UNA HISTORIA
ENTRE DOS
Ana - Epi
21 de junio de 2013
NASIR
En cuclillas el viejo mira reticente como el día
languidece lentamente, molesto se sacude las moscas que el sopor de la tarde las hace más pesadas y torpes. A
sus años sigue sorprendiéndole ese círculo solar que como ojo de cíclope
impasible se resiste a dejar paso a la
noche. Aun recuerda de niño cuando el tiempo solo era abstracción y el resumen
de sus juegos, la llamada de la madre para buscar leña guardar el rebaño y
prepararse para el último rezo a Ala. Siempre le decía que tenía que agradecer
un día más el placer de su existencia.
Su ser,
cuestiono a lo largo de su
existencia quien era ese Ala, al que no conocía pero que subyugaba a tantos
pueblos, quien había nombrado a sus ministros y que administraban.
A lo largo de su azarosa vida fue conociendo a distintos
pueblos y siempre le llamo la atención los mercaderes griegos, sobre manera uno
que se hacia llamar Sócrates, como el viejo filosofo muerto. Le gustaba
conversar con el, sobre todo al atardecer mientras el día se iba retirando y el
viejo astro en un alarde de elegancia matizaba el horizonte en colores suaves.
Con el aprendió lo que es la ironía, a cuestionarse lo que daba por sentado que
sabia, para así tener un conocimiento más justo y mejor asentado. Fue entonces
cuando se cuestiono la existencia de Ala
o de cualquier deidad, aquello que no podía ver, tocar ni razonar le llevó a la
conclusión de la ignorancia de sus mayores, de la flagrante manipulación de
unos cuantos sobre el resto, esa gran mayoría que penaba, gente sencilla sin
más ambición que la de sobrevivir otro día. Obligados a dar una décima parte de
sus vidas a reyes y clero en general. Los mismos que no cuidaban de ellos y les
oprimían…….
Reflexiono sobre su larga existencia sometido
a las leyes caprichosas de los hombres y
pensó que había llegado el momento, se lo podía permitir, tenía muchos años, no
le quedaba mucho tiempo…
Su
nombre le resultaba extraño, y
contradictorio el significado del mismo Aman (Fe…)
Nunca entendió la obligación de dedicar parte
de su tiempo en postrarse y humillar su conciencia, a un ser desconocido que
según sus mayores estaba ya en el mundo antes de ser este concebido.
Cuando en su atenta observación, día
tras día festejaba con la naturaleza la balanza exacta con la que se celebraba
el nacimiento y destrucción de toda clase de vida. Maravillado si cabe aun de la renovación constante y adaptación de
esta sobre la tierra.
Hablo con su madre sobre estas cuestiones y
le pedio que a partir de ahora su nombre seria Nasir, la madre no quiso
soliviantarlo, en su fuero interno sabia que nunca acepto la fe, que más tarde terminaría por abandonar a los
suyos y deseaba darle su bendición, y quizás le vendría bien conocer otros
lugares y otras gentes.
Gentes de las que le hablara su marido cuando
estaba en vida, pensaba que su pueblo se estaba quedando estancado en el
tiempo, el conocimiento que tenían del mundo era ese basto desierto.
Sabía
por propia experiencia que por muy lejos que marcharan terminarían por volver,
ellos eran tuaregs, los hombres azules como les decían y los corta caminos, por
que antaño robaban las caravanas que se negaban a contratarlos de guías y
guardianes, el desierto les pertenecía, y Tombouctou cerca de la gran cuenca
del rió Níger, había sido fundada por sus antepasados, la llave del comercio
con el resto de África.
Nasir tomo entre sus manos las de su madre y
besándolas trato de calmarla…
* * * * * *
El borboteo del agua en la tetera lo sumió en
el recuerdo de su infancia, tumbado sobre una piel de cordero con un año. Su
madre contándole historias de gacelas y animales fantásticos para que dejara de
llorar, una luz ambarina llegaba a sus ojos empañados, que en pequeños destellos caprichosos se
descomponían luego en vivos colores.
Estos recuerdos despertaron intensas emociones y los transportaron a esos años
de inocencia en los que empezaba a despertar su curiosidad por todo lo que le
rodeaba. La imagen de sus compañeros de juego en aquellos años apareció en su
mente… las pequeñas riñas, los granos de
sal que sustraían a hurtadillas pues era junto con el agua uno de los bienes
más preciados, las cuentas de colores que semejaban pequeñas esmeraldas y
piedras semipreciosas, cuchillos de madera labrada, que los viejos se
entretenían en tallar en sus ratos de descanso; se disfrazaban con las telas de
vistosos colores y sus dedos inexpertos que empezaban a disfrutar del tacto
delicado de esta. Envolviéndose en turbantes extravagantes y con las crías de
camello imaginaban que eran caravaneros del gran desierto camino de las rutas
de Tombuctú para hacerse con el oro que cambiarían por especias más al sur,
mientras los mayores de la familia observaban y corregían con gesto grave sus
rutas imaginarias, reflejándose en sus rostros el orgullo que les producía
saber que sus hijos continuarían con su ancestral medio de vida asegurando la
supervivencia de la tribu.
De todos sus recuerdos de infancia, amaba uno
en particular y le llenaba de soledad el corazón, la hija de un viejo pastor
que se unía a ellos por temporadas, para apacentar sus camellos en el oasis,
tiempo que aprovechaba para comerciar y ponerse al día en historias de otros
lugares que siempre contaban los caravaneros al regreso de cada viaje.
* * * * * *
Noor.
Tan
solo evocar su nombre, bastaba para que su cuerpo temblara y si no es por su
piel morena curtida de años deambulando
con las caravanas por el desierto, se diría que se sonrojaba de la cabeza a los
pies, el leve roce imaginario de su mano con la de ella disparaba sus sentidos.
Tan solo ese gesto bastaba para hacer renacer un amor que a pesar de los años
perduraba.
Sentado a la sombra recordaba la primera vez
que la vio, tendría unos doce o trece años. El
pelo negro como la crin de un pura sangre del desierto, ojos grandes del
color de la miel más pura, cuando sus miradas se detenían una frente a la otra, creía ver al sol
descansar sobre ellos, como un guerrero después de su batallar, la luz saltaba
sobre ellos hipnotizándole. Su piel en contraste con la de resto de los otros
niños era de una blancura traslucida, dejando matices del verde azulado de las
pequeñas arterias de sus manos y el suave rojo bajo sus uñas. Los más viejos
que habían viajado mucho a lugares remotos, le explicaban de la exuberancia de
plantas y animales de esos países y le decían que la piel de Noor les recordaba
a la nieve, fría pero acogedora y tan delicada que al tocarla desaparecía entre
sus dedos.
Pero Nasir le gustaba recordarla más como la
sal, blanca pura, con sabor, el reflejo de la luz sobre la misma hacía que esta brillara resaltando aquí y allá
caprichosos tonos entre el verde y azul y si el sol era fuerte con matices rojo
y oro. Desde entonces llevaba una pequeña bolsita de cuero colgada al cuello y
cuando anhelaba su presencia, vertía en la palma de su mano un poco de sal; y
dirigiéndola a la luz regresaban juguetones los destellos de color que le
devolvían su imagen serena. Siempre la había amado y le gustaba pensar que
aunque no se hubieran cruzado sus vidas sentiría su presencia con tan solo
mirar la sal. Se quedo placidamente dormido en el recuerdo de ella…
* * * * * *
Nasir acostumbraba a esperar todos los días
al caer la tarde junto al pozo, apartado de todos y de todo, se sentía el
hombre más feliz, su horizonte se ensanchaba en presencia de ella, dejaba que
el viento le trajera su aroma, el eco de su presencia. Noor como indicaba su
nombre era la luz que el necesitaba para vivir, para esperar el tiempo que
hiciese falta. Desde el principio la amo sin darse cuenta, sin prisas, sin
contar los días; cuando ellos hablaban el terminaba por callar, se dejaba
envolver en su voz, dejaba que sus palabras le arrullaran para el, era sosiego,
se deslizaba dejándose llevar por ese mundo sonoro limpio y desconocido para
el….
* * * * * *
Hacia un año que partió del desierto, su madre se fue
apagando poco a poco; días antes de reunirse con el Altísimo, como a ella le
gustaba decir. Hizo llamar a Nasir, hablo largo rato mientras el le enjugaba el
sudor con un trozo del turbante que fuera de su padre y que Fatma la madre
guardo durante todos estos años.
El único recuerdo que la anclara en al pasado. En su
memoria como pequeñas pavesas le asaltaban los recuerdos, de los que no
distinguía ya lo vivido con lo deseado, le quiso explicar como su padre había
muerto por querer conservar la mercancía mientras una tormenta lo fue devorando
hasta desaparecer. Al día siguiente solo
encontraron el resto del turbante que ella guardaba. No sabían como
explicárselo, ellos le dijeron Maktub (escrito esta), y por primera vez la
madre maldijo al Altísimo, resignación le pedían, pues era voluntad de Ala….
Fue cuando Nasir
después del entierro decidió partir y abandonar por un tiempo el mundo que
hasta ahora conocía, el mismo que le coartaba sus sueños, el mismo que no
conseguía calmar su sed de saber y conocimiento….
Ensimismado en sus
recuerdos, una canción casi susurrada le trajo a la realidad, apoyado como
estaba en la esquina del último edificio donde se guardaban los enseres y las
herramientas con las que reparaban las pequeñas embarcaciones…
Dirigiendo la
mirada hacia el lugar del que provenía la canción, sonrió al ver a su amigo
Sócrates y descubrir que era él quien cantaba, o más bien parecía recitar…….
Como marea incansable de tu
ausencia…
El tiempo con fuerza me devuelve destellos de
un pasado glorioso.
Viejos cuerpos como barcos
encallados por la deriva de los años.
Memoria de lo que un día fuimos; hoy tan
solo débil reflejo.
Armado de arrugas y viejas
cicatrices, se me asemejan a caracolas,
como algas mi deshilachado corazón.
Enjaezados en este cansado cuerpo, nave
anclada por los pies, cual coral a la
piedra.
Mientras el sol impasible a mis cuitas,
calienta las viejas y desnudas cuadernas, de este mi cuerpo, velero ajado, que
a modo de descanso yace varado en la angosta playa.
Mi pecho, vela raída, carta de amor aun sin destino
claro, donde se posan gaviotas como
letras al azar… aquí amor, allá deseo.
Salpicadas de gotas saladas, son lágrimas
olvidadas,
Miradas que no se detienen, olvidos sin sentido.
¿Que nos paso?
Fui tu nave,
¡Mi ingrata, amada capitana!
Tu mi timonel, yendo juntos
hacia el delicioso mar de tus
entrañas
Siempre fuertes, bebiéndonos la
vida
Surcando nuestros destinos
Los amaneceres testigos de
nuestra existencia
Cómplice la noche de nuestras
andanzas
¡Cuanto arrojo cuanto amor!, ni
Poseidón superaba con su olas, el furor de nuestras más recónditas pasiones
¿Donde estas amor?
Sin ti solo pido volver,
desaparecer y dormir
Dormir y soñar
Soñar que regreso contigo
Morir si no es contigo
Morir para que no me persiga tu
ausencia
Soñar para no caer en tu olvido……
Cantaba a voz queda, sentado en la bocana del viejo
puerto de Alejandría,
(cuando advirtió la presencia de Nasir).
* * * * * *
-Es triste,
dijo Nasir, ¿alguien amado te abandono?
* No, buen amigo
tan solo es una vieja canción, entonada por marineros ebrios, del puerto del Pireo
en mi lejana Atenas, a los que a fuerza
de ausentarse nadie espera ya. En sus historias los marineros la achacaban a
uno de los suyos que acompaño al gran Ulises en sus cuitas. Pasarían largos
años hasta llegar a casa, diez guerreando en Troya y diez
en llegar a Itaca; dicen que a Ulises le espero la bella Penélope, pero Héctor,
el soldado, marinero y amigo no encontró a nadie en el puerto, mando grabar en
la columna del templete donde los marineros dejaban sus ofrendas, estos versos
y desapareció.
- ¿No tiene nombre?
*¿Como la llamarías tu?
-Morir…soñar…. porque al morir ya no hay nada, y nadie
nos espera
*¿Y soñar?
- Soñar, por que
en el sueño hay esperanza y este se nutre del recuerdo, evitando el olvido, y
aun amigo, nos queda la esperanza de
despertar
Sócrates se levanto, miro una vez más al mar, la mirada
perdida en el horizonte, por un momento una nube ensombreció su animo, pero no
quería dejarse llevar…
*Ven amigo, aun tengo un ánfora de vino rojo de Atenas, bebamos
y charlemos, el tiempo acompaña y nadie nos espera…
Nasir sonrió, le gustaban esos atardeceres, en la playa
con su amigo, charlando alrededor del vino, le gustaba el declinar suave, la
lenta claudicación del día, cuando el viento amainaba y su amigo se ponía
filosófico... ese vino con sabor a orégano y tomillo, ligeramente dulce,
Sócrates le dijo que se llamaba Lemnio pero que no sabia exactamente de donde
venia la uva, pero su aroma y sabor lo acercaban por un instante a las calles
del Ágora, donde en la algarabía de voces era difícil distinguir al charlatán,
del orador y a este del filosofo… y sus mujeres. Le gustaba que le hablara de
ellas y aunque se las describía muy hermosas pensaba que ninguna era comparable
a la serena Noor, y sin darse cuenta llevaba su mano al pecho de donde pendía
el saquito de cuero, donde gustaba imaginar que residía parte de la esencia de su amada.
Sentados en la arena cerca del espigon Sócrates ofreció una copa a su amigo, sin
escapársele el detalle…
*cuando andaba por el Ágora, me gustaba sentarme en la
parte trasera de la academia, y pasar parte de la mañana escuchando a los
maestros del pensamiento, disertar sobre los padres del saber filosófico de
nuestro pueblo. Platón fundo la academia, promovían el estudio de la ciencia y
la psicología y de ahí surgió una doctrina denominada de las ideas, pero esto
ocurrió a la muerte del Gran Sócrates, vivió acorde con sus ideas y fue
condenando a muerte por la ignorancia del hombre…
- ¿Nadie intercedió en su favor?
* ¡Sí! Pero no con la vehemencia, ni la pasión necesarias
o por lo menos con el discurso adecuado, tenía poderosos amigos pero acepto lo
dictado y
Lo condenaron a muerte
por envenenamiento, con una copa de cicuta mezclada con vino. Quizás se
sentía cansado, o se dio cuenta que el mundo se movía despacio hacia el saber y
muy rápido a la mezquindad del hombre…
Nadie sabe que rige el pensamiento y menos aun el de
Sócrates.
- entonces no entiendo el porque de su muerte, ¿y como
fue?
*Bueno la filosofía en origen, estaba en contra del
estado, ya por ese punto es peligrosa. Luego la cuestión de la razón. Sócrates
solía ironizar bastante, tenia la costumbre de aparecer como simple y preguntar
a todo aquel que encontrara en su camino, decía en sus charlas que había de revisarse
el conocimiento que se tiene y a partir de ese conocimiento crear otros mas
sólido, que esta forma de actuar del hombre deberían de restaurar la relación
de este con la naturaleza.
Imagino que molestaría a muchos ya sebes que salirse de
lo establecido pone nerviosos a esos que viven de la retórica para usos
personales y prefieren un pueblo sumiso y perdido antes que el esplendor del
mismo. En fin esa casta infecta de Oradores que endulzan la oreja del incauto
para que este hable a favor de ellos y puedan luego gobernar a sus anchas para
enriquecimiento propio, mientras bajo su túnica guardan el mortal acero que ha
de cercenar su existencia de hombres liberes…
Amigo, saber lo poco que sabes y cuestionarlo, hasta, asentarlo en el corazón y volver a empezar
con otra cuestión, despacio pero seguro…
- ¿tienes algún legajo de sus enseñanzas?
*No tenía por costumbre escribir su pensamiento, solía
decir que cada hombre a de desarrollar su propia idea…
Callo por un instante, volvió a llenar las copas y con
tono entre respetuoso pero alegre, pregunto a sabiendas que podía molestar con
su impertinencia, pero su curiosidad pudo más...
*Háblame de ese saquito de cuero que cuelga de tu cuello,
siempre que menciono a las mujeres te coges a él como si fuera tu tabla de
salvación y veo en tu rostro una sonrisa
que delata a otra persona, como si agarrarte a el te devolviera por unos
instantes su presencia. Debe ser alguien muy especial…
* * * * * *
Nasir alzo la copa bebió tranquilo y mirando a su amigo
hizo una pausa antes de hablar, necesitaba acompasar su corazón al ritmo de las
olas, que incansables una y otra vez volvían a la orilla como queriendo
descansar en ella, inútil tarea por que el vasto mar las volvía a reclamar. Así
veía nasir a los hombres, que una y otra vez querían romper con lo establecido,
plantar la semilla de un mundo y un conocimiento más justo.
Pero ahora le preguntaba por su amor, por la señora de su
reino interior, no hacia tanto tiempo que marchara. Ella contra viento le
prometió esperar y sabía de cierto las peleas con su padre, el decir que no, a más de un pretendiente que le presentara el padre,
siempre como un buen partido, le decía
que así vivirían con gente que el estaba mayor para seguir apacentado a los
animales, que si cada vez era más peligroso vivir sin el abrigo y la protección
del grupo. Ella le respondería siempre lo mismo, sin extenderse... Nasir, y
cariñosamente en su pensamiento lo repetía… Nasir, con la esperanza de que el
viento que todo lo puede, llevase su voz hasta su amado…
Sabía que el padre la dejaría por imposible, como siempre
se enfadaría apartándose de ella y refunfuñando Nasir!...Nasir...Siempre Nasir,
y llegada la noche Noor se acercaría con unos dátiles un cuenco de leche, una
vieja manta y un beso que estampaba en la frente del viejo, para luego sentarse
espalda con espalda, mientras el padre, como siempre emocionado asentiría sin
que ella le viera el rostro y Noor sabría por los movimientos que percibía su
espalda, que el buen hombre estaría recordando como su mujer lo espero, cuando
nadie en él creía.
Y como al final se
marcharon una noche volviendo con los años como pastores y la pequeña Noor de la mano.
Noor sabia estas
cosas y el viejo padre también, testaruda como la madre.
En su fuero interno el padre deseaba que Nasir volviera,
quería verlos juntos y darles su bendición, de sobra sabía que ellos al igual
que él y su mujer, se marcharían con la noche y volverían algún día con alguien
de la mano y una luz nueva en los ojos.
El padre se volvió, beso el rostro y amorosamente el la
abrazo, mientras Noor con suave gesto, con una caricia desvió una lagrima
furtiva que el padre achacaría al viento, al que ya no podían mirar sus cansado
ojos…
* * * * * *
Dejando de lado sus cuitas, Nasir sonrió, miro a su amigo
y se dispuso a hablar…
-Cuentan y no me preguntes quien, porque la menoría de
los viejos que lo cuentan, se pierde en el tiempo, y el tiempo como bien sabes,
no tiene edad tal es su longevidad que de él, si puede decirse que antes de ser
el mundo, mucho antes del caos ya estaba sin nosotros y con nosotros. Tan
longevo que ni el más disparatado de los imaginarios Dioses que el hombre ha
concebido o pueda concebir, sabe exactamente cuando nació. Y que nosotros
pobres mortales en nuestro narcisismo creador, hemos conseguido a base de
observar, establecer un recuento de su transcurrir entre los seres.
Pues bien… como te decía cuentan que hubo una vez un ser
extraordinario, hermoso como vuestras esculturas, sabio, como vuestros
filósofos, pero muy pagado de sí mismo. Creía ser la perfección, el ejemplo a seguir. Le
gustaba rivalizar contra todo y contra todos, aquello que le preguntaban, con mil razones y ninguna,
acertaba, era grande en las artes y las letras, de un ingenio tal que cualquiera,
imaginaba algo inexistente y con solo detallarle lo imaginado, él lo creaba.
Dicen que un día un anciano se le acerco, cubierto el
rostro con una raída capa y lo reto.
El reto fue simple, el viejo le dijo “puedo con solo mirarte una vez, crear un ser más
perfecto que tu”
El apuesto semidiós, que para entendernos podemos llamar
Narciso y por que no, Icaro… faltando al respeto rió y rió hasta que le
dolieron las mandíbulas. El anciano ni se inmuto o eso daba a entender. El
joven le dijo “si pierdes te quitare la vida, y si ganas quedo a tu merced”.
Pues bien el viejo miro una sola vez al joven y sintió
lastima por que era verdaderamente bello… y para asombro de todos lo hizo con
una sola mirada…
El joven semidiós se quedo paralizado al contemplar tanta
belleza en una mujer, no entendía nada, pero ya el viejo le pedía su
intervención.
Entonces el joven pidió que se descubriera para así poder
mirarlo y superar la creación del anciano. Este lo hizo y cuando el joven a
duras penas consiguió mirar de frente al viejo, una incandescente luz lo dejo
ciego.
El anciano hablo
así con estas palabras:
“Acabas de ver lo más hermoso que el hombre pueda
imaginar. ¿Hermosa mujer eh? No quiero tu vida para nada muchacho pero tu
condena será la ceguera, tan solo cuando la noche llegue podrás admirarla” pero
solo…
Cuando la luna
salga.”
Desde entonces antes de que el
astro Rey salga, en ese corto espacio de tiempo donde el amado se despide de su
amada la Luna,
se escucha esta hermosa y a la vez triste canción.
Cuando sale la luna
con ella llega el silencio,
y si la noche es limpia,
lenta desgrana los cantos
que a esta acompañan
Cuando la luna sale, mi niña
las historias más hermosas
con ella andan
Cuando sale la luna
incluso nuestro amor
la acompaña
Porque en su breve reinado
todo se alcanza
Pero cuando esta se marcha…
¡Por favor, mi
dicha, despierta!
Que si en la noche fuiste mía.
no así ocurre en la luz del día
Que el sol cuando
salga,
permita que estos cansados ojos
Te contemplen
Que mis manos nerviosas
aleteen con el viento…
como si de tu cuerpo tratara.
Y aunque por azar fuera,
que tú ojos en mí se posaran
no te preocupes amor
que yo sabré encontrarte
entre todas las miradas
Porque lo único que se, amada…
Que, cuando la luna salga
nuestro callado amor
la acompaña
*¿Entonces reto al sol?
-tu lo as dicho amigo, reto al
sol
* Me as embaucado, con un
cuento, y no me as contado nada
-amigo o debo llamarte Héctor,
solo miras al mar y con tanta pasión que este te hace hablar, pues bien solo me
agarro a la bolsa y en su interior llevo un poco de sal, y cuando el sol se
aplaca la coloco sobre mi mano lo miro de frente y dejo que la brisa la
esparza, cuando esto ocurre mil colores se reflejan, mil colores que son ella,
pero cuando se marcha el sol me quedo solo en la noche sin ella….quiero creer,
que para ti es al contrario. Que es el sol en su plenitud quien te trae su
recuerdo, mientras que el mió solo es un instante…hasta que la luna salga.
* * * * * * *
Pasado un tiempo los amigos se
despidieron. Sócrates volvió a surcar los mares, le agradaba la sensación de
sentirse un Diógenes en su barril, un
apatrida un ciudadano del mundo, seguir buscando, pero con la certeza de no
encontrar a su amor, entonces se acordaba del viejo Platón y sabia que su amor
se había convertido en idea y a fuerza de buscarla, como tal, sentía momentos
de dicha y de calma. Pero como en el poema el tan solo deseaba soñarla… soñar
para no caer en el olvido
* * * * * *
El día iba languideciendo, el gran astro se
retiraba con desgana de su reinado, una brisa fresca lo despertó, le molestaba
el dolor en el costado, la vieja herida causada por unos asaltantes de
caravanas volvía a sangrar, no es que le importara mucho, se lo llevaron todo,
mataron y esclavizaron a los supervivientes, el consiguió pasar por muerto,
aguanto el dardo que le dispararon en el costado y el peso de dos muertos más,
uno era comerciante la otra una mujer que el tuvo cuidado de colocar de tal
manera que no vieran su cara, había visto como en otras ocasiones las habían
violentado después de muertas. Espero a que la noche llegara y al amparo de las
sombras lloro abrazado a la mujer amada, que despacio fue deshaciéndose entre
sus dedos, como la nieve, como la sal cuando la mezclas con agua. La acurruco
entre sus brazos y no sabe cuanto tiempo estuvo andando con ella, notaba
extrañado como pesaba menos cuanto más cerca estaba de llegar a su refugio….
Recordando la noche que escaparon juntos Noor
y el, no querían seguir los pasos de sus
mayores, solo deseaban estar uno junto al otro, desaparecer y dejarlo todo y
todos. Tan solo se llevaron una bolsa de piel con lo necesario para empezar y
un saco de sal para comerciar. No deseaban ritos para amarse, ni consejos de
viejos, ni tan siquiera envejecer junto a los suyos. Recuerda solo el deseo de hablar, hasta que todas las
palabras fuesen dichas dando paso a los
hechos, las caricias, los besos que ya
no serian robados ni furtivos los abrazos…. Tan solo pedían mirarse a los ojos,
vaciarse uno en el otro hasta fundirse…
Antes de que la luz del día desapareciera Nasir
dio gracias a la vida, a la naturaleza que le reclamaba su aportación pues era
hora de partir. Pidió tiempo a la vida que se le escapaba por el costado, saco
la bolsa de cuero y dirigiendo su mano y sus ojos al sol, le rogó con lagrimas, que su cíclope ojo
derramara sobre su mano su último rayo de luz… una brisa fresca levanto la sal
de su mano por ultima vez regalándole la
esencia de su amor, la imagen de ella…
* * * * * *
En este atardecer, donde el viento en su
constante ulular, trae viejas historias de días pasados, llegando a este
pequeño oasis, donde olvida por unos instantes su caprichoso deambular.
Siendo su único deseo descansar, retener en su loca carrera una
bella historia, pausando su ritmo, pasa a ser
suave brisa, desgranando fragancias que evocan el recuerdo de un lance de amor que ganaron a este inhóspito
lugar dos simples mortales.
En su
eterna danza Eolo siente que tiene un pequeño espacio donde descansar, él, que
eternamente zarandea al mundo, sin mirar, se siente tranquilo aquí, solo,
oculto a las miradas, torna a su cuerpo de hombre. Abriendo su raída bolsa,
deja escapar ese ritual de imágenes y sonidos que su memoria va ordenando hasta
revivir a los amados… y soplando suavemente vuelve a lanzar sus nombres para
que no se olviden…Nasir…Noor
*Hoy me encuentro en
ese lugar, arto de navegar, sentado bajo la palmera con un poco de sal en mi
mano, algo cansado, rogando al sol y a la brisa que me acompañen y me concedan
ese ultimo favor, hoy me siento Nasir y solo quiero encontrarme con Noor. Estoy cansado de vagar y siento que
para, mí, el tiempo ha acabado.
Tu amigo…. Sócrates
Epi
Epi
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