miércoles, 20 de noviembre de 2013

NASIR



                                          
                                                               

                                                    UNA HISTORIA ENTRE DOS
                                                               Ana - Epi


                                                                                                         



                                                                                                   21 de junio de 2013


                      NASIR


En cuclillas el viejo mira reticente como el día languidece lentamente, molesto se sacude las moscas que el sopor  de la tarde las hace más pesadas y torpes. A sus años sigue sorprendiéndole ese círculo solar que como ojo de cíclope impasible se resiste  a dejar paso a la noche. Aun recuerda de niño cuando el tiempo solo era abstracción y el resumen de sus juegos, la llamada de la madre para buscar leña guardar el rebaño y prepararse para el último rezo a Ala. Siempre le decía que tenía que agradecer un día más el placer de su existencia.
Su ser,  cuestiono  a lo largo de su existencia quien era ese Ala, al que no conocía pero que subyugaba a tantos pueblos, quien había nombrado a sus ministros y que administraban.

A lo largo de su azarosa vida fue conociendo a distintos pueblos y siempre le llamo la atención los mercaderes griegos, sobre manera uno que se hacia llamar Sócrates, como el viejo filosofo muerto. Le gustaba conversar con el, sobre todo al atardecer mientras el día se iba retirando y el viejo astro en un alarde de elegancia matizaba el horizonte en colores suaves. Con el aprendió lo que es la ironía, a cuestionarse lo que daba por sentado que sabia, para así tener un conocimiento más justo y mejor asentado. Fue entonces cuando se cuestiono la  existencia de Ala o de cualquier deidad, aquello que no podía ver, tocar ni razonar le llevó a la conclusión de la ignorancia de sus mayores, de la flagrante manipulación de unos cuantos sobre el resto, esa gran mayoría que penaba, gente sencilla sin más ambición que la de sobrevivir otro día. Obligados a dar una décima parte de sus vidas a reyes y clero en general. Los mismos que no cuidaban de ellos y les oprimían…….

Reflexiono sobre su larga existencia sometido a las leyes caprichosas de los hombres  y pensó que había llegado el momento, se lo podía permitir, tenía muchos años, no le quedaba mucho tiempo…

 Su nombre le resultaba extraño,  y contradictorio el significado del mismo Aman (Fe…)
Nunca entendió la obligación de dedicar parte de su tiempo en postrarse y humillar su conciencia, a un ser desconocido que según sus mayores estaba ya en el mundo antes de ser este concebido. Cuando  en su atenta observación, día tras día festejaba con la naturaleza la balanza exacta con la que se celebraba el nacimiento y destrucción de toda clase de vida. Maravillado si cabe aun de la renovación constante y adaptación de esta sobre la tierra.
Hablo con su madre sobre estas cuestiones y le pedio que a partir de ahora su nombre seria Nasir, la madre no quiso soliviantarlo, en su fuero interno sabia que nunca acepto la fe,  que más tarde terminaría por abandonar a los suyos y deseaba darle su bendición, y quizás le vendría bien conocer otros lugares y otras gentes.

Gentes de las que le hablara su marido cuando estaba en vida, pensaba que su pueblo se estaba quedando estancado en el tiempo, el conocimiento que tenían del mundo era ese basto desierto.
 Sabía por propia experiencia que por muy lejos que marcharan terminarían por volver, ellos eran tuaregs, los hombres azules como les decían y los corta caminos, por que antaño robaban las caravanas que se negaban a contratarlos de guías y guardianes, el desierto les pertenecía, y Tombouctou cerca de la gran cuenca del rió Níger, había sido fundada por sus antepasados, la llave del comercio con el resto de África.  
Nasir tomo entre sus manos las de su madre y besándolas trato de calmarla…

                            *        *        *        *        *        *

El borboteo del agua en la tetera lo sumió en el recuerdo de su infancia, tumbado sobre una piel de cordero con un año. Su madre contándole historias de gacelas y animales fantásticos para que dejara de llorar, una luz ambarina llegaba a sus ojos empañados, que en  pequeños destellos caprichosos se descomponían luego en  vivos colores. Estos recuerdos despertaron intensas emociones y los transportaron a esos años de inocencia en los que empezaba a despertar su curiosidad por todo lo que le rodeaba. La imagen de sus compañeros de juego en aquellos años apareció en su mente…  las pequeñas riñas, los granos de sal que sustraían a hurtadillas pues era junto con el agua uno de los bienes más preciados, las cuentas de colores que semejaban pequeñas esmeraldas y piedras semipreciosas, cuchillos de madera labrada, que los viejos se entretenían en tallar en sus ratos de descanso; se disfrazaban con las telas de vistosos colores y sus dedos inexpertos que empezaban a disfrutar del tacto delicado de esta. Envolviéndose en turbantes extravagantes y con las crías de camello imaginaban que eran caravaneros del gran desierto camino de las rutas de Tombuctú para hacerse con el oro que cambiarían por especias más al sur, mientras los mayores de la familia observaban y corregían con gesto grave sus rutas imaginarias, reflejándose en sus rostros el orgullo que les producía saber que sus hijos continuarían con su ancestral medio de vida asegurando la supervivencia de la tribu.
De todos sus recuerdos de infancia, amaba uno en particular y le llenaba de soledad el corazón, la hija de un viejo pastor que se unía a ellos por temporadas, para apacentar sus camellos en el oasis, tiempo que aprovechaba para comerciar y ponerse al día en historias de otros lugares que siempre contaban los caravaneros al regreso de cada viaje.


      * *       *       *       *       *
Noor.
 Tan solo evocar su nombre, bastaba para que su cuerpo temblara y si no es por su piel morena curtida de años  deambulando con las caravanas por el desierto, se diría que se sonrojaba de la cabeza a los pies, el leve roce imaginario de su mano con la de ella disparaba sus sentidos. Tan solo ese gesto bastaba para hacer renacer un amor que a pesar de los años perduraba.
Sentado a la sombra recordaba la primera vez que la vio, tendría unos doce o trece años. El  pelo negro como la crin de un pura sangre del desierto, ojos grandes del color de la miel más pura, cuando sus miradas se detenían  una frente a la otra, creía ver al sol descansar sobre ellos, como un guerrero después de su batallar, la luz saltaba sobre ellos hipnotizándole. Su piel en contraste con la de resto de los otros niños era de una blancura traslucida, dejando matices del verde azulado de las pequeñas arterias de sus manos y el suave rojo bajo sus uñas. Los más viejos que habían viajado mucho a lugares remotos, le explicaban de la exuberancia de plantas y animales de esos países y le decían que la piel de Noor les recordaba a la nieve, fría pero acogedora y tan delicada que al tocarla desaparecía entre sus dedos.

Pero Nasir le gustaba recordarla más como la sal, blanca pura, con sabor, el reflejo de la luz sobre la misma hacía  que esta brillara resaltando aquí y allá caprichosos tonos entre el verde y azul y si el sol era fuerte con matices rojo y oro. Desde entonces llevaba una pequeña bolsita de cuero colgada al cuello y cuando anhelaba su presencia, vertía en la palma de su mano un poco de sal; y dirigiéndola a la luz regresaban juguetones los destellos de color que le devolvían su imagen serena. Siempre la había amado y le gustaba pensar que aunque no se hubieran cruzado sus vidas sentiría su presencia con tan solo mirar la sal. Se quedo placidamente dormido en el recuerdo de ella…
                           

*       *        *        *        *        *


Nasir acostumbraba a esperar todos los días al caer la tarde junto al pozo, apartado de todos y de todo, se sentía el hombre más feliz, su horizonte se ensanchaba en presencia de ella, dejaba que el viento le trajera su aroma, el eco de su presencia. Noor como indicaba su nombre era la luz que el necesitaba para vivir, para esperar el tiempo que hiciese falta. Desde el principio la amo sin darse cuenta, sin prisas, sin contar los días; cuando ellos hablaban el terminaba por callar, se dejaba envolver en su voz, dejaba que sus palabras le arrullaran para el, era sosiego, se deslizaba dejándose llevar por ese mundo sonoro limpio y desconocido para el….

                          
 *      *        *        *        *        *


 Hacia un año que partió del desierto, su madre se fue apagando poco a poco; días antes de reunirse con el Altísimo, como a ella le gustaba decir. Hizo llamar a Nasir, hablo largo rato mientras el le enjugaba el sudor con un trozo del turbante que fuera de su padre y que Fatma la madre guardo durante todos estos años.
El único recuerdo que la anclara en al pasado. En su memoria como pequeñas pavesas le asaltaban los recuerdos, de los que no distinguía ya lo vivido con lo deseado, le quiso explicar como su padre había muerto por querer conservar la mercancía mientras una tormenta lo fue devorando hasta desaparecer.  Al día siguiente solo encontraron el resto del turbante que ella guardaba. No sabían como explicárselo, ellos le dijeron Maktub (escrito esta), y por primera vez la madre maldijo al Altísimo, resignación le pedían, pues era voluntad de Ala….
 Fue cuando Nasir después del entierro decidió partir y abandonar por un tiempo el mundo que hasta ahora conocía, el mismo que le coartaba sus sueños, el mismo que no conseguía calmar su sed de saber y conocimiento….
Ensimismado  en sus recuerdos, una canción casi susurrada le trajo a la realidad, apoyado como estaba en la esquina del último edificio donde se guardaban los enseres y las herramientas con las que reparaban las pequeñas embarcaciones…
 Dirigiendo la mirada hacia el lugar del que provenía la canción, sonrió al ver a su amigo Sócrates y descubrir que era él quien cantaba, o más bien parecía recitar…….






Como marea incansable de tu ausencia…
 El tiempo con fuerza me devuelve destellos de un pasado glorioso.
Viejos cuerpos como barcos encallados por la deriva de los años.
 Memoria de lo que un día fuimos; hoy tan solo  débil  reflejo.

Armado de arrugas y viejas cicatrices, se me asemejan a caracolas,
 como algas mi deshilachado corazón.
 Enjaezados en este cansado cuerpo, nave anclada por  los pies, cual coral a la piedra.

 Mientras el sol impasible a mis cuitas, calienta las viejas y desnudas cuadernas, de este mi cuerpo, velero ajado, que a modo de descanso yace varado en la angosta playa.

Mi pecho,  vela raída, carta de amor aun sin destino claro, donde se posan  gaviotas como letras al azar… aquí amor, allá deseo.

 Salpicadas de gotas saladas, son lágrimas olvidadas,
  Miradas que no se detienen, olvidos sin sentido.

¿Que nos paso?
Fui tu nave,
¡Mi ingrata, amada capitana!
 Tu mi timonel, yendo juntos 
hacia el delicioso mar de tus entrañas
Siempre fuertes, bebiéndonos la vida
Surcando nuestros destinos
Los amaneceres testigos de nuestra existencia
Cómplice la noche de nuestras andanzas
¡Cuanto arrojo cuanto amor!, ni Poseidón superaba con su olas, el furor de nuestras más recónditas pasiones

¿Donde estas amor?
Sin ti solo pido volver, desaparecer y dormir
Dormir y soñar
Soñar que regreso contigo
 Morir si no es contigo
Morir para que no me persiga tu ausencia
Soñar para no caer en tu olvido……



Cantaba a voz queda, sentado en la bocana del viejo puerto de Alejandría,
(cuando advirtió la presencia de Nasir).

                            *        *        *        *        *        *       

-Es triste, dijo Nasir, ¿alguien amado te abandono?

* No,  buen amigo tan solo es una vieja canción, entonada por marineros ebrios, del puerto del Pireo en mi  lejana Atenas, a los que a fuerza de ausentarse nadie espera ya. En sus historias los marineros la achacaban a uno de los suyos que acompaño al gran Ulises en sus cuitas. Pasarían largos años  hasta  llegar a casa, diez guerreando en Troya y diez en llegar a Itaca; dicen que a Ulises le espero la bella Penélope, pero Héctor, el soldado, marinero y amigo no encontró a nadie en el puerto, mando grabar en la columna del templete donde los marineros dejaban sus ofrendas, estos versos y desapareció.

 - ¿No tiene nombre?
*¿Como la llamarías tu?
-Morir…soñar…. porque al morir ya no hay nada, y nadie nos espera
*¿Y soñar?
- Soñar,  por que en el sueño hay esperanza y este se nutre del recuerdo, evitando el olvido, y aun amigo, nos  queda la esperanza de despertar
* puede que tengas razón

Sócrates se levanto, miro una vez más al mar, la mirada perdida en el horizonte, por un momento una nube ensombreció su animo, pero no quería dejarse llevar…

*Ven amigo, aun tengo un ánfora de vino rojo de Atenas, bebamos y charlemos, el tiempo acompaña y nadie nos espera…

Nasir sonrió, le gustaban esos atardeceres, en la playa con su amigo, charlando alrededor del vino, le gustaba el declinar suave, la lenta claudicación del día, cuando el viento amainaba y su amigo se ponía filosófico... ese vino con sabor a orégano y tomillo, ligeramente dulce, Sócrates le dijo que se llamaba Lemnio pero que no sabia exactamente de donde venia la uva, pero su aroma y sabor lo acercaban por un instante a las calles del Ágora, donde en la algarabía de voces era difícil distinguir al charlatán, del orador y a este del filosofo… y sus mujeres. Le gustaba que le hablara de ellas y aunque se las describía muy hermosas pensaba que ninguna era comparable a la serena Noor, y sin darse cuenta llevaba su mano al pecho de donde pendía el saquito de cuero, donde gustaba imaginar que residía parte de  la esencia de su amada.
Sentados en la arena cerca del espigon  Sócrates ofreció una copa a su amigo, sin escapársele el detalle…

*cuando andaba por el Ágora, me gustaba sentarme en la parte trasera de la academia, y pasar parte de la mañana escuchando a los maestros del pensamiento, disertar sobre los padres del saber filosófico de nuestro pueblo. Platón fundo la academia, promovían el estudio de la ciencia y la psicología y de ahí surgió una doctrina denominada de las ideas, pero esto ocurrió a la muerte del Gran Sócrates, vivió acorde con sus ideas y fue condenando a muerte por la ignorancia del hombre…

- ¿Nadie intercedió en su favor?
* ¡Sí! Pero no con la vehemencia, ni la pasión necesarias o por lo menos con el discurso adecuado, tenía poderosos amigos pero acepto lo dictado y
Lo condenaron a muerte  por envenenamiento, con una copa de cicuta mezclada con vino. Quizás se sentía cansado, o se dio cuenta que el mundo se movía despacio hacia el saber y muy rápido a la mezquindad del hombre…
Nadie sabe que rige el pensamiento y menos aun el de Sócrates.

- entonces no entiendo el porque de su muerte, ¿y como fue?
*Bueno la filosofía en origen, estaba en contra del estado, ya por ese punto es peligrosa. Luego la cuestión de la razón. Sócrates solía ironizar bastante, tenia la costumbre de aparecer como simple y preguntar a todo aquel que encontrara en su camino, decía en sus charlas que había de revisarse el conocimiento que se tiene y a partir de ese conocimiento crear otros mas sólido, que esta forma de actuar del hombre deberían de restaurar la relación de este  con la naturaleza.
Imagino que molestaría a muchos ya sebes que salirse de lo establecido pone nerviosos a esos que viven de la retórica para usos personales y prefieren un pueblo sumiso y perdido antes que el esplendor del mismo. En fin esa casta infecta de Oradores que endulzan la oreja del incauto para que este hable a favor de ellos y puedan luego gobernar a sus anchas para enriquecimiento propio, mientras bajo su túnica guardan el mortal acero que ha de cercenar su existencia de hombres liberes…
Amigo, saber lo poco que sabes y cuestionarlo,  hasta, asentarlo en el corazón y volver a empezar con otra cuestión, despacio pero seguro…

- ¿tienes algún legajo de sus enseñanzas?
*No tenía por costumbre escribir su pensamiento, solía decir que cada hombre a de desarrollar su propia idea…

Callo por un instante, volvió a llenar las copas y con tono entre respetuoso pero alegre, pregunto a sabiendas que podía molestar con su impertinencia, pero su curiosidad pudo más...

*Háblame de ese saquito de cuero que cuelga de tu cuello, siempre que menciono a las mujeres te coges a él como si fuera tu tabla de salvación y  veo en tu rostro una sonrisa que delata a otra persona, como si agarrarte a el te devolviera por unos instantes su presencia. Debe ser alguien muy especial…

*       *       *       *       *       *
Nasir alzo la copa bebió tranquilo y mirando a su amigo hizo una pausa antes de hablar, necesitaba acompasar su corazón al ritmo de las olas, que incansables una y otra vez volvían a la orilla como queriendo descansar en ella, inútil tarea por que el vasto mar las volvía a reclamar. Así veía nasir a los hombres, que una y otra vez querían romper con lo establecido, plantar la semilla de un mundo y un conocimiento más justo.
Pero ahora le preguntaba por su amor, por la señora de su reino interior, no hacia tanto tiempo que marchara. Ella contra viento le prometió esperar y sabía de cierto las peleas con su padre, el decir que no,  a más de un pretendiente que le presentara el padre, siempre  como un buen partido, le decía que así vivirían con gente que el estaba mayor para seguir apacentado a los animales, que si cada vez era más peligroso vivir sin el abrigo y la protección del grupo. Ella le respondería siempre lo mismo, sin extenderse... Nasir, y cariñosamente en su pensamiento lo repetía… Nasir, con la esperanza de que el viento que todo lo puede, llevase su voz hasta su amado…

Sabía que el padre la dejaría por imposible, como siempre se enfadaría apartándose de ella y refunfuñando Nasir!...Nasir...Siempre Nasir, y llegada la noche Noor se acercaría con unos dátiles un cuenco de leche, una vieja manta y un beso que estampaba en la frente del viejo, para luego sentarse espalda con espalda, mientras el padre, como siempre emocionado asentiría sin que ella le viera el rostro y Noor sabría por los movimientos que percibía su espalda, que el buen hombre estaría recordando como su mujer lo espero, cuando nadie en él creía.

 Y como al final se marcharon una noche volviendo con los años como pastores  y la pequeña Noor de la mano.
 Noor sabia estas cosas y el viejo padre también, testaruda como la madre.
En su fuero interno el padre deseaba que Nasir volviera, quería verlos juntos y darles su bendición, de sobra sabía que ellos al igual que él y su mujer, se marcharían con la noche y volverían algún día con alguien de la mano y una luz nueva en los ojos.
El padre se volvió, beso el rostro y amorosamente el la abrazo, mientras Noor con suave gesto, con una caricia desvió una lagrima furtiva que el padre achacaría al viento, al que ya no podían mirar sus cansado ojos…

                             *       *        *        *        *        *

Dejando de lado sus cuitas, Nasir sonrió, miro a su amigo y se dispuso a hablar…


-Cuentan y no me preguntes quien, porque la menoría de los viejos que lo cuentan, se pierde en el tiempo, y el tiempo como bien sabes, no tiene edad tal es su longevidad que de él, si puede decirse que antes de ser el mundo, mucho antes del caos ya estaba sin nosotros y con nosotros. Tan longevo que ni el más disparatado de los imaginarios Dioses que el hombre ha concebido o pueda concebir, sabe exactamente cuando nació. Y que nosotros pobres mortales en nuestro narcisismo creador, hemos conseguido a base de observar, establecer un recuento de su transcurrir entre los seres.
Pues bien… como te decía cuentan que hubo una vez un ser extraordinario, hermoso como vuestras esculturas, sabio, como vuestros filósofos, pero muy pagado de sí mismo. Creía  ser la perfección, el ejemplo a seguir. Le gustaba rivalizar contra todo y contra todos, aquello que  le preguntaban, con mil razones y ninguna, acertaba, era grande en las artes y las letras, de un ingenio tal que cualquiera, imaginaba algo inexistente y con solo detallarle lo imaginado, él lo creaba.

Dicen que un día un anciano se le acerco, cubierto el rostro con una raída capa  y lo reto.
El reto fue simple, el viejo le dijo “puedo con  solo mirarte una vez, crear un ser más perfecto que tu”
El apuesto semidiós, que para entendernos podemos llamar Narciso y por que no, Icaro… faltando al respeto rió y rió hasta que le dolieron las mandíbulas. El anciano ni se inmuto o eso daba a entender. El joven le dijo “si pierdes te quitare la vida, y si ganas quedo a tu merced”.

Pues bien el viejo miro una sola vez al joven y sintió lastima por que era verdaderamente bello… y para asombro de todos lo hizo con una sola mirada…
El joven semidiós se quedo paralizado al contemplar tanta belleza en una mujer, no entendía nada, pero ya el viejo le pedía su intervención.
Entonces el joven pidió que se descubriera para así poder mirarlo y superar la creación del anciano. Este lo hizo y cuando el joven a duras penas consiguió mirar de frente al viejo, una incandescente luz lo dejo ciego.
 El anciano hablo así con estas palabras:

“Acabas de ver lo más hermoso que el hombre pueda imaginar. ¿Hermosa mujer eh? No quiero tu vida para nada muchacho pero tu condena será la ceguera, tan solo cuando la noche llegue podrás admirarla” pero solo…
Cuando la  luna  salga.”
Desde entonces antes de que el astro Rey salga, en ese corto espacio de tiempo donde el amado se despide de su amada la Luna, se escucha esta hermosa y a la vez triste canción.

Cuando sale la luna
con ella llega el silencio,
y si la noche es limpia,
lenta desgrana los cantos
que a esta acompañan

Cuando la luna sale, mi niña
las historias más hermosas
con ella andan

Cuando sale la luna
incluso nuestro amor
la acompaña

Porque en su breve reinado
todo se alcanza

Pero cuando esta se marcha…
¡Por favor, mi  dicha, despierta!

Que si en la noche fuiste mía.
no así ocurre en la luz del día

Que el sol  cuando salga,
permita que estos cansados ojos
Te contemplen

Que mis manos nerviosas
aleteen con el viento…
como si de tu cuerpo tratara.

Y aunque por azar fuera,
que tú ojos en mí se posaran
no te preocupes amor
que yo sabré encontrarte
entre todas las miradas

Porque lo único que se, amada…

Que, cuando la luna salga
 nuestro callado amor
 la acompaña

*¿Entonces reto al sol?
-tu lo as dicho amigo, reto al sol
* Me as embaucado, con un cuento, y no me as contado nada
-amigo o debo llamarte Héctor, solo miras al mar y con tanta pasión que este te hace hablar, pues bien solo me agarro a la bolsa y en su interior llevo un poco de sal, y cuando el sol se aplaca la coloco sobre mi mano lo miro de frente y dejo que la brisa la esparza, cuando esto ocurre mil colores se reflejan, mil colores que son ella, pero cuando se marcha el sol me quedo solo en la noche sin ella….quiero creer, que para ti es al contrario. Que es el sol en su plenitud quien te trae su recuerdo, mientras que el mió solo es un instante…hasta que la luna salga.


                            *        *        *        *        *        *        *

Pasado un tiempo los amigos se despidieron. Sócrates volvió a surcar los mares, le agradaba la sensación de sentirse un Diógenes  en su barril, un apatrida un ciudadano del mundo, seguir buscando, pero con la certeza de no encontrar a su amor, entonces se acordaba del viejo Platón y sabia que su amor se había convertido en idea y a fuerza de buscarla, como tal, sentía momentos de dicha y de calma. Pero como en el poema el tan solo deseaba soñarla… soñar para no caer en el olvido


  *     *       *       *       *       *

El día iba languideciendo, el gran astro se retiraba con desgana de su reinado, una brisa fresca lo despertó, le molestaba el dolor en el costado, la vieja herida causada por unos asaltantes de caravanas volvía a sangrar, no es que le importara mucho, se lo llevaron todo, mataron y esclavizaron a los supervivientes, el consiguió pasar por muerto, aguanto el dardo que le dispararon en el costado y el peso de dos muertos más, uno era comerciante la otra una mujer que el tuvo cuidado de colocar de tal manera que no vieran su cara, había visto como en otras ocasiones las habían violentado después de muertas. Espero a que la noche llegara y al amparo de las sombras lloro abrazado a la mujer amada, que despacio fue deshaciéndose entre sus dedos, como la nieve, como la sal cuando la mezclas con agua. La acurruco entre sus brazos y no sabe cuanto tiempo estuvo andando con ella, notaba extrañado como pesaba menos cuanto más cerca estaba de llegar a su refugio….

Recordando la noche que escaparon juntos Noor y el, no querían seguir los  pasos de sus mayores, solo deseaban estar uno junto al otro, desaparecer y dejarlo todo y todos. Tan solo se llevaron una bolsa de piel con lo necesario para empezar y un saco de sal para comerciar. No deseaban ritos para amarse, ni consejos de viejos, ni tan siquiera envejecer junto a los suyos. Recuerda  solo el deseo de hablar, hasta que todas las palabras fuesen dichas dando  paso a los hechos, las caricias,  los besos que ya no serian robados ni furtivos los abrazos…. Tan solo pedían mirarse a los ojos,  vaciarse uno en el otro hasta fundirse…

Antes de que la luz del día desapareciera Nasir dio gracias a la vida, a la naturaleza que le reclamaba su aportación pues era hora de partir. Pidió tiempo a la vida que se le escapaba por el costado, saco la bolsa de cuero y dirigiendo su mano y sus ojos al sol, le  rogó con lagrimas, que su cíclope ojo derramara sobre su mano su último rayo de luz… una brisa fresca levanto la sal de su mano por ultima vez regalándole  la esencia de su amor, la imagen de ella…

*       *        *        *        *        *
        
En este atardecer, donde el viento en su constante ulular, trae viejas historias de días pasados, llegando a este pequeño oasis, donde olvida por unos instantes su  caprichoso deambular.

  Siendo  su único deseo  descansar, retener en su loca carrera una bella historia, pausando su ritmo, pasa a ser  suave brisa, desgranando fragancias que evocan el recuerdo de un  lance de amor que ganaron a este inhóspito lugar dos simples mortales.

 En su eterna danza Eolo siente que tiene un pequeño espacio donde descansar, él, que eternamente zarandea al mundo, sin mirar, se siente tranquilo aquí, solo, oculto a las miradas, torna a su cuerpo de hombre. Abriendo su raída bolsa, deja escapar ese ritual de imágenes y sonidos que su memoria va ordenando hasta revivir a los amados… y soplando suavemente vuelve a lanzar sus nombres para que no se olviden…Nasir…Noor



*Hoy me encuentro en ese lugar, arto de navegar, sentado bajo la palmera con un poco de sal en mi mano, algo cansado, rogando al sol y a la brisa que me acompañen y me concedan ese ultimo favor, hoy me siento Nasir y solo quiero encontrarme con  Noor. Estoy cansado de vagar y siento que para, mí, el tiempo ha  acabado.

                                               Tu amigo…. Sócrates
                                                                                                Epi


                                             

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