus lugartenientes para el trabajo
sucio. El poderoso decide si hay que hundir un sistema económico. Hundir a un
país y montar una guerra aquí y otra por allá, con la única finalidad de seguir
en su status quo. Mientras reparten bagatelas a esos otros que si son visibles
y que nos quieren hacer creer que gobiernan gracias al electorado. Mentira bien
extendida, digamos que es al 50%, por hacernos creer que el resto pintamos
algo.
Nosotros somos ese 100%
sin calidad alguna, siempre estaremos en desventaja. Pura economía,
pocos tienen mucho y muchos no tienen nada. Son visibles cuando financian las
grandes ONG, pero el resto del dinero para la subsistencia de las mismas, las
pone el pobre, la clase media y todo aquel que desea tener un descuento en los
impuestos, con esa habilidad que tienen para vapulear las conciencias ajenas y
hacernos sentir culpables de la situación. Somos depredadores, incapaces de
vivir en paz y con lo justo, vivimos en el paraíso y no lo sabemos, pero entre
ellos y nosotros hemos conseguido ocultar esta verdad y preferimos el mundo tal
como lo vemos a diario Dantesco feo y desfigurado. Más que invisibles, estos
son el Fantasma de la Opera
que nos ha tocado interpretar en estos tiempos aciagos.
Ni los pobres, ni los desheredados, ni los
desplazados por una guerra, ni los que perdieron todo por un huracán, ni tan
siquiera la escandalosa hambruna, son anónimos. Pues tienen rostro, vida e
ilusiones. Los vemos a diario, en nuestras calles, en las colas del paro, en
los comedores de beneficencia, en los barrios periféricos, cada vez conocemos a
más “Buscones” como el protagonista del la obra “el Buscón, de Quevedo”. Cada
vez más gente se mancha de sobras ajenas la pechera para hacer creer al otro,
que ha comido copiosamente, cuando la realidad de su cara es bastante cadavérica.
La única invisibilidad existente, son el
trabajo, la mesa puesta, la justicia, la igualdad, la educación, la decencia,
el sentido de la vergüenza por parte de algunos, las libertades que vamos
perdiendo a marchas forzadas… mientras los anónimos se pegan la gran vida y
deciden que es lo que toca para hoy al resto de los ciudadan@s.
Epi
Epi
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